pamplona - Dorian, sin duda, vive el momento más dulce de su carrera. Justicia universal, su quinto disco de estudio, no ha hecho sino catapultar todavía más allá a una banda que todos los peldaños que ha escalado se los ha ganado a pulso.
El concierto de esta noche comenzará a las 22.00 horas y, con suerte, todavía quedará alguna entrada en taquilla. Marc, voz cantante de Dorian, ejemplifica lo que debe se un discurso coherente y honesto.
Dorian acaba de llenar tres días seguidos La Riviera de Madrid, ¿justicia universal?
-En efecto. Dorian es un grupo que empezó desde abajo, y durante muchos años estuvimos buscando un hueco en el mundo de la música, tocando en salas muy chiquitas. A base de mucho esfuerzo y de canciones, poco a poco, el grupo fue creciendo. Y, en estos momentos, se encuentra en el momento más álgido de su carrera, tanto a nivel creativo como de alcance popular. Justicia universal nos ha llevado a girar este año por un montón de países como Estados Unidos, Argentina, México, Colombia, Perú, y por toda España. Y que estemos ahora iniciando una gira de salas en invierno, que terminará en Navidades, con llenazos como las tres noches de La Riviera, las dos que nos esperan en Razzmatazz, o Pamplona, que está a punto de agotarse, es para nosotros un sueño hecho realidad, construido a base de tesón y trabajo. Y si, al final, podemos decir que se ha hecho un poco de justicia con respecto a nuestra banda, pues bienvenida sea esa sensación.
¿Cómo se hace para poner los pies en la tierra, y llegarse a hasta Pamplona, tras el subidón de adrenalina cosechado en el foro?
-Estos tres días en La Riviera han sido mágicos, sobre todo por la magia que ha habido tanto dentro del grupo como en la conexión de la banda con el público. Eso hace que acabes como flotando, una sensación muy hermosa, pero, qué duda cabe que quienes nos conocen ya saben que todas las noches son para nosotros igual de especiales y de diferentes. Dorian es un grupo que nunca sale a tocar con el piloto automático. Tenemos claro que el público lo merece todo y cada noche nos recordamos la suerte que tenemos de dedicarnos profesionalmente a esto. El último concierto en Pamplona fue brutal, en la sala Tótem, fue una noche especial, una actuación larga, elaborada, que recuerdo muy bien. Y este viernes nos espera más de lo mismo, creo que vamos a tener una noche muy potente y, desde luego, no vamos a bajar el acelerador ni la intensidad con respecto a La Riviera.
El nuevo disco hace hincapié, todavía más, en la electrónica, mirando un poco a los orígenes del grupo, pero quizá también como una reacción a vuestro último trabajo, acústico, navegando así entre polos opuestos.
-El artista lo que quiere con la música, cuando es inquieto o cuando no tiene miedo, es cambiar, crecer, probar, divertirse... Y lo que nosotros quisimos hacer con nuestro anterior disco, el unplugged, fue un repaso acústico por lo que había sido la carrera de Dorian en sus diez primeros años, seleccionando canciones y reinventándolas. Lo meramente acústico, fue una exploración para un disco conmemorativo, pero Dorian siempre ha tenido en su ADN la parte electrónica. Y lo que estamos haciendo con este Justicia universal es abrir un nuevo ciclo creativo en la carrera del grupo, que se va a alargar por lo menos en los dos siguientes discos, en los que vamos a seguir explorando las posibilidades de la electrónica aplicadas a la canción popular.
“Las hostias que nos va dando la vida las reparte el mismo cabrón”... No es que antes tuvierais pelos en la lengua pero sí que en esta colección de canciones parece que habéis apostado por el sopapo directo, sin regates.
-Sí, en efecto. Justicia universal es un disco muy directo, lleno de afirmaciones muy claras y meridianas. En la propia Justicia universal mostramos la repugnancia que nos provoca la corrupción política o el hecho de que la rama más egoísta y mezquina del sistema, el neoliberalismo, es la que esté ganando las elecciones en medio mundo. Son cosas que están en la calle y, de alguna manera, como músico, también te apetece sacarlas y convertirlas en canción. En el caso de la letra que mencionas, Algunos amigos, es un tema que está teniendo bastante repercusión porque quizá toca teclas que todos tenemos dentro. Habla de los que se fueron y los que todavía están por llegar. Y, en cuanto a los versos que mencionas, cualquiera que tenga unos cuantos años en la tierra habrá sufrido momentos en los que la vida le ha metido unas buenas hostias. La gente de tu alrededor se muere, te echan del curro, encadenas tres noticias malas y se te vienen el mundo abajo... quién no ha sentido que el destino era un cabrón en algún momento, esa sensación de frustración pero también de potencia y rabia.
Precisamente, ¿Dorian son de esos amigos que no han dejado los bares y cierran los peores lugares, o se han convertido en unos desconocidos aburridos?
