Fecha: jueves, 12 de septiembre.Lugar: terraza del Caballo Blanco, Iruñea. Intérpretes: Axel O´Mill, a la voz, y Gorka Pastor, a los teclados. Incidencias: concierto enmarcado en el ciclo organizado por el Mesón del Caballo Blanco. Una hora de duración, bises aparte. Tarde otoñal, asistencia aceptable.

aTÍPICO -a priori-, he aquí cómo pintó el presente concierto a la vista de circunstancias como las siguientes, que Garufa Tango entraran en el cartel 24 horas antes de su actuación, en precipitada sustitución de Alkora (por razones de fuerza mayor) y, cosa de la climatología, por el fresquito que presidió la velada, dando lugar a una tarde noche más bien propia del otoño. Eso sí, a posteriori; una vez vistas las cartas boca arriba, lo único que podemos decir es que ninguno de los factores citados desanimaron a cuantos se dieron cita en la azotea de Iruñea por excelencia. Ni tan siquiera que los aires porteños dibujados por el dúo se entremezclaran continuamente con los del viento del Norte procedentes del cercano monte Ezkaba. Como si tampoco hubiesen querido perderse la cita, penúltima del verano sobre el papel? Aunque ya se verá. Así pues, atentos la próxima semana a las agendas.

Alma, corazón y espíritu de tango en estado puro, oscilando entre el tango clásico y el más contemporáneo, el repaso de los dos años de trayectoria conjunta de Axel y Gorka arrancó con Niebla del riachuelo, pasando con inusual soltura y holgura la pareja, desde ya, la presente prueba del algodón: tras un año sin ensayar, reencontrase para la ocasión. Impecablemente trajeados al igual que cuantas interpretaciones ofrecieron -pese a contarse únicamente con un sastre sobre un escenario-, acto seguido sonó Cafetín de Buenos Aires, ofrecido en homenaje a los bares, esos benditos y necesarios lugares, haciéndolo posteriormente Garua: de ambiente triste y melancólico, como el cielo dicho jueves. Gris, en homenaje a uno de los colores del tango por excelencia. Pero bueno, por contradictorio que pueda parecer, he aquí una de las grandezas del tango, que cuanto más triste luce, más bonito es. Con mayor fuerza engancha al receptor. Que cuanto menor es la belleza encerrada en su interior (más penosa y dramática la realidad a la que se canta), más encanta su exterior. El resultado final, tal y como pudimos comprobar a propósito de interpretaciones como Los mareados, El corazón al sur o Balada para un loco; ¿otras dignas de ser destacadas? Clásicos como Naranjo en flor, Cambalache y Por una cabeza o novedosas en su repertorio como Luz de luna, de Chavela Vargas, o el valsecito criollo -tal y como fue presentado- Flores del alma, cantado por Axel junto con Txeroki, el que fuese integrante de Buitraker: con permiso de los bises, punto final del concierto.

La belleza de la negritud emocional o existencial. De la tristeza característica del tango. La tensión (musicada) y la serenidad aportada por Gorka al desgarro brindado por Axel sedujeron y atraparon con fuerza a cuantos se citaron el jueves en el Caballo Blanco, un público que fue llegando progresivamente y que imantado por la magia musical, aplaudiendo con fuerza el hacer de los Garufa, permaneció en la práctica totalidad de los casos hasta el final de la actuación. Hasta el final de una de las mejores actuaciones de Gorka y Axel -a nuestro juicio-, de sobresaliente ambos, ya solo por desempolvar en horas (en el sentido literal de la palabra), un repertorio como el esgrimido. Bueno, y por defenderlo como lo hicieron, dejando en el ambiente la sensación de que tal vez el hecho de que fuesen convocados de un día para otro, de haber aceptado dicho reto, les sirviera de especial motivación, jugando a su favor. Sí señor.