Ciudadela, fortaleza del rock
CONCIERTOS DE JARED JAMES NICHOLS, KADAVAR, URIAH HEEP, STATUS QUO Y BURNING (CIUDADELA TIERRA DE ROCK)
Fecha: 16/06/2018. Lugar: Ciudadela. Incidencias: Al final el tiempo mejoró y el festival pudo celebrarse a una buena temperatura por la tarde, aunque en las últimas horas refrescó bastante. En torno a dos mil personas disfrutaron de un cartel centrado en las distintas vertientes del rock que tenía en Status Quo a sus figuras principales. Había expectación por ver a una banda de semejante calibre en Pamplona, y los británicos no defraudaron. El resto de bandas (Jared James Nichols, Kadavar, Uriah Heep o Burning) también rayaron a gran altura.
Después del precedente del Turmalina Fest, que tuvo que ser suspendido el fin de semana anterior a causa de la lluvia, y conociendo (y padeciendo) el tiempo en nuestra querida ciudad, quien más quien menos albergaba sus temores sobre si podría celebrarse el Ciudadela Tierra de Rock, que tenía preparado un lujoso cartel capitaneado por los míticos Status Quo. Afortunadamente, el sábado amaneció sin nubes y con buenos augurios meteorológicos, por lo que la fiesta pudo celebrarse sin mayores incidencias.
La primera banda en actuar fue la de Jared James Nichols. El guitarrista y cantante de Winsconsin llegó a la Ciudadela para presentar su segundo álbum, Black Magic, y dejó patente la pulcritud de su propuesta, que bebe de las aguas del rock clásico y del blues endurecido. Finalmente, el buen tiempo había animado al público de Pamplona y, desde primera hora de la tarde, varios centenares de personas pudieron disfrutar de la actuación del estadounidense bajo un cielo azul y un sol radiante, asintiendo y aplaudiendo en todas las canciones. Nichols, por su parte, comandó con mano firme un trío en el que su guitarra eléctrica ocupó el papel protagonista, acudiendo en muchas ocasiones hasta el borde del escenario para ejecutar los solos. Se despidieron con el clásico de Mountain, Mississipi Queen, venciendo y convenciendo a la parroquia pamplonica.
Luego de un breve receso para adecuar el escenario, llegó el turno de otro trío, en este caso berlinés: Kadavar. Manteniendo el punto bluesero y clásico de Jared James Nichols, pero con un punto más stoner y psicodélico, presente tanto en su indumentaria (sus músicos lucen melenas, chalecos y pantalones de campana, como las grandes bandas de los setenta) como en su música, ruidosa, vibrante y abrasiva, consiguieron que el público, cada vez más numeroso, olvidara el repentino golpe de calor y bailara con sus canciones, como Die, die, baby die, así cómo con sus largos desarrollos instrumentales, algunos superiores a los diez minutos de duración, a modo de jam session. Se despidieron con Thousands miles away from here y muchos de los asistentes pidiendo bises, pero ya se sabe que en los festivales los tiempos están medidos y no había posibilidades de alargar su actuación.
Los siguientes en salir fueron los componentes de Uriah Heep, veterana banda británica de hard rock con tintes progresivos que vivió momentos de gloria a comienzos de los setenta, estando por entonces a la misma altura que Led Zeppelin, Deep Purple o Black Sabath. De aquella primera época solo queda en el grupo el guitarrista Mick Box, miembro fundador que conserva sus galones y se erige como auténtico líder en escena. El cantante, Bernie Shaw, tuvo problemas con su micro en los primeros temas, pidiendo constantemente más volumen a sus técnicos y llegando a ir él mismo a los controles para intentar solucionarlo mientras sus compañeros seguían tocando. Durante la quinta canción, Magician’s birthday, una de las primeras de la historia del rock progresivo, Mick se lució con un larguísimo solo de guitarra durante el que el resto de músicos, a excepción del batería, se retiraron del escenario. En un lateral, los técnicos intentaban arreglar el micro del cantante. Con la siguiente, Between two worlds, todo pareció quedar definitivamente solventado. Easy living sonó arrolladora y cerró una concierto plagado de clásicos diez minutos antes de lo previsto.
Llegaba el momento más esperado de la jornada; las camisetas de Status Quo, que se habían visto en gran cantidad desde primera hora de la tarde, avanzaron para reunirse en las primeras filas. La cita se preveía histórica: pocas veces podremos contar en Pamplona con una banda tan legendaria como la británica, que lleva desde comienzos de la década de los sesenta publicando discos (han vendido más de ciento veinte millones de copias) y ofreciendo conciertos (se calcula que más de siete mil). Por eso, no queda otra que agradecer el esfuerzo de los organizadores, que permitió que tuviésemos un pedazo de la mejor historia del rock mundial en los jardines de la Ciudadela, un hito que quedará grabado en nuestros anales musicales.
Como en el caso de Uria Heep, en Status Quo solo queda uno de sus miembros fundadores, el guitarrista y cantante Francis Rossi, aunque también está acompañado por Jonh Edwards (bajo y voz) y Andy Brown (teclado y guitarra), que ya llevan más de veinte años en el grupo. Los ingleses comenzaron con fuerza con Rain o What’s your proposing, temas legendarios de la década de los setenta. En el frente del escenario, Rossi, Richie Malone (guitarra y voz) y John Edwards (bajo y voz) se turnaban en las voces y se acercaban al público en las partes instrumentales. Conforme fue avanzando su actuación, los británicos fueron desgranando su racimo de grandes clásicos, como You’re in the army now, uno de los temas más conocidos de los años ochenta que fue coreado y aplaudido. En la parte final de la bluesera Roll over lay down, los músicos se retiraron del escenario y dejaron que Rossi hiciese un espectacular solo de guitarra. En cuanto terminó, sus compañeros volvieron a salir para acometer una correosa interpretación de Down, down. Whatever you want fue el siguiente himno que despacharon, seguido de la boogie Rockin’ all over the world. Después intentaron marcharse, pero fue una retirada en falso, ya que el público reclamó insistentemente su presencia. No se hicieron esperar demasiado y regresaron con Spend my money, en la que Rossi sacó chispas a su guitarra y, sin apenas pausa, Bye Bye Johnny, que marcó, entonces sí, el final de su paso por Pamplona.
Estábamos cerca de la medianoche y la temperatura había descendido considerablemente. Durante la pausa que siguió, que fue la más larga de todo el festival (superior a los cuarenta minutos), nadie se movió de allí, y es que, si acabábamos de disfrutar de uno de los grupos con más historia del panorama internacional, estábamos a punto de hacer lo propio con Burning, una auténtica leyenda del rock nacional.
Los de La Elipa están viviendo un gran momento artístico, algo así como una segunda juventud que ha florecido alrededor de las celebraciones de sus cuatro décadas de carrera con un notable disco de estudio (Pura sangre, 2013) y otro en directo (Vivo y salvaje, 2015). De ahí salieron algunas de las primeras canciones que interpretaron, como Bestia azul, Tú te llevas todo o Pura sangre. Inevitablemente, también fueron rescatando sus incunables: Jim Dinamita, I’m burning, la primera canción que grabaron en un inglés macarrónico, allá por 1974, Ginebra seca, en la que intercalaron versos de sus adorados Stones (Satisfaction, Brown sugar), Esto es un atraco o Mueve tus caderas, con el carismático Johnny descorchando una botella de champán y vertiéndola sobre el público. La imprescindible Qué hace una chica como tú en un sitio como este sonó en los bises, al igual que la siempre emocionante Una noche sin ti, auténtico broche de oro para una jornada histórica. Ocho horas de música que se recordarán durante décadas.