pamplona - Asegura que está feliz con su trabajo y no es para menos. Después de muchos años en televisión, teatro y cine, este es el momento de Álex García, con papeles en largometrajes como Kiki, el amor se hace, La punta del iceberg o Gernika, entre otros. Ahora mismo, se encuentra inmerso en la obra de teatro Incendios, de Mario Gas, con la que estará en Pamplona en noviembre. Momentos antes de la presentación de La novia en Pamplona, enmarcada dentro del Ciclo Gas Natural Fenosa de Cine Itinerante, una iniciativa de la Academia de Cine y de Gas Natural para acercar el cine español al público, el actor habló con DIARIO DE NOTICIAS sobre esta película, su trayectoria y mucho más.
Hace poco que se supo que La novia
-¡Una gran sorpresa! Me pilló tan de sorpresa que cuando me daban la enhorabuena no sabía ni por qué. Es una grandísima noticia. Estar con películas como Julieta o El olivo, junto a directores como Icíar Bollaín o Pedro Almodóvar es muy bonito.
Presenta en Pamplona un largometraje que tuvo muy buena acogida cuando se estrenó, aunque surgió con ciertas dificultades.
-Costó mucho sacar adelante esta película. Paula (Ortiz) estuvo dos años trabajando no solamente en Federico García Lorca y su obra, sino en la búsqueda de un productor que realmente le quisiera apoyar hasta el final. Estos son procesos muy largos que se tambalean muchas veces. Durante el rodaje también tuvimos dificultades económicas, que afortunadamente no frenaron que La novia saliera adelante. Supongo que cualquier bache que tuviera entonces Paula ahora está compensado.
Parece que los cineastas españoles tienen miedo a hacer películas de los clásicos de Lorca, Cervantes o Tirso de Molina, pese a que de Shakespeare hay decenas de cintas. ¿A qué cree que se debe este temor?
-No lo sé. Creo que hay cierto miedo a tocar los clásicos, a levantarlos. Hay dudas de si el público va a recibirlos bien. Pero películas como La novia sirven para demostrar que el público está deseando ver nuestros clásicos. Esto puede ser el pistoletazo de salida para que se empiece a hacer una reedición de nuestros clásicos. Si quieren empezar con Lorca, creo que tienen obras suficientes como para hacer una película al año.
Que haya sido preseleccionada para los Oscar puede servir como llamada de atención para que se realicen más películas como esta.
-Creo que sí. Fue sorprendente porque había tanto miedo con esta película que hasta ya uno mismo, como actor, llegaba a dudar de qué respuesta tendría el público ante la película. La respuesta ha sido tan bonita, más ante una cinta que tuvo dudas con sus salida comercial, que lo único que quiere decir es que el público valora el buen trabajo y los buenos textos.
¿Qué le ha aportado trabajar con mujeres como Inma Cuesta, Paula Ortiz o Leticia Dolera?
-Me encanta trabajar con mujeres. Estas tres en concreto son muy diferentes, pero todas tienen en común que son muy elegantes a la hora de trabajar. Con Leticia Dolera aprendí a no rayarme demasiado haciendo los personajes y a que los personajes se crean con un buen texto. Con Inma, su víscera y su música, que me la llevo conmigo a todas partes. Trabajar con ella es como cantar una canción. Y Paula tenía muy claro lo que quería hacer y por eso lo ha hecho. Nos dijo que estaba muy contenta por haber logrado, pese a las dificultades, sacar esta película adelante, algo que muy pocos directores pueden decir.
En una ocasión dijo que su papel como Leonardo le hizo reconectar con la profesión en un momento en el que casi tira la toalla...
-Creo que eso nos pasa a todos muy a menudo, pero no siempre lo decimos. A mí, eventualmente, se me agotan las fuerzas, porque siempre que hago algo pongo toda mi energía, y al final se me acaba. Hay veces que esta profesión es tan ingrata que te dan ganas de volver a casa, a mis Canarias queridas. Pero luego haces personajes como Leonardo y entiendes por qué dejaste el mar.
