habitualmente se ha narrado la historia como una sucesión de hechos y acontecimientos encadenados temporalmente. Una fecha y el nombre de un lugar acaban fijados en la memoria colectiva simbolizando y apropiándose del espacio geográfico y del propio acontecimiento. Mientras, el territorio o el paisaje, escenario fundamental en el acontecer de los hechos, permanece quieto, oculto”. Estas palabras de María Bleda (Castellón, 1969) y José María Rosa (Albacete, 1970) resumen bien la filosofía de su trabajo fotográfico, gran parte del cual podrá verse en el Museo Universidad de Navarra hasta el próximo 30 de septiembre. En concreto, seis series que recorren 25 años de trabajo en torno a los conceptos de espacio, tiempo y memoria, ya sea esta personal o colectiva, y que pretende demostrar que la historia narrada no es más que una construcción, ya que el tiempo no es algo continuo, sino fragmentado, de manera que se le pueden aplicar elementos propios de la geografía, como pueden ser las fallas, las rupturas, las continuidades, las mesetas... Por eso Geografía del tiempo, el título de este conjunto de 196 piezas distribuidas por la planta -1 del MUN, coproductor de la muestra junto con Bombas Gens Centre d’Arte de Valencia y el Centro Gallego de Arte Contemporáneo. La comisaria es Nuria Enguita.

El inicio y eje central que articula el recorrido expositivo es Campos de batalla, un proyecto que Bleda y Rosa comenzaron en 1994 y que han trabajado en tres momentos: España (1994-1997), Europa (2010-2012) y Ultramar (2007-2017). Estas 63 imágenes transitan por lugares en los que se han producido confrontaciones, como el Alto de Ibañeta en 778, el campamento de Peña-Redonda, en Numancia (133 a.C.); el bosque de Teutoburgo (9 d.C.); Bunker Hill (1775); Pampa de Ayacucho (1824)... Paisajes marcados por la Historia en mayúsculas y que con el paso de los años se han convertido, en algunos casos, en espacios silentes, a veces abandonados y anónimos, en los que apenas de vislumbran las huellas del suceso que los hizo célebres, y, en otros, en sitios monumentalizados y/o musealizados que, congelados en el tiempo, pretenden transmitir una versión perfectamente dictada de lo que allí pasó. Cada batalla se refleja a través de dos fotografías que componen una panorámica. La razón tiene que ver con la obra que inspiró esta serie, el cuadro Batalla de Almansa (1709), de Buonaventura Ligli y Filippo Pallotta, que se encuentra en el Museo del Prado. El análisis de esta pintura y de otras similares dieron lugar a las bases estéticas y conceptuales de este trabajo, que opta por imágenes dobles para lograr el formato panorámico, así como por un determinado uso de la luz y del color y de pies de foto que indican el lugar y la fecha de la contienda. Sin embargo, a diferencia de aquellas obras pictóricas, las composiciones de Bleda y Rosa escapan de la épica, de la nostalgia o de la monumentalización de los paisajes, retratándolos desde el presente y mostrando, así, en lo que han devenido a pesar del lugar que ocupan en el imaginario colectivo. En ese sentido, tal y como indica Laura Torre, del departamento curatorial del MUN, los artistas se sitúan “en el punto opuesto del ‘instante decisivo’ de Henri Cartier Bresson”.

Resulta interesante, asimismo, el modo en que los artistas han dispuesto las obras a lo largo de la sala, conformando conjuntos de imágenes de distintas épocas que “construyen nuevos paisajes”, generando “una colisión de tiempos y de batallas”, apunta la comisaria.

guiños El recorrido continúa con Prontuario (2012-2017), su propuesta más reciente, ubicada en el pasillo con imágenes que hacen referencia a las revoluciones de los siglos XVIII y XIX que pusieron fin al Antiguo Régimen de Europa, dando lugar a las independencias de las colonias de América. La disposición de las fotografías es distinta en este caso. “Queríamos abordar la idea del álbum”, señala Rosa; de ahí que las imágenes se desplieguen en forma de carpetas, reflejando el estado actual de los lugares que fueron escenario de aquellas insurrecciones, acompañadas de textos originales de la época.

La tercera parada es Campos de fútbol (1992-1994), uno de sus primeros proyectos de Bleda y Rosa, que ya aquí muestran su inquietud por el paso del tiempo, dirigiendo su mirada hacia esos espacios “vividos” que formaron parte de su infancia y “de la de todos”. En blanco y negro y a través de una estética fragmentada con la que atrapan elementos significativos como la portería, está ya presente la idea del viaje que continuaron en series futuras. Como Origen. Un paseo por las teorías de la evolución humana (en proceso desde 2003). En este caso, los fotógrafos nos trasladan a los distintos puntos en los que, desde el siglo XIX, los científicos han ido ubicando el origen de la especie humana.

En Memoriales (2005-2010), los artistas pasan de la memoria más biográfica de Campos de fútbol a la histórica o política, encarnada en ciudades como Berlín, Jerusalén y Washington. Y observan cómo cada una de ellas representa su propia historia y cómo tratan esos espacios que son contenedores de memoria. Aquí, como en el resto de series de la exposición, hay “guiños a Campos de batalla”, explica María Bleda. “La historia es la reconstrucción problemática de lo que ya no es. Hay una gran diferencia entre la memoria, que, por naturaleza, se encuentra abierta al cambio y la evolución, al recuerdo y al olvido, y la reinterpretación y el memorial”.

Por último, Alhambra, trabajo que surgió por el encargo que la Universidad de Navarra hizo a Bleda y Rosa para su proyecto Tender puentes. Partiendo de la tradición fotográfica sembrada por los viajeros románticos del siglo XIX, generaron imágenes opuestas, es decir, alejadas de los estereotipos que todos manejamos en torno a este monumento. Lugares de tránsito, rincones captados a través de la vegentación o zonas que habitualmente pasan desapercibidas devuelven una imagen cotidiana y despojada de este emblemático lugar.

‘Campos de batalla’. María Bleda y José María Rosa se mostraron “muy agradecidos” con las entidades productoras de la exposición por permitirles publicar “un libro de artista” en lugar de un catálogo. “Siempre que se presenta un trabajo extenso de un autor se tiende a catalogar, con razón, su obra”, señala Rosa. En este caso, en cambio, se ha optado por un libro que se centra en la serie Campos de batalla, eje central de esta exposición, “y como queríamos compaginar este volumen con la exposición, hemos usado los apéndices para introducir el resto de series”, añade. Como curiosidad, no todos los libros son iguales, ya que cuentan con textos de distintas personas en torno al trabajo de Bleda y Rosa.