El 22 de junio de 1865, exactamente siglo y medio atrás, fallecía en Madrid el cordobés Ángel de Saavedra, lo cual nos permite acercarnos de nuevo al mundo del drama en el siglo XIX a través de quien es conocido en el mundo entero como Duque de Rivas. Así, el clasicismo presente en sus primeras obras (El duque de Aquitania, 1816) derivaría en el estilo de un hombre diferente cuando hubo de exiliarse en Londres por su adscripción al régimen liberal y a su ideología en años oscuros. ¿Por qué recordamos al Duque de Rivas?

Tras la muerte de Fernando VII, vuelve a España y es entonces cuando recibe ese título, algo que le llevaría, sustos gordos aparte, a una nueva época en la que presidirá el Ateneo de Madrid y en la que terminará publicando sus mejores obras, como Don Álvaro o la fuerza del sino (1835), que apuntala el peso del Romanticismo en una España cuyos dueños, al fin y al cabo, siguen soñando con imperios y más imperios sustentados con el pan escaso de cada día. ¿Actualidad de esta figura?

Anaya Infantil y Juvenil ha reeditado el pasado mes de marzo para ESO y Bachillerato un Don Álvaro que no ignora las bendiciones de las ilustraciones y según la adaptación de la licenciada en Filología Hispánica Remedios Luna e incluso otro sello, Alfar, ha dado a conocer, también recientemente, la edición de unas Poesías completas del duque, todo lo cual supone el interés del mundo editorial de nuestros días por un autor que pudo ser pionero en la introducción de formas y contenidos románticos en la sociedad de aquel siglo en el que, pese a todas las dificultades planteadas por los más poderosos cuando el analfabetismo todavía dolía lo suyo, también escribieron sus mejores libros Gustavo Adolfo Bécquer, José de Espronceda, Mariano José de Larra y Rosalía de Castro.