PAMPLONA. Esta vez sí hay Gatillazo, aunque resulte contradictoria la afirmación... Tras el inevitable aplazamiento que sufrió la actuación de Evaristo y los suyos en Tótem hace unos meses (motivada por un accidente laboral de su batería, el navarro Tripi), esta noche la sala de Atarrabia recibirá a uno de los grandes de la escena estatal. El concierto, que contará con los alaveses Rockaína como exquisito entremés, comenzará a partir de las 22.00 horas. El precio de las entradas es de 15 euros en taquilla. Al finalizar el concierto, DJ Piloto hará de las suyas en Big Star.

Evaristo, seminal cantante de sangre, voz y corazón caliente con más de tres décadas a sus espaldas rompiendo quinielas y todo tipo de tópicos (como el que dice que nadie es imprescindible), regresa por cuarta vez consecutiva por sus fueros con Gatillazo, firmando con Sangre y Mierda uno de sus mejores discos al frente de dicho grupo. Un trabajo que obliga precisamente a reafirmar que el legendario y carismático vocalista de Salvatierra-Agurain sigue siendo no ya insustituible, sino único.

Sangre y Mierda, álbum conceptual así titulado en honor a tan significativas constantes en la vida del ser humano, es una apuesta de catorce aciertos cuyo pleno al quince lo pone el propio autor, Evaristo, toda una autoridad en la materia y la genuina personificación del punk en castellano.

Las canciones

Los títulos de los trepidantes y clarividentes fotogramas sonoros, que laten por los surcos derramando a partes iguales sangre y mierda, son: Esto Es Vida (composición exultante y festiva por igual, rabia e ironía mano a mano), Treinta y Tres (tal vez dedicada a un país enfermo, concebida y plasmada en 33 segundos desde la urgencia más absoluta), Caos Perfecto, Un Poco De Respeto (por lindes cercanas a The Kagas y The Meas), No Love, Guerra Social, Dos Sabores, Vistiendo Al Muñeco, Mucha Muerte, Básicamente Mierda, No Quiero Dios, Sangre y Mierda (imposible encontrar mejor tarjeta de presentación) y Hoy Palmamos, perfecto broche final para una obra llena de rabioso, irreverente y provocativo punk-rock: principios éstos propios del rock en general en otros tiempos y, en los actuales, tantas veces cambiados por otros.

Sangre y Mierda, a las claras, se presenta como el resumen de nuestras vidas: catorce calambrazos concebidos a la mayor gloria de nadie. Catorce composiciones inspiradas por y para un mundo en descomposición. Un corpus vivo de canciones cuyos fluidos al rojo, ricos en electrizantes melodías, discurren de forma totalmente encabritada antes de desembocar en unos estribillos que, explosivos, dejan hecho trizas otro tópico, por cierto: que ciertas cosas no se pueden decir ni más altas ni más claras. Un disco que, en el nombre del punk, nos recuerda que el degenerado género, la al parecer incurable enfermedad que convulsionó la música en los 80, goza de buena salud. Sangre y Mierda, pura vida en feliz maridaje a la vista de la evidencia de que entre sangre y mierda nacemos, vivimos y de que entre ambas seguiremos hasta el incomparable momento de la muerte. Sangre, mierda y vida, mucha vida, porque aquí huele a vida: lo que hay en el disco. Mucha mierda también para esta gloriosa noche de punk. J.O.B./E.C.