junto a la ría de Bilbao, la gran araña, Maman (Mamá), de Louise Bourgeois vigila y protege desde 2001 al Museo Guggenheim, que ahora dedica una gran exposición a una de las producciones más destacadas del trabajo de la desaparecida artista, la de Las Celdas. Las grandes salas del museo muestran por primera vez juntas casi la mitad de las algo más de sesenta celdas que la artista francesa, considerada como una de las más importantes e influyentes creadoras del siglo XX, realizó a partir de 1986.

Con todos los elementos que fueron icónicos a lo largo de su trayectoria, son espacios inquietantes que nunca dejan indiferente al observador y en los que Louis Borgeois (París, 1911- Nueva York, 2010) volcó sus ansiedades, sus inseguridades y sus miedos y, a través de ellos, exortizó estos sentimientos.

La frase El arte es garantía de cordura aparece de diferentes formas en varias de las celdas. Bourgeois estuvo psicoanalizada “principalmente por su sentimiento de culpabilidad”, en opinión de Jerry Gorovoy, el joven que conoció a la artista en 1979 y que se convirtió en su mano derecha durante treinta años.

Presidente de la Fundación Louise Bourgeois, que abrirá sus puertas en septiembre como centro de investigación en la antigua casa de la artista, Gorovoy pasea por la salas del Guggenheim para contemplar como ha quedado la muestra, comisariada por Julienne Lorz y Petra Joos, organizada en colaboración con el Haus de Kunst de Munich y patrocinada por la Fundación BBVA.

Día tras día, Gorovoy iba a buscar a Louis para llevarla al estudio y allí comenzaban intensas jornadas en las que en ocasiones ella se mostraba muy deprimida. “Pero sabía que si creaba le ayudaría a sobrevivir. Todo el proceso de creación de Louis fue una terapia, si hacía arte era capaz de hacer frente y de gestionar sus sentimientos”.

Unos sentimientos de dolor, angustia y miedo al abandono que en dos ocasiones la llevaron a intentos de suicidio, uno cuando murió su madre y otro cuando su padre quiso emparejarla con un amigo suyo.

la exposición Según han informado los organizadores, “las Celdas poseen un doble simbolismo y pueden entenderse como guaridas o como espacios de protección o reclusión. En ellas confluyen varios aspectos característicos del arte contemporáneo, como lo objetual, lo formal, lo espacial, lo psicológico, la experiencia y la subjetividad”.

La mayoría de las Celdas son reconstrucciones del pasado que han sido creadas con elementos arquitectónicos y muebles reutilizados, como puertas, ventanas, mallas de alambre, contenedores industriales e, incluso, una cabina de ascensor. En su interior hay objetos en muchos casos procedentes del contexto biográfico de la artista: frascos de perfume, tapices, lámparas, espejos y esferas de cristal, y también esculturas, que a menudo representan fragmentos del cuerpo humano (manos, cabezas, torsos).

En estos recintos, así como en las obras que se muestran en esta exposición y que pueden entenderse como precursoras de las Celdas, se cumple la “ecuación infalible que aplicaba Bourgeois al concebir sus piezas: si el dolor remite, la tensión se reduce, la compulsión desaparece y el dolor se elimina, la escultura funciona”, han destacado.

La exposición, organizada por Haus der Kunst de Múnich en colaboración con el Museo Guggenheim Bilbao y comisariada por Julienne Lorz y Petra Joos, recoge una amplia representación de las innovadoras y sofisticadas obras escultóricas desarrolladas por Louise Bourgeois (1911-2010), una de las artistas más influyentes del siglo XX, a lo largo de dos décadas de su carrera. En esta muestra, el público podrá conocer y experimentar 28 espacios arquitectónicos “cargados de emoción” que separan el mundo interior del exterior y que representan, en cada caso, un microcosmos particular. Las ideas e innovaciones formales de Louise Bourgeois, como su manera de abordar el psicoanálisis y el feminismo, sus instalaciones ambientales y sus formatos teatrales, se han convertido en cuestiones fundamentales del arte contemporáneo.

Las Celdas es una serie que Bourgeois inició en 1986 con la pieza Guarida articulada (Articulated Lair) y que se compone de aproximadamente 60 obras únicas. Con ocasión de esta muestra, las Celdas numeradas del I al VI se agrupan por primera vez desde 1991, fecha en que se reunieron originalmente en el Carnegie International de Pittsburgh. El término “celda” surgió durante los preparativos de aquella exposición en el Carnegie.

Para Bourgeois, el término en inglés “cell” tiene diversas connotaciones, pues se refiere tanto a la célula biológica de un organismo vivo como a la celda individual de una cárcel o de un monasterio. Tres años más tarde, en 1994, la artista creó su primera escultura en forma de araña. Aunque ya superaba los 80 años en aquel momento, Louise Bourgeois logró una vez más reinventar sus métodos de trabajo y realizar algunas de sus piezas de mayores dimensiones gracias a la adquisición, en 1980, de su primer gran estudio.

Hasta entonces había trabajado en su casa de Chelsea, donde la anchura de los espacios, de apenas cuatro metros, era determinante para las dimensiones de sus esculturas. Su nuevo estudio de Brooklyn allanó el camino para las piezas de gran formato. El estudio también le ofreció a Bourgeois una gran variedad de nuevos materiales.