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“Es un personaje que no toma decisiones sin pensar: Creonte sufre y te conmueve”

La actriz interpretará hoy por la noche en La Cava a Creonte, tía de Antígona y, represetante de un estado al que intentará, aún quedándose sola, “llevar por el mejor camino”

“Es un personaje que no toma decisiones sin pensar: Creonte sufre y te conmueve”Foto: Oskar Montero

Pamplona - Carmen Machi se sube por segunda vez al escenario de Olite durante el Festival de Teatro de la localidad; esta vez de la mano del director Miguel del Arco con el que ha trabajado en más de una ocasión y con el que se encuentra de gira con la obra Antígona, ¿Qué cree que aportará vuestra colaboración, vuestro trabajo en esta ocasión?

-Me dejo en sus manos. Tengo una fe ciega en su mirar sobre el teatro, sobre la vida y las puestas en escena que hace y, la fe es muy buena. Comparto con él muchas de sus maneras de ver, no solo el trabajo del teatro, sino también el objetivo de este. En este caso está siendo un viaje muy fascinante. El riesgo que ha conllevado que Creonte sea un personaje femenino y la respuesta del público está siendo muy grata. Está siendo muy apasionante.

En Antígona interpreta, como ya ha mencionado, a Creonte, un personaje que en la obra original era masculino, ¿qué cree que le aporta a la representación hacerlo desde una perspectiva femenina?

-Más allá de que sea una mujer, el punto de vista de Miguel del Arco sobre Antígona quiere mostrar lo que hay más allá del drama que puede suponer, para un personaje como Antígona, el hecho de querer enterrar a su hermano. También expone las razones de Creonte para no hacerlo y, son tan poderosas como las de Antígona. Entonces, hay un enfrentamiento muy valioso, muy necesario y muy actual. El hecho de que sea una mujer también implica que es madre y no padre. La manera que se tiene de gestionar el dolor ante la muere de un hijo varía. Hay algo muy esencial de la maternidad que se transmite muy bien. El acierto que también tiene es que puedes llegar a planearte como espectador que Creonte puede tener razón, porque lo que muestra es el sufrimiento de la persona que está en el poder, no solamente del que ejecuta las órdenes a un conjunto de personas. También le cuesta tomar decisiones. Es curioso, si hubiese hecho yo misma el personaje masculino no sé si diría esto mismo, pero en cualquier caso creo que lo enriquece.

Creonte es un personaje que aparentemente es incapaz de sentir piedad, ¿qué le ha aportado? ¿Ha llegado a entenderle?

-Sí, el shock que le produce al espectador y a mí, que también me siento espectadora, con la actitud de Creonte ante esta situación es fascinante. Miguel no lo muestra como una persona déspota, que es la primera imagen que se tiene de este personaje. Creonte es una personaje que se hace cargo de un pueblo después de una guerra y trata de hacer las cosas bien. Es el comienzo de la democracia, el problema es lo que nos está contando Sófocles, la falta de diálogo y de entendimientos. Las leyes divinas y las leyes humanas son incompatibles. El personaje no toma las decisiones sin pensarlas. Él quiere llevar al pueblo por el mejor camino y se queda solo. La soledad que puede vivir el político es una de las cuestiones que se manifiesta muy bien en esta función. Claro que le entiendo y no es porque esté interpretado de una manera, ni mucho menos, sino porque Miguel del Arco ha hecho un hincapié en algo que creo que se ha pasado de largo. Leo la obra de Sófocles y todo eso viene ahí. Es un personaje que te conmueve, que sufre y uno como espectador empatiza con el sufrimiento.

¿Cómo es la puesta en escena de la obra? ¿Qué destacaría?

-La puesta en escena es muy sencilla. Las veces que lo hemos hecho en Madrid hemos trabajado con unos elementos técnicos, pero depende de dónde montemos la función los incluimos o no. No son nada necesarios. La puesta en escena en esta obra es el instrumento del actor. Y, por supuesto siempre hay un despliegue fabuloso en cuanto a luz y sonido que juega un papel muy importante. Es demoledora por lo sencilla que es y bueno aquí menos es más.

Así mismo, Antígona refleja los peligros que supone el ejercicio del poder e incluso habla de la corrupción y la injusticia, qué adecuada para los tiempos que corren, ¿no?

