en estos agitados, cambiantes y hasta turbulentos tiempos que nos han tocado vivir, teóricos y profesionales de la comunicación y del periodismo se interrogan sobre el ser periodista hoy, buceando en los límites de la profesión, la función de trabajo ligado al desarrollo político, social y cultural de la sociedad en la aldea global.

Hace décadas, hizo fortuna la formulación del quehacer periodístico como oficio de contar historias desde el conocimiento de los hechos y sus personajes en la dialéctica informativa del día a día. El respeto a los hechos conocidos y documentados en la narración informativa se mostraba como tarea profesional de los comunicadores en los diversos medios que el desarrollo histórico y las nuevas tecnologías han puesto en los escaparates de lo que ocurre en el mundo, a todos los niveles informativos.

La búsqueda de la objetividad se ha convertido en nuestros días en ejercicio de honestidad en el uso de las fuentes, contando hechos conocidos y buscando un equilibrio en la fidelidad a los intereses de empresas y los consumidores, que deberán conjugarse con equilibrio, acierto y respeto a criterios de verdad, contraste de fuentes y exposición ordenada, lógica y comprensible de la historia narrada, con las características de prensa, radio y televisión. Una tarea profesional basada en el conocimiento contrastado y confirmado de lo que cuentan las fuentes, instrumento imprescindible para conocer lo ocurrido. Los profesionales del periodismo debaten sobre el futuro de los medios, sacudidos por una crisis económica y social sin precedentes con casandras vocingleras que llegan a hablar de la muerte de los medios tradicionales y la sustitución por el patio de Monipodio del mundo digital. No va a ser fácil salir de este laberinto de tensiones, pasiones y nuevas fronteras del informar, formar y entretener, que el viejo politólogo italiano Fattorello explicara.