Lleva en el cine una década y, sin embargo, ha sido este año cuando le han descubierto como actor revelación. ¿Cómo lo lleva?
-Muy bien, porque soy joven. Fíjate, Fernando Colomo también optaba al premio a actor revelación y me lleva unos cuantos años (ríe). Me hace ilusión porque solo lo puedes ser una vez en la vida, y si no lo hubiera sido ahora, no lo habría sido nunca.
Después de tener al público acostumbrado a papeles dramáticos, se pasó a la comedia con películas como Kiki, el amor se hace
-Muy agradable. Trabajar con Paco (León) ha sido una de las mejores experiencias de los últimos años. Me lo pasé muy bien y aprendí mucho. Encima salió una película de la que te puedes seguir orgulloso. Me ha gustado tanto que he repetido y en noviembre estreno No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Eso sí, me parece complicadísima la comedia. Tiene una humildad y un dolor que cuesta mucho hilar, hay que tener un talento especial para que eso ocurra, aunque también se puede trabajar, y yo estoy trabajando mucho para que eso ocurra porque lo que más me gusta es reírme.
¿Es más difícil hacer llorar o reír?
-A mí me cuesta más hacer reír. A mí me han dicho que sé emocionar más veces de las que me han dicho que hago reír, aunque curiosamente en la vida corriente es al revés. Me encanta ver en el cine que la gente se ríe con una escena mía, porque es una de las sensaciones más bonitas que una persona pueda tener.
Con papeles en películas como La novia, La punta del iceberg o La noviaLa punta del icebergGernika
-Depende de lo que sea para cada uno el éxito. Lo que me motiva es mejorar y seguir trabajando. Poder tener muchos trabajos hoy en día me hace sentir muy afortunado. El éxito me parece que es una trampa peligrosísima a la que no quiero ni acercarme.
En estos últimos meses ha participado en proyectos muy dispares. ¿Es un delirio cambiar tanto de registro?
-Tiene algo de delirio, pero yo soy un poco delirio. Hoy me gusta estar aquí, mañana en México y pasado en Tenerife; hoy me río de la vida y mañana lloro por los rincones... Todo eso se lo voy dando a los personajes y ellos me lo dan a mí. Lo más bonito de actuar es que vives muchas vidas y se aprende mucho del personaje. Todo eso te lo quedas para ti, y si que es cierto que un día llegas a casa y te preguntas quién eres.
Ha trabajado en cine, televisión y teatro. ¿Con qué se queda?
-Con una buena historia, con cualquiera de los tres medios. Me han tocado historias maravillosas en televisión, en teatro y en cine. Las buenas historias te mueven, estés en el medio que estés. Una maestra mía decía que ella medía si un trabajo estaba bien si lo podía hacer en teatro y que eso mismo en el cine funcionara.
También ha trabajado en alguna ocasión detrás de las cámaras, como cuando estuvo al frente del cortometraje Un día cualquiera
-Estoy muy feliz actuando. Bastante tengo con sacar adelante mis personajes como para atreverme a dirigir. Me parece súper respetable cuando lo hacen, porque me parece que el director tiene que saber de todo lo que ocurre en un set y tiene que tener la generosidad de dejar que cada uno haga su trabajo. Por el momento, prefiero que me dirijan.
En un momento de incertidumbre política y a pocos días del debate de investidura, ¿qué le diría al posible nuevo Gobierno que hiciera por la cultura en España?
-Yo ya no digo nada, yo sigo trabajando y a mis compañeros les digo que hagamos todo lo posible para que resulte apetecible ayudarnos. Pero todo lo que había que decir está ya dicho, gritado, callado, silenciado, maltratado... Ahora nos toca seguir haciendo y evitar que en un futuro siga esta desoladora situación.