Han pasado ya mas de 6 años desde que fui presidente de la Fundación Auditorio Barañáin y más de 22 años desde que por primera vez entré en el propio Auditorio como técnico de sonido cubriendo con solvencia mis labores y viviendo momentos muy agradables y otros por supuesto no tanto. De los más desagradables sin duda fue el tener que tomar la decisión de despedir a un trabajador, concretamente al administrador de la Fundación, Mikel Archanco, quien fue compañero y amigo durante años.

Quizá he estado demasiados años callado con este tema, quizá en un intento de dejar que el tiempo ponga todo en su lugar o quizá porque anímicamente no he sabido gestionarlo.

Periódicamente, casualmente cuando algo relevante asoma a mi vida, sale a colación la sentencia por despido improcedente del entonces administrador de la Fundación. Esta última a través de una carta al director justo cuando me presento a la Secretaría General de Podemos Ahal Dugu Navarra. Este proceder reiterado en el tiempo resulta como poco curioso y claramente cargado de intencionalidad. Creo que ha llegado el momento de responder.

Además de verter algunas acusaciones falsas, en la carta se olvidan de comentar ciertas cuestiones todas ellas probadas y contrastadas y que me gustaría de una vez por todas aclarar.

Durante mi presidencia y después de recibir ciertos avisos y alertas de externas fui descubriendo malas praxis reiteradas en la contabilidad y opté por solicitar una investigación de las cuentas a Hacienda Tributaria de Navarra y a la Cámara de Comptos.

En ambos informes se revelan hechos gravísimos, muchísimo más graves de los que ya sospechábamos. Ya sólo que los propios inspectores relataran las dificultades que estaban encontrando para realizar su labor por ni tan siquiera poder cotejar las facturas con los libros contables de un espacio público, nos hizo temer lo peor. La inspección de Hacienda acabó con una sanción de casi 80.000 euros por incumplimientos en la tramitación del IVA, es decir, fraude a las arcas públicas.

Pero es que además se señalan graves “deficiencias” en la justificaciones de subvenciones del Gobierno de Navarra, denuncian que no se aplicaban las tasas y precios públicos, hecho constitutivo de delito por sí solo.

Por si fuera poco, durante estas inspecciones salió a la luz una cuenta bancaria, desconocida por mí y por varios presidentes que me precedieron, cuyo último apoderado era un expresidente de UPN en el año 2009, y que el administrador de la Fundación despedido manejaba en solitario y sin dar cuenta de ello a nadie.

Ninguno de esos informes llegó a tiempo para ser valorados durante el juicio del despido, tampoco tuve ocasión de expresar los motivos que me llevaron a tomar tal decisión, ni relatar las formas de funcionar asentadas desde hacía demasiado tiempo.

Aún y todo, el hecho más grave se produjo después de la sentencia, y no contra mí. El señor Mikel Archanco, dentro de las dependencias del Auditorio, acorraló contra una pared profiriendo gritos y amenazas a la trabajadora que declaró durante el juicio contra él. Por esta acción deleznable la junta del patronato tomó, por primera y única vez y de forma unánime, la decisión de prohibirle la entrada en la zona de oficinas del auditorio.

Son ya demasiados años arrastrando la sospecha y las acusaciones veladas, demasiados, y como he dicho antes, ha llegado el momento de hablar.

Creo que precisamente acabar con estas malas praxis en la administración pública, con estas pequeñas corruptelas, es una de las principales obligaciones que un partido político comprometido con el bien público debe realizar. Aunque conlleve un gran coste personal. Es así como los pequeños, los concejales de los no tan grandes municipios luchamos contra la corrupción. Sin escenarios, sin altavoces ni grandilocuentes ruedas de prensa; sin marcharnos dejando bajo la alfombra la basura encontrada; luchamos contra la corrupción tomando medidas y quedándonos a trabajar para que no se repitan.