concierto de izaro
Fecha: 16/03/2018. Lugar: Sala Zentral. Incidencias: Muy buena entrada, alrededor de quinientas personas. Izaro estuvo acompañada por Iker Lauroba (guitarras), Garazi Esnaola (teclados), Julen Barandiarán (bajo) y Oriol Flores (batería).
no es habitual la expectación que se está levantando en torno a la vizcaína Izaro (de nombre completo, Izaro Andrés Zelaieta). Su primer disco, Om, sorprendió a todos por su calidad y por la multitud de direcciones hacia las que apuntaba, dejando abiertas muchas puertas de cara al futuro. El mes pasado publicó su segundo largo, titulado Eason, en el que mantiene su eclecticismo acercándose a diversos géneros y estilos, como el pop, el rock, el blues y la música de raíz americana, o incluso los ritmos latinoamericanos. El álbum está dedicado a San Sebastián, su ciudad de adopción (el título es un juego de palabras con La Bella Easo), y allí ha cosechado una muy buena acogida; la semana anterior al concierto de Pamplona había actuado en el Teatro Victoria Eugenia y las entradas se agotaron con varios meses de antelación. En Pamplona no llegó a tanto, pero la sala Zentral registró una muy buena entrada, con público de todas las edades (sobre todo gente joven, pero también bastantes familias con niños pequeños).
El inicio de la actuación fue algo accidentado, ya que a los pocos segundos de comenzar la primera actuación, los músicos se dieron cuenta de que el teclado no se escuchaba. Entre risas, Izaro les mandó parar hasta que el problema se solucionó (cosa que sucedió muy rápidamente), y entonces sí, volvieron a comenzar. A partir de ese momento, todo fue rodado. Como ya se ha dicho, las letras de sus canciones están escritas en tres idiomas (euskera, español e inglés). El arranque fue en castellano (Delirios, De más), para pasar después al euskera (Donostia sonó preciosa e hipnótica, con la guitarra sollozando, o la country Neguprenoa’, con su ritmo animado y su guitarra slide) y posteriormente al inglés (con ese doloroso blues que es Devil, iniciado a capella ante el absoluto silencio de la sala). La solemnidad de este último tema (además, claro está, de su aroma americano), pudo recordar a otras artistas femeninas como Lucinda Williams o Norah Jones. Tras esas cinco canciones de su último disco (que, a pesar del poco tiempo que lleva en la calle, fueron muy bien recibidas), Izaro cogió su acústica para interpretar Eskaloak, en la que regresó a latitudes más cercanas, en la onda de Mikel Laboa, para volver al pop intimista de Zuri begira, con ukelele y campanillas.
Apoyó la lucha por la igualdad de las mujeres en la introducción de Er(h)ori (juego de palabras entre “caer” y “esa loca”), primer single de su último disco, que fue unánimemente aplaudida y bailada por el público, al igual que Tu escala de grises, que sonó casi tropical. Las revoluciones bajaron con Eider, intensa balada de ritmo pausado y letra emocionante. La despedida llegó con La felicidad, una rumba alegre y contagiosa, algo así como su Sarandonga particular, que fue acompañada por los jaleos de sus músicos y las palmas de los asistentes, mientras la pista se convertía en una inmensa pista de baile. Pocos artistas pueden mostrar tantas caras, todas tan bien definidas.