Nunca sabremos que diría el añorado y malogrado Eduardo Benavente al ver colgada en una de las paredes del Museo Universidad de Navarra (MUN) la carátula de su Autosuficiencia, quizá entonaría para sus adentros el quiero ser santa, quiero ser beata... Pero lo más probable es que le invitara a unas cañas a Óscar Mariné (Madrid, 1951), auténtico artífice de la imagen de buena parte de los grupos que nacieron en los 80 en España al calor de un punkrock que, bajo la premisa del do it yourself, se abría paso a bocados entre la desvergüenza del no sabemos tocar, “pero tocamos”, y el tsunami de libertad, atrevimiento y vanguardia que atravesaba el Estado desde Vigo hasta Madrid.

Ahora el MUN presenta Big Bang Mariné, una exposición que no es una antología, de hecho la práctica totalidad de las 160 obras exhibidas han sido creadas ad hoc para esta muestra, pero sí se muestra como un intenso, lumínico, colorido y retrospectivo repaso a la carrera del diseñador a lo largo de ocho salas que ocupan un total de 400 metros lineales expositivos. Un recorrido que va desde el imaginario de los vaqueros que aparecían en los tebeos, hasta las figuritas que compró en una Nueva York ya olvidada, las carátulas de discos de Siniestro Total, Derribos Arias o Glutamato Ye-Yé y los carteles del filmes como Tierra, Perdita Durango, El día de la bestia o Todo sobre mi madre. Pero también hay espacio, mucho espacio, para la música, desde el jazz hasta carteles de conciertos de Bruce Sprinsgteen o Van Morrison e incluso una particular playlist, el “oro puro” de la música de los años 60, 70 y 80.

El propio Óscar Mariné definió ayer esta muestra como un “desafío que nos ha hecho trabajar todo de nuevo, partiendo casi desde cero, ya que lo que hay aquí está específicamente hecho para este museo. Es como un punto y a parte, para el que he contado con un equipo magnífico, tanto para concebir la obra como para seleccionarla y así mostrar lo grande que es esta profesión. Una profesión en la que partiendo del diseño gráfico, de ideas muy alejadas de un museo, hemos llegado a colgarlas todas aquí. El diseño es la muestra de la inteligencia, sino tuviéramos diseño propio seguiríamos importando cosas; lo que produce de verdad es la cultura propia, y eso se consigue creando buenas marcas, comunicando; y ese control lo tienen los diseñadores”.

Todo lo que se puede ver en el MUN, según explicó Mariné, está relacionado con la “cultura popular, son carteles de calle, imágenes hechas para televisión o prensa, y que nunca hubiéramos pensado colgar en un museo”.

8 salas, mil colores El primer estadio de este Big Bang está colmado de vaqueros, es el reflejo del universo que Mariné explora cuando se aleja de lo comercial “y empiezo a pintar, en un año sabático que pasé alojado en un hotel. El artista siempre dibuja o pinta para ser reproducido en diferentes soportes -matizó el diseñador-, por eso, mi último trabajo es la impresión. Es un homenaje a los héroes de papel y la televisión en blanco y negro”. En esta sala se pueden ver también una colección de miniaturas de plásticos que compró en Nueva York, “a dónde, como un emigrante, fui a aprender, a trabajar... fue una época, los 90, que marcó mucho mi vida. De hecho todas las palabras en inglés que aparecen en la muestra nacen de mi influencia por la cultura americana, un país visual por excelencia”.

El segundo espacio, al que se accede a través de un poema visual que hace referencia al jazz, está marcado por la música y el cine. En primer lugar, el espectador se enfrenta a un mural de 15 metros en el que se entremezclan trabajos de Mariné para filmes de Medem, Trueba, Almodóvar o Álex de la Iglesia. “Es mi aportación al cine español, que algunos que dicen que es muy malo, pero yo soy hijo de un cineasta y este es mi homenaje a ese mundo”. Y, sin bajar la vista, uno se da de bruces con algunos de los discos seminales de rock estatal. “En aquella época, yo no solo era diseñador, sino también productor, de hecho, muchos de estos discos los tenía que pagar yo (creó la distribuidora Pancoca) para hacer la portada. La primera fue para el grupo de Moncho Alpuente y la segunda(que se puede ver en la muestra) fue para Siniestro Total (Cuando se como aquí, de 1982, en la que aparecen unos curiosos hermanos Dalton)”. También figura la versión que hizo para Siniestro de la famosa portada del London Calling de los Clash, solo que en lugar de Paul Simonon estrellando su bajo aparece un gaitero destrozando su gaita.

En el tercer espacio la música se multiplica y aparecen carteles realizados por Mariné para conciertos de Bruce Springsteen o Van Morrison. “Yo nunca hubiera soñado hacer carteles para estos artistas”, afirmó el artista.

Llegados a la cuarta estancia, el espectador se encuentra con un corredor con varias piezas que evolucionan la figura femenina del cartel del filme del Almodóvar Todo sobre mi madre, a la par que se enfrentan con frases que reflejan emociones y para cuya ejecución “difícil y costosa, trabajamos varias personas, con mucho cariño hasta dar con el magnetismo y la magia. Siempre con la misma tipografía”, su característica letra Folio.

Tras superar un quinto espacio en el que Mariné desentraña su estudio y aporta una de las claves de su obra, Open your mind now (Abre tu mente ahora), se accede a otra de las joyas histórica de la muestra, la que marca la faceta de editor de Óscar Mariné a través de la revista Madrid me mata, un trabajo que acaba de ser adquirido por el Reina Sofía. “Duró un año, salió muy bien, y esta es la primera vez que lo sacamos de los cajones. Todas las fotos que hacíamos eran originales, dando lugar a un fanzine marcado por el hazlo tú mismo”. Un revista contracultural, en la que también tuvo mucho que ver Moncho Alpuente, el gran compañero de fatigas de Mariné.

El séptimo espacio, especialmente melómano, es una particular playlist (a la que se podrá acceder) en la que nombres como Diego Manrique, Jesús Ordovás o Julián Hernández han seleccionado las que son sus mejores 100 canciones de los años 60, 70 y 80, que aparecen con sus títulos y grupos correspondientes. Un selección que Mariné calificó como “oro puro”.

La muestra se cierra con un guiño abstracto, “muy Bauhaus”, con geometrías “que parecen muy modernas, y que hemos elaborado en los últimos siete meses, pero que vuelve a los orígenes del diseño gráfico, hasta un siglo atrás”. Finalmente, Mariné apuntó que algunos de los que aparecen en las obras ahora expuestas o que han colaborado en ellas, vendrán a verla.

Historia viva del diseño. Óscar Mariné Brandi (Madrid, 1951) es un diseñador, ilustrador, tipógrafo y artista clave desde los años 80. Creció en un ambiente artístico que le introdujo de modo natural en la Movida madrileña. Comenzó a diseñar camisetas y portadas de discos. La revista Madrid me mata, sin embargo, por su carácter experimental y libre, underground y cañí, supuso su auténtica escuela. En los 90, después de fundar su estudio OMB, salta a Nueva York, y comienza a situarse con nombre propio en el mundo del diseño con sus trabajos para Absolut Vodka, Camper o Swatch.

La reflexión. “Las cosas buenas evolucionan bien, si se hacen a conciencia duran mucho tiempo”.