-Sí, es absolutamente hoy, pero está escrita hace dos mil quinientos años más o menos. Realmente no se han producido muchos cambios. Nos está hablando de la moral, de la ética, de la política y, socialmente cómo el individuo se enfrenta al cambio social y político. Es muy difícil de manejar, la obsesión de estar convencido de que todo el mundo conspira contra ti. La palabra corrupción se utiliza en la función más de una vez. El ser humano no sé si es corrupto por naturaleza, pero ya llevo más de una función que va por este camino. De hecho, estuve en Olite el año pasado con Macbeth y también hablábamos de lo mismo. La Antígona de Miguel del Arco, ahora mismo, es muy necesaria.

Entonces, ¿cree que los políticos actuales necesitan ver esta representación de Antígona?

-Doy fe de los políticos que han ido a verla que se sienten bastante identificados. No solo con la persona que tiene el poder, sino del que ve como lo tienen otros. No la recomendaría única y especialmente a los políticos, cualquier ser humano tiene que ver esta función. Por algo está escrita en el momento en que se escribió y ha envejecido más que bien. Es altamente recomendable, el teatro está para lo que está y realmente Antígona está en forma.

Su duelo interpretativo con Manuela Paso, que da vida al personaje de Antígona, es excelente; esta complicidad, ¿es imprescindible para que la obra funcione y exista una buena articulación en los diálogos?

-Es fundamental, no confío en trabajar de otro modo. También tiene mucho que ver los pasos que va marcando el director, lo que quiere hacer con la representación. Toda la compañía de Miguel del Arco nos conocemos y sabemos muy bien como quiere trabajar el director. Miguel trabaja mucho desde la emoción, desde las relaciones de los personajes y, en este caso ha querido ahondar mucho en la relación familiar que existe entre Antígona y Creonte, dos personajes que se quieren mucho. Han vivido juntos, de hecho Creonte crió a Antígona. Sea hombre o mujer, da igual, es una persona que quiere a su sobrina y su futura nuera. Por eso es más dolorosa todavía, se toman decisiones de gente que se quiere. Manuela es una actriz descomunal que tiene aparte una capacidad de emocionar insólita. Su manera de mirar es demoledora. Nos lo pasamos bomba la verdad. Es una obra muy coral al margen de que existan unos personajes concretos. Cada uno tiene su papel, pero luego todos somos una pieza en algún momento y vamos todos de la mano.

Además de las funciones de teatro, Carmen Machi ha estado estos meses inmersa en el rodaje de Ocho apellidos catalanes, ¿que espera después del existo en los cines españoles de la primera parte? ¿Cree que los tópicos volverán a hacer reír al espectador?

-(Ríe) No espero nada. Las segundas partes de una película se producen porque la anterior ha sido muy buena y, esto es lo que ha ocurrido. Fue un fenómeno muy grande y ha dado pie a una segunda y, vete a saber cuántas se podrían hacer. Lo único que se espera es que vuelva a ocurrir lo mismo, que la gente acuda al cine y que se rían y diviertan, que ya es mucho. No considero que sean tópicos, tiene un perfil regional, pero yo creo que simplemente es una comedia que está muy bien dirigida y con un buen ritmo. A la gente nos gusta reírnos o al menos creemos que nos hace más felices.

También está trabajando en otro proyecto, que además de grabarse una pequeña parte en Pamplona, en él vuelve a encontrarse, aunque sea únicamente en el reparto puesto que en pantalla no coinciden, con Karra Elejalde, ¿qué puede contar de Rumbo?

-Es una película de Manuela Moreno, una directora muy interesante. Una directora joven que no lo parece por la madurez con la que escribe. Es un buen guión, varias historias que se entrecruzan, todas van sobre ruedas, se producen en vehículos y, cada historia tiene un punto de encuentro en un momento de la película. No coincido en ningún momento con Karra, ni rodando. Son historias muy distintas, van en parejas y el no es la mía. Está llena de esperanza y de luz, aunque se rueda íntegramente de noche. Manuela Moreno dialoga muy bien y me apetece mucho hacerla. Mi personaje es una prostituta que tiene relación con un camionero interpretado por Fernando Albizu. A lo largo de la noche ocurre algo y se encuentra con los personajes de las otras historias. No te puedo contar mucho más.

Por último y volviendo a Antígona, un montaje que se ha gestado dentro del proyecto Teatro de la Ciudad, que apuesta por un teatro conectado a la vida social y diaria de los ciudadanos, ¿el teatro es o debe ser político?

-El teatro forma parte de la vida y la política forma parte de la vida. El teatro no tiene que ser siempre político. Obviamente van por el mismo camino. Hay funciones muy políticas y otras que no lo son, pero curiosamente es muy raro encontrar una que no tenga algo político. Sí que creo que cualquier obra tiene algo político, pero no es una reflexión que me haga cuando me levanto y pienso a lo que me dedico.