parís - “Ahora todos los héroes son republicanos, o feministas, o animalistas... y yo quería hacer un perfecto hijo de puta. Era un riesgo”, señaló ayer Arturo Pérez-Reverte en un encuentro con la prensa en París, con motivo de la presentación de su nueva novela, Sabotaje.

Editada por Alfaguara, se trata de la continuación de la saga protagonizada por el espía Lorenzo Falcó que, en esta ocasión, se adentra en la Europa intelectual retratando el París de finales de los años 30 con un protagonista que vuelve “con la dosis subida en todos los aspectos”.

Sabotaje tiene lugar en mayo de 1937 y relata cómo a Falcó, que trabaja para el bando fascista durante la Guerra Civil española, le encomiendan la misión de sabotear el cuadro de Guernica de Picasso para que jamás llegue a la Exposición Universal, donde la República pretende conseguir apoyo internacional. En este contexto, precisó que el protagonista “no es fascista ideológicamente” aunque trabaja para ese bando puesto que “ha intentado devolverlo todo a un contexto real” sin plantear la idea de “buenos o malos” y teniendo en cuenta “los grises”, ya que, para él, “el mundo real nunca es o blanco o negro”. “Era un desafío mover a Falcó por esa realidad. Los dos bandos tenían ambigüedades. Cuando te centras solo en los seres humanos salen cosas como los rencores o la lujuria, y deja de estar todo tan claro. El mundo es una gama de grises y la cultura permite ir seleccionando”, expresó.

De hecho, en su opinión, hay algo ciertamente “estimulante” en haber “jugado con esos grises” en una actualidad en la que se vive de “tuits y piquetes fáciles”. En este sentido, en la novela, el autor cuestiona al propio Picasso y deja la puerta abierta a pensar que no pintó el Guernica por patriotismo si no “por dinero”. “Hay cuadros de Picasso que me gustan más. El Guernica no es un cuadro de guerra, es una alegoría que Picasso hace”, señaló para recalcar que no busca que la novela sea “un libro enciclopédico”, si no que cuenta una historia en la que a veces engancha elementos históricos necesarios para entenderla.

Los intelectuales Esta realidad está, a su juicio, en la novela. “Alberti y Miguel Hernández no lucharon en la Guerra Civil. El problema de toda guerra es que siempre se apropian de ella los intelectuales. Una vez acaba el conflicto no tenemos ni rastro de los soldaditos. El intelectual siempre acaba desplazando al verdadero protagonista”, señaló, para añadir que se trata de “una injusticia muy frecuente”. Asimismo, apuntó que con este trabajo aspira a reflejar “la crueldad objetiva”, es decir, intenta recuperar “la naturalidad del horror” a través de los asesinatos y torturas que el protagonista lleva a cabo. “Cuando vemos el horror, nos aterramos de la verdad del ser humano, pero para gente como Falcó es el pan de cada día. No se asombran”, indicó, para precisar que “Falcó es de verdad” y que no lo ha inventado la literatura. “Yo he estado donde nacen los Falcós, y he visto lo que hacen”, narró. “He sido poco ortodoxo en lo socialmente aceptado, pero he sido honrado con la verdad”, afirmó.

EL MUNDO EN GUERRA La novela también refleja la “falsa seguridad” de la población francesa justo antes de la ocupación y establece un paralelismo con la sociedad actual. Así, Reverte señala que “tanto antes como ahora se pensaba que se estaba a salvo” y lamentó que “la Ola Parda (Nazi) siempre está ahí”. “El mundo está lleno de luces de alarma, lo que me asombra es que todavía sigamos ignorando las señales”. En cuanto a la saga, Sabotaje es la encargada de finalizarla aunque “el personaje no desaparece”. “Hay novelas que quiero escribir antes de morir, de momento hay otras cosas que tienen más urgencia”, comentó, para adelantar que “ya tiene una novela histórica en la cabeza” que “quizá salga el año que viene”. - Europa Press