pamplona - Cuadros en los que las líneas del dibujo no tienen pausa, trazo genial al alcance muy pocos artistas que refleja un amor exquisito por la forma. La obra de Gerardo Sacristán regresa a Pamplona con una exposición que no hace sino justicia a un artista que fue el maestro iniciático de muchos de los integrantes de la denominada Escuela de Pamplona.

La sala Noble del Condestable acoge, desde ayer y hasta el próximo 27 de junio, la muestra antológica de quien fuera profesor de la Escuela de Artes y Oficios. Una exposición que se integra dentro del programa Revisiones, que ha puesto en valor la obra de artistas navarros como Mariano Royo o Constantino Manzana.

Elina Sacristán, hija del artista (que falleció en 1964, a los 57 años), apuntó ayer que Gerardo “fue pintor porque era un nato dibujante y artista. Tuvo una formación clásica pero en París, donde pasó tres años, estuvo en contacto con todos los movimientos vanguardistas, que estudió con interés y curiosidad, aunque a quien prefería de entre todos era a Cezanne y el expresionismo. A su regreso a España, con una mayor seguridad en sus creaciones, nos encontramos ante un pintor colorista, con una pincelada certera, rápida y llena de luminosidad, con un gran equilibrio compositivo. Centraba los dibujos con unos volúmenes soberbios otorgados con apenas unas pinceladas. En resumen, Sacristán tenía una paleta limpia, brillante, con un dibujo de base fuerte cuyo objetivo era pintar lo que veía, ya que amaba la forma. En los últimos años de su vida pintó bodegones, en los que empezaba a romper la forma, no sé si porque estaba muy enfermo y le resultaba más fácil o porque quería experimentar alguna nueva forma pictórica”.

Vida y obra en Pamplona Elina Sacristán, como no podía ser de otra manera, también resaltó su etapa vital y artística en Pamplona, “a la que llegó en la posguerra, encontrándose una ciudad triste y culturalmente muy oprimida. Pero su llegada, según apunta uno de sus alumnos, Antonio Eslava, fue como abrir las ventanas al aire fresco. Desde la Escuela de Artes y Oficios impulsó la vida cultural de la ciudad, fundamentalmente en el dibujo y la pintura, aunque el arte tocaba toda sus fibras. Por sus clases pasaron artistas como Cía, Manterola, Zudaire o Beunza, entre otros, impulsando de alguna manera la Escuela de Pamplona, de la que fue promotor desde su docencia”. Una faceta, la de maestro, en la que hacía especial hincapié en el dibujo, hasta el punto de que, para su hija, Sacristán “era el pintor del dibujo, la luz y el color”.

Gerardo Sacristán fue un artista reconocido por sus alumnos pero que al que quizá no se le ha hecho justicia. En este sentido, Elina matizó que “después de la Guerra Civil era muy complicado promocionarse; además, él era muy poco competitivo. Y, por otra parte, al vivir media vida en La Rioja y otra media en Pamplona, no era ni de unos ni de otros, lo que provocó que su nombre no estuviera dentro de las instituciones”.

En la exposición del Condestable puede ver más de 30 obras del artista, de todas sus épocas, en su mayoría retratos, desnudos, bodegones y escenas costumbristas, tanto de óleo sobre lienzo como de apuntes de carboncillo.