no ha habido muchas exposiciones dedicadas a Eduardo Chillida en Nueva York, pero el pasado lunes se inauguró una nueva. Fue de la mano de la galería Hauser & Wirth, en su propio local en la calle 69, en el Upper East Side neoyorquino, donde el artista vasco volverá a brillar. Y lo hizo, además, con algunas obras desconocidas o que “raramente” han sido expuestas. Así lo afirma la galería de origen suizo y lo confirmó a este periódico en una entrevista el director de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belcunce e hijo de ambos, Luis Chillida.
La exposición se enfoca como una manera de mostrar el gran abanico de materiales que usaba el donostiarra en sus creaciones, para intentar matizar la imagen que se tiene de Chillida, dado que no solo trabajaba con obras monumentales de “hierro y acero”. “También es conocido por el uso de otros materiales como la piedra, la tierra chamota o el papel para abordar sus preocupaciones tanto terrenales como metafísicas”, explican desde la galería.
En este sentido, la exposición contará con piezas “pequeñas” y de “mediana escala” como esculturas, collages, pinturas e, incluso, el libro Aromas (2000) completo, que está compuesto por xilografías del artista donostiarra, aguafuertes y serigrafías, así como textos de Chillida y un “círculo cercano de poetas, filósofos e intelectuales que influyeron profundamente en su trabajo”.
La exposición de la galería de la calle 69 cuenta con una selección de obras que arrojan “una nueva luz” sobre la “fascinación” del autor con el “espacio” y las “formas orgánicas”.
Entre las piezas, que se mostrarán a partir de mañana -algunos ya pudieron disfrutarlas ayer en una visita guiada por la directora de la galería neoyorquina, Suzie Guzman- “se encuentran obras que han sido expuestas pocas veces”, tal y como reconoce Luis Chillida, e incluso existe alguna que es “la primera vez” que va a ser vista en abierto por el público generalista. Es el caso de la escultura Cemento G-152, una obra creada con cemento y óxido de cobre que tiene un tamaño de 21,2 centímetros de largo, 44,6 de alto y 8,2 de profundidad.
Esta exposición, que también pretende ser una “presentación de los diferentes materiales con los que trabajaba”, se inicia con la escultura Begirari III (1994), una obra hecha en acero con forma de L, y continúa “con una selección de tierras y cementos instalados junto a dos gravitaciones de gran tamaño”.
Como ejemplos de obras hechas con tierra chamota, la galería mostrará piezas como Lurra 27 (1979); Lurra G-194 (1990), Lurra 4 (1997) o Lurra G-38 (1984), entre otras piezas.
homenajes El segundo piso de la galería Hauser & Wirth estará dedicado a trabajos hechos sobre papel, mientras que la tercera planta se podrán observar tres homenajes a otros artistas.
Concretamente, quien se acerque podrá disfrutar de Maqueta para homenaje a Hokusai (1991), hecha en hierro y que rinde tributo al artista japonés del siglo XIX conocido en occidente por La gran ola de Kanagawa (1830-1833).
Asimismo, también se muestra Saludo a Giacometti (1992), una escultura de 16 centímetros de largo, 112,5 de alto y 16,2 de profundidad, dedicada al pintor y también escultor suizo Alberto Giacometti.
En último lugar se encuentra Saludo a Brancusi (1993), también en acero, recuerda al pintor, escultor y fotógrafo rumano Constantin Brâncu?si. Desde Hauser & Wirth recordaron que a lo largo de toda su carrera Chillida homenajeó a muchos artistas que admiraba y que esos tributos pueden ser clasificados en función la disciplina que ejercían. Por ello, además de los artistas, como los ya citados, también creó trabajos en recuerdo de músicos -Johann Sebastian Bach o Antonio Vivaldi- y filósofos o poetas -Martin Heidegger o Pablo Neruda-.
Además de los ya citados, la galería de Nueva York exhibirá la gran pieza de alabastro -125 cm x 73,8 cm x 138,5 cm- que el artista creó en para honrar a su mujer. Hablamos, por supuesto, de Homenaje a Pili (2000). Sobre esta obra, desde la galería recuerdan que Eduardo Chillida comenzó a usar el alabastro después de sus viajes por Grecia y varias zonas de Italia en la década de los 60. “La obra parece incandescente como resultado de las propiedades translúcidas de la piedra”, describen.
chillida y la gran manzana Si bien en varios municipios estadounidenses hay obras monumentales al aire libre, no ha habido muchas exposiciones individuales sobre Eduardo Chillida en Estados Unidos como la que inaugurará mañana Hauser & Wirth en su galería de Nueva York.
La última vez que las obras del donostiarra viajaron hasta La Gran Manzana fue de la mano de Pilar Ordovas, galerista de origen madrileño que organizó una muestra titulada Chillida: Rhythm-Time-Silence con ocho esculturas monumentales que estuvieron a la venta. La anterior a esta, tuvo lugar en 1996 de mano de la galería Lelong.