Ponerse en la piel de las víctimas del terrorismo. Así se titula el curso de verano que ha dado comienzo este jueves, 3 de julio, y se celebrará hasta el viernes 4 con la participación de expertas/os, docentes, cineastas e intérpretes. Las charlas tienen lugar en el Palacio de Miramar de Donostia de la mano de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU).

El objetivo de esta actividad es “abordar el modo en que ETA ha sido representada durante las últimas décadas en la ficción audiovisual”, explica Virginia López de Maturana Diéguez, directora del curso y profesora de la UPV-EHU. Además, se ha invitado a diversos profesionales del mundo del cine –actores, actrices, directoras, directoras, guionistas y productoras/es– para que narren “su vivencia al interpretar a una de las víctimas” de la banda terrorista. 

Entre las/os ponentes, la directora de cine navarra Ana Díez y Roncesvalles Labiano y Ana Escauriaza, profesoras e investigadoras de la Universidad de Navarra. Y es que, entre las/os cineastas que se han interesado por esta temática están las/os navarras/os Helena Taberna (Yoyes), Amaia y Aitor Merino (Asier eta biok) y la citada Ana Díez (Ander eta Yul). En el ámbito televisivo y de plataformas de streaming cabe destacar a Félix Viscarret (Patria) y al guionista Michel Gaztambide (El padre de Caín).

245 producciones

Durante la ponencia inaugural del curso, Santiago de Pablo Contreras, catedrático de Historia Contemporánea en la Facultad de Letras de la UPV-EHU, apuntó que desde la transición hasta la actualidad, ETA ha saltado a la pantalla –grande y pequeña– en 245 producciones audiovisuales, de las cuales 77 han sido largometrajes cinematográficos.

 “Esa idea de que el cine español no se ha atrevido a tratar el tema de ETA no es cierta. Hay un corpus audiovisual potente aunque, a veces, desconocido” por no tener esa calidad artística, carecer de hondura ética y moral, o simplemente por no tener éxito de público, recalcó De Pablo. Para ilustrar sus palabras, solo hay que citar algunos títulos: Operación Ogro, El proceso de Burgos, La muerte de Mikel, Días contados, Lasa y Zabala, El Lobo, Asesinato en febrero, Maixabel, La infiltrada y un largo etcétera.

Por tanto, en su opinión, “no puede decirse que el cine español no se haya preocupado de ETA”, aunque en ocasiones, especialmente en las primeras décadas, lo ha hecho de una manera que, a su juicio, “tenía que haber sido más valiente”, aunque lo hizo en sintonía con la actitud que mantenía la propia sociedad.

El catedrático repasó la evolución que ha experimentado el tratamiento del terrorismo en la producción audiovisual desde las primeras películas que, en la década de los años setenta, trataron el asesinato de Luis Carrero Blanco y que continuaron después recreando el fusilamiento de Txiki y Otaegi o el proceso de Burgos. A partir de ahí la cinematografía está salpicada de títulos en los que, en ocasiones, los miembros de ETA se presentan como héroes románticos, no se profundiza en el terrorismo y las víctimas aparecen como figurantes.

Esta situación es más o menos recurrente hasta el año 2000, cuando la “reacción sin precedentes contra ETA” generada tras el asesinato del concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, se traslada también a la pantalla y crece exponencialmente el número de producciones sobre el tema. A partir de ese momento, las víctimas cobran protagonismo y llevan sus testimonios a documentales, género que gana terreno a la ficción, expuso.

En la primera jornada del curso también intervino Juan Benito Valenciano, presidente de la Fundación Víctimas del Terrorismo, que aseguró que que títulos como ETA: el final del silencio, El Desafío: ETA, La línea invisible, Patria o, más recientemente, La Infiltrada suponen “valiosas aportaciones, verdaderos regalos para las víctimas del terrorismo y para la defensa de su memoria”.