la diferencia entre el modelo de tele pública y oferta privada es clara, nítida y manifiesta. Los programadores de la tele tienen que manejar contenidos, formatos y estilos bien diferenciados. La tele privada busca beneficio a toda costa y sus productos están pagados por los ingresos publicitarios, mientras que la pública está financiada con subvenciones de capital del gobierno de turno y la dependencia de la publi es menor o inexistente. Por ello es dudoso que programas como Corazón tengan sitio y justificación en las parrillas de la tele pública, y menos si ésta da cabida a colaboradores, personajes/celebrities como ha hecho La 1 con Julián Contreras, Mónica Hoyos o Rosana Zanetti, que se han incorporado al equipo de Anne Igartiburu. Tres personajes de telebasura en busca de autor que luchan desesperadamente por hacerse un hueco al sol mediático.

En los oscuros años del franquismo funcionó una radio manejada desde Pals (Girona) por los servicios secretos norteamericanos que bombardeaba a los países comunistas con propaganda norteamericana, a finales de los 50. La artista catalana Marina Capdevila ha pintado un gigantesco mural en las techumbres del edificio en homenaje a los locutores que cada mañana abrían la emisora con el indicativo de “Habla Radio Libertad”. El escándalo y la controversia ha surgido entre partidarios y detractores de esta acción de arte urbano. Radio Liberty dejó de emitir en 2001 y cinco años después se demolieron las antenas de emisión que llevaban los mensajes a miles de kilómetros y suponían un soplo de libertad en regímenes dictatoriales.

El nivel de calidad de las series hispanas es reconocidamente alto y en progresión de mejora e importancia. Así, Falso culpable ha despertado interés y satisfacción por lo emitido hace unos días y que supone un esfuerzo de guion, realización y actuación que promete buenos minutos en una serie policíaca, con aspectos cuidados en el tratamiento de la psicología de los personajes encabezados por Miguel Ángel Muñoz.