-Creo que todos los Dorian tenemos la calle pisada y la vamos a seguir pisando mucho. Creo que las canciones de Justicia universal mantienen un nivel muy alto de creatividad, por lo menos así lo ha dicho la prensa de España, del extranjero y el público, porque la banda tiene los pies muy en la calle, y cuando vives en ella, escuchas, experimentas historias tuyas y de los demás, cuando estás en contacto con la chavalada, en los bares, en la vida, cuando estás ahí, en medio del fuego la gente, eso se convierte también en fuego creativo y te permite, a ti y a la banda, hacer buenas canciones. El error sería apartarnos de la vida y encerrarnos en una burbuja, ahí es cuando empezarían a venir las canciones mediocres. Así que, de momento, Dorian va a seguir cerrando los peores lugares y viviendo la vida, que, al final, no es sino una metáfora.
Y en todo este universo de electrónica, ¿cómo se hace un hueco Violeta Parra?
-Nosotros escuchamos música de todas las épocas. Y en estos últimos años Latinoamérica ha pasado a ser una parte importante de nuestras vidas y canciones, con su folklore, sus cantautores, sus pintores, su gastronomía. En el caso de Violeta Parra, por un lado fue un reivindicadora del folklore de raíz, ese que la clase pudiente de la época menospreciaba y que para ella era oro, y, por otra parte, era escritora, música y artista plástica de primer nivel. Un ser polivalente, de luz, oscuro, que acabó muy mal. Un personaje que causa fascinación y que quería incluir en una canción del grupo, que es Llévame, un tema que no es sino un canto de amor a Latinoamérica.
Casi todas las canciones tienen cierto toque oscuro o pesimista, ¿cómo se consigue transformar sobre el escenario esa energía negativa en positiva?
-Se suele decir que la música de Dorian están hecha para bailar la melancolía. Creo que nuestra música tiene un poso duro, oscuro, un tanto tremendista, pero en cambio, su sonido y su energía son tremendamente positivos y liberadores. Y pienso que en ese desgarro entre una cosa y la otra está la clave del sonido del grupo. Por ahí se cuelan muchas sensaciones porque cuando estás cantando en un concierto a pleno pulmón una canción más bien oscura, pero con toda esa energía alrededor, ahí se potencia muchísimo el mensaje de la banda. Creo que una de las claves del arte está en el contrapunto, contraponer los extremos, poner en un mismo marco la oscuridad y la luz es una muy buena herramienta para que afloren los sentimientos más profundos, tanto en el oyente como en el músico. Justicia universal es un álbum, por momentos, duro, que mira a la vida de cara, en su parte no tan amable; pero, por otro lado, en la música de Dorian siempre subyace el mensaje de que si uno quiere, puede acabar haciéndose un hueco en este mundo que no siempre es amable.
Incidiendo en la esencia de estas letras, ¿estamos cerca del final? ¿Realmente estamos viendo las últimas señales?
-Creo que si no ponemos remedio al tema de la contaminación, en 30 o 40 años nos arrepentiremos muchísimo. El cambio climático no es ni un eslogan ni un juego, es una realidad... Vosotros que en Navarra tenéis Pirineos, se está hablando de que en 30 años habrá desaparecido la mitad de su nieve. A pesar de que sea políticamente incorrecto decirlo, estamos cerca del final, de un momento crítico para la humanidad. Probablemente, el cambio climático sea el reto más importante al que se ha enfrentado la sociedad de la 2ª Guerra Mundial. Y, tal y como sucedió entonces, nuestros gobiernos están mirando a otro lado sin atender al peligro que se acerca. La comparación parece muy fuerte pero es que en la 2ª Guerra Mundial estuvo a punto de explotar el planeta entero. No me gustaría ser alarmista pero sí debemos ser maduros y tener conciencia de que nuestro consumo de hoy tendrá consecuencias en el mundo del mañana.
¿Te cambio, siempre, un salto al vacío antes que la rutina?
-Hasta que caiga el sol habla de eso. Entre un salto al vacío y la rutina me quedo con el salto al vacío, siempre. La rutina es lo que tú ya sabes que está ahí, lo que ya tienes. Y el salto al vacío es lo desconocido, la apuesta por la vida, por lo diferente, por el qué pasará. Y eso, para mí, es el sinónimo de vivir. La rutina es el sinónimo de morir lentamente.
Una premisa vital que enlaza, inevitablemente con otra de las premisas destacadas de este álbum: “Soñar despacio, vivir deprisa”.
-Este verso acierta porque no es un vivir deprisa porque sí, como el clásico dicho del punk o el rock: vamos a vivir deprisa, a quemarlo todo y matarnos a los 25 años. No se trata de eso: vivamos lo máximo que podamos, primero soñamos lento, pensamos y planeamos bien nuestros sueños, y luego nos echamos a por ellos viviendo deprisa y disfrutando.