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Iruña Rock Una oferta de futuro

La primera edición de Iruña Rock se cerró el sábado con éxito tanto por la calidad que exhibieron los grupos participantes como por la buena respuesta de público.

Iruña Rock Una oferta de futuro

la segunda jornada del Iruña Rock, celebrada el sábado, siguió la misma tónica que ya había marcado la primera: calor (agobiante en las primeras horas) y buena afluencia de público, que se acercó a la Ciudadela para disfrutar de las distintas propuestas anunciadas en el cartel, todas ellas enclavadas en el rock, aunque, como pudo comprobarse, de diferentes estilos.

Dawn Of The Maya fue la primera banda en actuar. Lo hizo a las 16.30 horas, cuando el sol caía a plomo y el público, que todavía no era demasiado numeroso, se refugiaba bajo la sombra de los árboles. No por ello se amilanaron los de Pamplona, una banda local en cuanto a su procedencia, pero internacional por su repercusión (acaba de regresar de Japón, donde ha estado de gira). No es de extrañar que tenga semejante proyección, ya que su estilo puede ser universalmente asimilado: una mezcla de hardcore y metal ejecutada con contundencia inusitada. Sus miembros están en plena gira de su último álbum, Colossal, del que interpretaron temas como Under the tree of wonders o The architect of creation.

Excelente actuación la suya, sobreponiéndose a algunos problemas técnicos (que fueron eficazmente solventados por el personal del festival), y a la baja de su guitarrista habitual, que no pudo acudir a la cita de la Ciudadela por motivos laborales (siendo sustituido por un joven de 18 años que se aprendió el repertorio en tiempo récord).

Tras la apisonadora sonora de Dawn Of The Maya llegó el turno de Hesian, también navarros, aunque de sonidos más livianos y eclécticos. Su música se podría definir como rock, pero adopta tintes de otros estilos, como el pop, el punk o el ska. Ya de entrada, cuentan en su formación con el brillo de los metales (trompeta y trombón), lo que les aporta gran versatilidad a la hora de afrontar nuevos registros. Acaban de cumplir diez años como grupo, y lo han celebrado con la publicación de un disco homónimo (Hesian, el séptimo de su carrera), del que interpretaron temas como Zerotik, Badakit’o Hemen naiz (single de presentación del álbum). Presentaban la novedad de la bajista Ane, que cumplió sobradamente su cometido, al igual que el resto de instrumentistas, sobre los que Zuriñe y Fran se lucieron con las voces.

Especialmente bien sonó Infinitoarekin, de comienzo delicado, o Guregatik, perteneciente a su disco Hitzetik, con la que cerraron su actuación.

Y de Navarra saltamos a Valencia, de donde procedían las dos siguientes bandas. La primera de ellas fue Zoo, el proyecto liderado por Toni Sánchez (Panxo). El proyecto es relativamente nuevo (solo ha publicado dos discos, Tempestes vénen del sud, 2014, y el recién parido Raval, que ha visto la luz en este 2017), pero sus miembros proceden de otras formaciones y atesoran una larga experiencia. Cantan en valenciano y su música, al igual que sucedía con la de Hesian, es permeable a diferentes estilos como el rap, el hip hop, el rock, la electrónica o el ska. Fue la banda más bailable de la jornada, merced a unas composiciones con mucho flow y a los metales con los que las colorean. En cuanto a las letras, y esto fue una constante en casi todos los grupos, tenían un cariz fuertemente reivindicativo, que quedó patente en temas como Dilo en castellano (la única que cantaron en la lengua de Cervantes), Cap del avall, Corbelles o Vull. Uno de los momentos de mayor conexión con el público llegó con la festiva Estiu, posiblemente su canción más conocida.

También desde Valencia llegó La Raíz. Todo quedaba en casa, porque Pablo, uno de sus cantantes y miembro fundador (junto a Edu), es hermano de Toni, cantante de Zoo. No es lo único que comparten. La Raíz también elabora una sabrosa mezcolanza de géneros (ska, rock, reggae, rap?).

Quizás la principal diferencia radique en que la electrónica tiene en ellos menos presencia que en Zoo, escorándose hacia sonidos más netamente rockeros. La Raíz está inmersa en la gira La hoguera de los continentes, que les está haciendo viajar por países de Europa y América. Están muy rodados, y lo demostraron desde el arranque con Nuestra nación.

Había anochecido ya en Pamplona cuando los miembros de Soziedad Alkoholika ocuparon el escenario y comenzaron a descargar su granítico sonido. Faltaba Jimmy, pero el resultado final no se resintió lo más mínimo. Fueron, junto a Dawn Ot The Maya, los que aportaron la mayor contundencia de la jornada, con su ya conocido hardcore de ascendencia punk y metalera, y sus controvertidas letras. Se les vio pletóricos a nivel instrumental, aunque con la voz de Juan bastante justa en algunos momentos. Combinaron temas de su nuevo disco, como el que le da título, Sistema antisocial , con otros más antiguos como Cadenas de odio. Aunque cuando más hicieron disfrutar fue cuando interpretaron sus canciones de los años noventa, como Ratas, Padre Black & Decker, Motxalo o Nos vimos en Berlín, con la que se despidieron.

El honor de cerrar el festival recayó sobre Boikot. Los madrileños se mostraron encantados de tocar en Pamplona (“la tierra de los Barricada”, dijeron). Su música, de alguna manera, puede resultar cercana a la de La Raíz, por su carácter festivo y reivindicativo. Desplegaron una gran variedad instrumental (percusiones, saxo, trompeta, acordeón?), apoyados por las imágenes que se proyectaban en una pantalla enorme, situada en la parte trasera del escenario. Repasaron su carrera con canciones como Inés, Gasolina, vidrio y mecha o Bubamara. Cuando tocaron Bajo el suelo, que aborda el tema de la violencia doméstica, salieron al escenario varias mujeres del colectivo #metachodemacho, que estuvo presente en todo el festival.

Volvieron a acordarse de Barricada, concretamente de su álbum La tierra está sorda, cuando interpretaron No pasarán, que también versa sobre la Guerra Civil. Terminaron su concierto (y el festival) con confeti y pirotecnia encima del escenario y alegría completa entre el público.

Así, la primera edición del Iruña Rock se cerró con éxito. Ojalá pueda consolidarse en los próximos años, y ojalá pueda convivir también con el Tres Sesenta (que este año no se ha celebrado). De esa manera, la oferta cultural sería más completa, abarcando los sonidos más duros y críticos con el sistema, que estarían presentes en el Iruña Rock, pero sin dejar de lado otras propuestas que también despiertan el interés del público navarro, como bien se demostró en las pasadas ediciones del Tres Sesenta.