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The Black Crowes vuelven a volar muy alto en el Azkena Rock de Vitoria

The Sheepdogs conquistan la madrugada del viernes con un magnífico concierto A The Smashing Pumpkins se les hace demasiado larga una actuación que transcurre de más a menos

The Black Crowes vuelven a volar muy alto en el Azkena Rock de Vitoria

Vitoria. Con 13.684 personas en el recinto de Mendizabala se vivió la primera jornada del Azkena Rock Festival, un viernes que, tras lo relatado ayer sobre lo sucedido a la tarde, afrontó una recta final con The Black Crowes, The Smashing Pumpkins, The Sheepdogs y Horisont. Fue una noche y una madrugada que dieron para mucho, sobre todo para comprobar que unos son grandes y lo serán siempre, que otros vivieron tiempos mejores, que en este certamen la sorpresa puede saltar en cualquier momento y que lo mejor para un grupo es hacer bien lo que puede, sea eso mucho o poco.

Cuando todavía el sol, que no el calor, se mantenía sobre el cielo gasteiztarra volvieron a desplegarse sobre el escenario grande del ARF las alfombras de los cuervos negros. Los hermanos Robinson y compañía (con la novedad de Jackie Greene) regresaban tras su paso en 2009 y el personal estaba muy por la labor de disfrutar. Y puede que la sabiduría popular diga aquello de que segundas partes nunca fueron buenas, pero en este caso la regla no se cumplió. ¿Mejor o peor que en la anterior ocasión? Diferente.

No cambiaron, eso sí, ni los movimientos hipnóticos de Chris ni el semblante hierático de Rich. Y hubo varios temas que volvieron a resonar como Sting me o Hard to handle. Pero en esta ocasión el grupo se recreó algo más en las canciones, dando vía libre a los músicos para aportar cada uno lo suyo. Aquí hay que decir, eso sí, que aunque Greene tiene calidad de sobra, a Luther Dickinson se le echó algo de menos.

A lo largo de las casi dos horas de concierto, los cuervos sonaron como saben, es decir, a una gran altura. Ha sido y es una banda de referencia que domina el escenario como quiere más allá de que su relación con el público sea un tanto distante (salvo el "eskerrik asko" que lanzó Steve Gorman al despedirse). Y en su nuevo paso por Vitoria el vuelo fue alto, muy alto. ¿Para repetir? Cuando quieran. Chris se fue de Mendizabala diciendo: "hasta la próxima vez".

Terminado el concierto, que se alargó un poco más de lo previsto en un principio, cambio a todo meter en el escenario grande puesto que tenía que salir The Smashing Pumpkins. Con todo, el cuarto de hora de retraso fue inevitable.

himnos y viejos éxitos Ante una pantalla con estructura piramidal dividida en cinco alturas, los de Billy Corgan empezaron potentes y sólidos, sobre todo tirando de viejos éxitos, himnos en algunos casos de toda una generación. Pero al cuarteto se le fue haciendo demasiado largo el concierto cuando empezó a meter sus temas más recientes. Esa combinación no funcionó y la cosa fue de más a menos. Es indudable que la banda tiene muchos y grandes fundamentos, pero las subidas y bajadas fueron excesivas. Y mejor ni comentar la versión del Space Oddity.

Ya bien entrada la madrugada, el segundo escenario reclamó la atención por última vez en la primera jornada de la mano The Sheepdogs, que entraron en esta duodécima edición tras la baja de Modest Mouse.

Y si no fuera porque los cuervos están a otro nivel, bien se podría decir que los canadienses dieron el mejor concierto del día. La pena fue que la actuación duró demasiado poco y que cuando el personal, bastante numeroso todavía, pedía a gritos un bis, la programación de los horarios lo hizo imposible más allá de que eso estuvo a punto de costarle a la organización un pequeño motín. No era para menos. Los de Ewan Currie se salieron por los cuatro costados a base de una propuesta consistente y bien pensada que enganchó desde el segundo uno. Su paso por el ARF fue un grito alto y claro reclamando una gira por salas pero ya. Y ahí que aparecieron Horisont para poner el broche. Los suecos tenían una complicada papeleta puesto que ya era bastante tarde, cada vez había menos gente y el fresco de la noche vitoriana pegaba fuerte. Aun así, supieron cumplir consigo mismos, es decir, no han inventado la pólvora ni falta que tienen, les es suficiente con ser fieles a su sonido, más allá de que la voz de Axel le pusiera un poco malo a algunos.