Fecha: Viernes, 22 de marzo. Lugar: sala Movie, Aizoáin. Intérpretes: Gigatron, formación integrada por Charly Glamour, a la voz; Dave Demonio, a la guitarra; Mike Ferralla, al bajo, y Mazinger Molina, a la batería. Incidencias: actuación enmarcada en la gira Metalocracia Tour 2013. Hora y 40 minutos de duración, bises aparte. Asistencia muy buena, público entregado.

gigatron surgen a finales de los noventa del seno de los valencianos Chococrispis, como proyecto paralelo, con un irónico plan: parodiar los clichés del heavy metal de los años ochenta. ¿El resultado final? Nada más y nada menos que un nuevo estilo, el freak metal, construido sobre la exageración de tópicos de la música parodiada. Componiendo temas propios o versionando canciones muy conocidas, tal y como hiciera Manolo Kabezabolo, en 1995, con su célebre Véndemelo. Finalmente, después de desaparecer Chococrispis y Gigatron de la escena de forma simultánea y por circunstancias nunca aclaradas, estos últimos, autoproclamados los dioses del metal, decidieron resucitar a finales de 2012, habiendo sido acogidos por sus seguidores de forma excepcional: acudiendo a sus conciertos como si de ritos con nombre propio se tratasen, tal y como el pasado viernes pudimos comprobar.

Entre apasionados gritos de "Gigatron, Gigatron" prorrumpidos por el gentío, frente a un público expectante que, en muchos casos, se presentó especialmente ataviado (hachas de plástico en ristre, luciendo cuernos vikingos, llamativas y coloristas pelucas, exageradas gorras de plato?), la descarga de los dioses se materializó con el hit Warrior of the barrio, cantado al unísono por los presentes. Llevando al respetable al paroxismo más exagerado -espada al viento el vocalista en los momentos sublimes, sobrevolando el mar de cuernos-; navegando sobre dicho mar, el cuarteto llevó la nave al mejor de los puertos, recurriendo a temas tan esperados como Barco de colegas, Banderas de roña, Caballón, Viva el kalimotxo, Te peto el kakas, Mazinger metal? Sin dejar fuera dos de estreno, Apocalipsis molón y Heavy hasta la muerte. Y todo ello en medio de una atmósfera? Inmejorable: ¡cuántas bandas serias, normales, querrían para sí este ambientazo en sus conciertos! Riquísimo en riffs de reconocido regusto, calculadas poses, histriónicos falsetes y no menos histriónicas proclamas (sólo echamos en falta el "buenas noches, San Sebastian" -sin acento en la a, típico de las formaciones guiris en sus visitas a dicha capital en la década de los ochenta-), demostrando Gigatron moverse como pez en el agua entre el humor del absurdo y la genialidad. Pese a que su concepción del heavy tal vez sea a la tradicional lo que el spaghetti western al mítico género americano, acertando de lleno a la hora de llevarse a su terreno un estilo como este, tan grande? Como, digámoslo sin tapujos, parodiable. Parodiable como todo lo grande -en otro orden de cosas-, toda vez que, únicamente, se parodia aquello que triunfa o que, por una u otra razón, llama poderosamente la atención. Así pues, que nadie se moleste por lo dicho. Ah, y un estilo que los músicos, verdaderos obreros del metal, demostraron dominar a la perfección, siendo como son totalmente necesarias técnica y maestría para sacar adelante un proyecto como el suyo, articulado sobre una música perfeccionista donde las haya. Bueno, y asimismo, siendo necesario sentirla. Amarla. Y es que, al igual que se dice en Carnaval, que cada cual tiende a disfrazarse de lo que en verdad lleva en su interior, tal vez podríamos decir que el heavy metal anidó una vez en ellos, y ahí sigue: marcándoles la agenda.

Poderosos como el trueno, auténticos hermanos del rock and roll; demostrando ser los que más, Gigatron sobrevolaron Movie demostrando ser amos y señores sobre el escenario. Protagonizando un ejercicio de enaltecimiento del heavy metal por todo lo alto. Una jornada de total exaltación de sus ritmos: por eso y más, ¡larga vida a los dioses! ¡Larga vida a Gigatron!