PAMPLONA. Para comenzar por lo básico, ¿cuál es el punto común en el que se encuentran las voces búlgaras y el flamenco de Arcángel?

-Creo que, sobre todo, el tronco común es de dónde salen ambas, cada una con ramificaciones distintas y desembocando en cosas diferentes, pero el punto común es que salen de la música popular. Y son dos músicas que saliendo de la cultura popular han creado dos géneros artísticos importantes, tanto el flamenco como la música búlgara; aunque, como digo, cada una tenga una idiosincrasia muy distinta. Y, por otra parte, pero no menos importante, es que se trata de unas música que basan principalmente su importancia en la voz. Ellos sobre todo, ya que no han desarrollado instrumentos que aporten armonía, cosa que sí ha hecho el flamenco con la guitarra. Al igual que el flamenco nació originalmente con la voz, la música búlgara igual, y siguen siendo así. Estos troncos comunes los acercan bastante en el afán comunicador de la música.

Convencido de que para poder evolucionar en el flamenco es necesario conocer y dominar su raíz, ¿quizá lo que está sucediendo es que actualmente se tercia hacia una fusión fácil, comercial, sin conocer la esencia de la música que se fusiona?

-Dicho así puede sonar demasiado drástico y duro, pero lo que está claro es que alguien no puede evolucionar ni revolucionar una música si no la conoce bien por dentro. Eso sí lo tengo bastante claro. Y hay de todo... personas que intentan hacer una fusión para poder decir que han estado en contacto con otras músicas, sin importarle lo más mínimo esas otras músicas; y hay gente al que su intelecto no les llega para más... Es decir, hay músicas que tienen una complejidad que hace difícil no quedarse en lo obvio, en la capa superficial, porque indagar supone trabajo, enfrentarte a tus propias limitaciones y, en ocasiones, no conseguirlo porque no eres capaz de hacerlo; y esos son trabajos que a nadie le agradan, la verdad.

¿Cómo resuelve Arcángel un desafío vocal tan dispar como el de las citadas voces búlgaras y los palos flamencos?

-Pues mira, se resuelve de dos maneras: teniendo muy poca vergüenza y poniéndote ahí a ver qué eres capaz de hacer. Eso sí, una vez superada la fase de la poca vergüenza, hay que aplicarle todo el rigor que uno pueda. Porque una cosa es cierta, exigente es, y mucho. Muy exigente, sobre todo porque técnicamente su canto es muy complicado para la garganta. Y, por otra parte, está el lenguaje que ellos usan, ya que al tratarse de una música popular que ha incorporado como lenguaje de comunicación la escritura -es decir, utilizan partituras, algo que no se usa en el flamenco, hasta el momento- se forma un binomio que ciertamente resulta complejo... Porque ya sabemos que encajar una música popular dentro de una partitura siempre cuesta porque hay matices que se escapan a esa idiosincrasia que tiene el pentagrama. Todo esto son complicaciones que se van sucediendo a las que, además, hay que añadir el idioma.

Recuerdo que me apuntaba en su primera visita al festival que el flamenco necesitaba un acercamiento al lenguaje que se usa hoy en día, ¿cómo llevamos esa tarea, porque este proyecto no va encaminado en ese sentido?

-No, de momento, eso queda a desmano y, como todo los proyectos, depende de que cada uno vaya haciendo patria pequeñita intentando buscar esa vía para el flamenco. Pero yo también creo que lo genial de verdad sería no adaptar ese lenguaje universal que parece que no nos encaja mucho en el flamenco -sí para entendernos, pero no para indagar en lo profundo de las cosas-, sino inventar un modo de comunicación o de escritura que fuera más genuino para el flamenco.

En este sentido, aunque la pregunta parezca de perogrullo, ¿necesita el flamenco pegarse más a la calle, a los problemas reales, para volver a los barrios en los que nació ?

-Puede ser... El caso es contar las cosas de una manera un poco más actual. Pero, sobre todo, el flamenco lo que necesita es normalizarse con la gente... Es decir, la gente tiene que tener una relación con el flamenco natural, nada forzada. Que no parezca que para escuchar flamenco tienes que ser un entendido y conocer no sé cuantos palos o estilos... Yo huyo de eso, creo que el flamenco tiene los componentes necesarios para atraer la atención de alguien sin que desde el propio mundo el flamenco preguntemos por el carnet de identidad.

Lorca y Camarón se dan cita en este proyecto con la Leyenda del tiempo y la Aurora de Nueva York, esto ya es salto mortal con doble tirabuzón invertido...

-(risas) Bueno, son temas que ya ha abordado otra gente y que son versiones. Ciertamente lo es, porque inevitablemente planea sobre todo el espectáculo la sombra de Enrique Morente, ya que fue el primero que hizo un detalle con las voces búlgaras. Y, por supuesto, Camarón, que son los dos grandes maestros de mi época. Ciertamente resulta complicado, pero la música tiene esa cosa tan especial y esas propiedades curativas tan buenas que cuando uno está metido en el lío intenta mirar para los lados lo menos posible, disfrutar y hacerlo como uno mejor pueda; siempre con rigor y profesionalidad, por supuesto.

Este trabajoso caminar entre modernidad, tradición y fusión, ¿le está dando más alegrías o quebraderos de cabeza?

-Hay de tó, pero afortunadamente siempre pesan más las alegrías, si no ya me habría retirado (risas). Pero más que las alegrías, porque yo no soy persona de regocijarse en lo que uno hace bien, a mí lo que me mantiene vivo es la búsqueda, el intentar superar tus miedos, tus fobias, tus limitaciones... Y saber emocionarte con estas cosas y con otras disciplinas; eso es lo que realmente te mantiene vivo. Las alegrías y las penas, todos las tenemos, de índole diferente cada uno, pero lo que a mí me mantiene vivo es eso.

Precisamente, ¿cómo asume su cabeza que se tenga a Arcángel como una de las ya consolidadas referencias del flamenco ante la que todo el mundo se postra?

-Siempre hay muchos locos que piensan esas cosas de uno (risas), allá ellos (risas). Yo lo único que intento es disfrutar y hacer las cosas bien, en lo que a mí respecta, y, sobre todo, tener el convencimiento de que uno ha dado el 100% de lo que tiene dentro. Luego, ya, lo que digan los demás, bienvenido sea si es bueno; y si es malo, intentaremos convencerlos para la siguiente.