a tenor de los resultados de audiencia, la actual edición de Operación Triunfo no acaba de lucir con la fuerza y calidad de otras ocasiones, singularmente la de Amaia y compañía, que tuvo calidad, empaque musical y popularidad en galas y actuaciones musicales. Pareciera como si los responsables de la productora y los jerifaltes de La 1 hubieran adelantado precipitadamente la vuelta a la cita mediática, presos de un afán por volver a cosechar éxitos anteriores. De momento, OT cabalga por la senda de la mediocridad, con alguna actuación destacada y con números equivocados en la selección de intérpretes y abundantes desafines, que restan calidad a las galas conducidas por Roberto Leal, que tampoco disfruta este año en el escenario y transmite escasa naturalidad y empatía. OT necesita coger vuelo, y la última entrega trajo una bocanada de buena tele que debe asentarse y crecer. La avaricia rompe el saco y los errores en el casting de selección se pagan dolorosamente en el mundo de la tele. Siguiendo con asuntos que atañen a TVE, están de celebraciones los de la tele pública, recordando la efemérides de los años sesenta, cuando construyeron el plató de televisión más grande de Europa, en donde se facturaban las célebres piezas teatrales de Estudio 1. Los platós, estudios de televisión, exigen en ocasiones infraestructuras amplias y generosas en las dimensiones espaciales, como en el caso de OT o Tu cara me suena. La mayoría de programas se realizan en estudios de moderadas dimensiones como Sálvame, Boom, La ruleta de la fortuna, Pasapalabra y otros muchos, así como los habituales informativos. Aquellos derroches de julio de 1964 son impensables en nuestros días y casi todos los estudios son parecidos en factura y construcción. Para terminar, nuestra más calurosa felicitación a la actriz vitoriana Patricia López, que acaba de ser distinguida con un Ondas, por su labor televisiva en la categoría de mejor interpretación de ficción. Zorionak.