pamplona - La puesta en escena de una obra de Alfonso Sastre es siempre un acontecimiento. Pese a su indudable prestigio como dramaturgo, el madrileño afincado en Hondarribia tiene fama de ser un autor más estudiado que representado. Alguna vez él mismo ha calculado que en el País Vasco se representa una pieza suya cada diez años aproximadamente, y casi siempre de modo precario y breve. Habría que tirar de hemeroteca para confirmar el dato exacto, pero lo cierto es que no todos los lustros se puede disfrutar de uno de sus trabajos en vivo. Sin embargo, hoy (20.00 horas) el escenario del Teatro Gayarre acogerá la función de Escuadra hacia la muerte, versión adaptada y dirigida por Paco Azorín para el Centro Dramático Nacional (CDN). Las entradas cuestan 18 euros en sala, 14 en palco y 8 en anfiteatro.
La ocasión parece idónea para contactar con Sastre, que además acaba de publicar una obra inédita, Apocalipsis o las noches del fin del mundo, en Hiru, la editorial familiar que fundó su compañera Eva Forest. El escritor prefiere contestar por escrito y responde escuetamente a las preguntas de un amplio cuestionario remitido por DIARIO DE NOTICIAS.
Alfonso Sastre (Madrid, 1926) recuerda la “emoción” del estreno de Escuadra hacia la muerte el 18 de marzo de 1953 en el Teatro María Guerrero de Madrid. Sólo se representaron tres funciones porque la censura obligó a retirar la pieza del cartel por antimilitarista. Según los medios de la época, el Alto Estado Mayor del Ejército aseguraba que la obra retrataba “todo lo innoble que puede ser el sujeto humano” y llevaba al espíritu del espectador “una impresión irreal de la familia militar”. Pese al accidentado comienzo, aquel montaje supuso “el arranque de una carrera profesional casi mágica”. A punto de cumplir 91 años, atesora un currículo de infarto que tiene perfectamente inventariado: “He escrito 84 obras dramáticas, de las cuales 33 no han sido estrenadas. También tengo 21 obras filosóficas, siete de narrativa, otros tantos libros de poemas y nueve guiones de cine”. A la pregunta de cuál es la fuente de energía que le permite seguir escribiendo teatro desde hace 70 años, responde sin dudar: “Pongo mi alma en ello”. Y sigue en la brecha. Precisamente, hace unas semanas publicó Apocalispis o las noches del fin del mundo, una obra teatral que forma parte de sus “experiencias de terror fantástico y directamente emparentada con su novela Necrópolis o los amigos de Bram Stoker, de la que es una adaptación. Según apuntan desde la editorial, el texto está “a la altura de sus grandes obras” -Escuadra hacia la muerte, Los hombres y sus sombras, La taberna fantástica...- y guarda parentesco con lo que Sastre ha definido como “teatro complejo”, un concepto que le sirve para mostrar su “vertiente más lúdica y, al mismo tiempo, compleja y existencial”. “La complejidad de mi obra ha ido aumentando a medida que ha ido creciendo. Es un concepto útil y dialéctico. Todos los equilibrios en el arte y la literatura son difíciles”, asevera.
El éxito de la supervivencia “El teatro español vive bajo el imperio de la mediocridad. Eso me sitúa lejos de él”, opina al ser cuestionado sobre su condición de autor poco representado. Además, cree que “seguramente tiene razón” Paco Azorín cuando asegura que ha pagado caro haber sido consecuente consigo mismo al optar por un teatro más experimental que defiende la investigación y se atreve a probar cosas nuevas. Dice sentirse “más ignorado que valorado” y proclama: “Mi mayor éxito ha sido mi supervivencia”.
Sin profundizar en exceso, cree que “hablar de teatro vasco sería predicar una impostura” y cuando se le pregunta si mantiene la fe en el poder del teatro como elemento transformador e la sociedad, contesta: “Nunca he tenido esa fe, pero sí he actuado como si la tuviera. Por ejemplo, cuando intenté crear con José Mª de Quinto un Teatro de Agitación Social en plena dictadura franquista”.
Comprometido históricamente con la izquierda abertzale, cree que actualmente ésta atraviesa “una situación transitoria” tras el cese de la actividad violenta de ETA. Otra de sus últimas piezas, ¿Hacia un socialismo de las multitudes? (Hiru, 2013), está inspirada en el movimiento de los indignados, que dio origen a Podemos, formación que actualmente es, a su juicio, “un muerto? de éxito”. “¡Triste destino el suyo!”, concluye.