pamplona - Coque Malla es de esos artistas que ha sabido reinventarse a base de trabajo, calidad y arte. Vive un momento especialmente dulce, con dos Rivieras en Madrid agotadas para diciembre y un repertorio que se ha hecho fuerte a base de canciones sin paliativos.

¿De qué manera las cuerdas (violín, viola, chelo...) han provocado en Coque Malla un nueva manera de entender su propia música?

-Creo que no son solo las cuerdas sino todos los instrumentos y las propuestas de rock y pop que se acercan a los sinfónico, desde los Beatles, David Bowie, Sinatra y, sobre todo, las bandas sonoras de las películas, que fueron mi primera escuela musical; toda es sonoridad ha estado ahí siempre, aunque se hace muy manifiesta y clara cuando descubro a tres tipos fundamentales como son Richard Hawley, Divine Comedy y Rufus Wainwright. A partir de ese momento y a través de ellos, me sumerjo en su música y siento que me puedo atrever a hacer un disco que se acerque tímidamente, humildemente y a una distancia enorme, a los grandes discos de pop y rock que incluyen lo sinfónico de manera rigurosa y protagonista. Eso cambia mi manera de ver la música, y creo que en el proceso de hacer esos discos y esas canciones estoy aprendiendo muchísimo, transformando mis canciones, que no tenían arreglos y los hemos creado para esta gira del cuarteto irrepetible. El añadir cuerdas lo que suma es muchísima riqueza y complejidad, incluyendo muchas capas armónicas. Todo esto te enseña muchísimo y transforma tu música.

Afirma además que, en este sentido, no hay marcha atrás, que es un puerta que se abre y ya no se vuelve a cerrar, ¿eso quiere decir que, sin ser tremendistas, ya no concibe tus canciones sin vientos ni cuerdas?

-No sé si tanto como eso, es decir, sin ser tan drásticos como para decir que no voy a hacer ningún disco más sin cuerdas, pero, desde luego, una vez que has profundizado, ya no puedes volver para atrás. Es como tener una casa y, de repente, tirar un tabique y ver que hay otra habitación... pues ya no lo cierras, la abres, la condiciones, la disfrutas y la vives. Esto es lo mismo, he abierto una puerta y he visto que hay otra habitación, y detrás otra, y otra... El camino es infinito y ya no paras de investigar. Pero eso no quita para que un día me apetezca hacer un disco de garaje o volver a crear un álbum de rock callejero básico, puede ser y sería divertidísimo. Pero sí es verdad que una vez que has descubierto un nuevo espacio en la música es muy difícil renunciar a él. Desde luego, mis próximos discos creo que contarán con una importante presencia de esa cuerdas y vientos, porque es una senda que acabo de descubrir.

Un camino que acaba de descubrir pero que se orienta hacia el mismo final, emocionar, solo que, ¿quizá antes la emoción de tus canciones implicaba más sudor, tanto arriba como abajo del escenario, y ahora trabaja más la intensidad?

-Sí, así es. Creo que la emoción que están provocando las canciones, especialmente las de El último hombre en la tierra, tanto en la gira de la banda como con el cuarteto, es diferente, especial. Se genera una emoción en los conciertos que no es la misma que en un concierto de rock acelerado y adrenalínico, no digo que sea mejor o peor, sencillamente es más compleja, profunda e intensa. Y a mí, ahora esa emoción me interesa más.

Ese cambio, ¿incide también en que la sensación de irrepetible, por mucho que se repitan

-Ya en la gira de El último hombre en la tierra, y en las siguientes hasta llegar, especialmente, a esta Irrepetible, comentábamos entre la banda que alucinamos. En todos los repertorios que habíamos hecho anteriormente en nuestras carreras, siempre había un momento que decaían, pero en estos en estos conciertos, no; son actuaciones muy bestias, muy intensos, en los que no hay un momento bajo. La verdad es que estamos muy contentos.

No hay que olvidar que esta gira se basa en el disco Irrepetible

-La columna vertebral es la de Irrepetible, que, a su vez, es la del El último hombre en la tierra; es decir, la columna vertebral del concierto que dimos en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid, y que grabamos para un DVD y un CD, era El último hombre en la tierra. Y esto es así porque de esas canciones nació esta nueva sonoridad. De esta forma, es lógico que temas como Me dejó marchar, El último hombre en la tierra o La señal sean protagonistas. Pero es un show muy diferente y, por supuesto, hay novedades. Ya en la gira con banda introducimos novedades respecto a Irrepetible, pero en esta todavía tenemos más... hay una versión, de alguien que no voy a decir porque siempre es bonito dar lugar a la sorpresa, hay temas nuevos y canciones que en la gira con la banda no se hicieron, porque detenían el ritmo frenético de esos conciertos en sitos grandes. Es decir, había canciones que no estaban en la gira con banda de Irrepetible, pero que ahora, en un teatro y teniendo al cuarteto, recuperan todo el sentido. Por lo tanto, sí habrá bastante variaciones respecto a Irrepetible y la gira con banda posterior.

Los músicos viven momentos de tensión e incertidumbre con la sociedad que gestiona sus derechos, que cuenta con nuevo presidente y que tiene en la rueda

-Lamento mucho decir, y lo hago sin ninguna falsa humildad, que soy muy desastre en cuanto a estar al tanto de lo que sucede exactamente. Es algo que me sucede en todos los aspectos del negocio que no son meramente creativos; soy bastante cenutrio a la hora de entenderlos o tomar decisiones acertadas. Me faltan muchos datos e información, pero es que, además, me da mucha pereza. En cualquier caso, estoy al tanto de que la situación es muy grave y de absoluta incertidumbre; no solo para mí, que como digo soy muy despistado en estos asuntos, sino para muchos compañeros. Varias candidaturas a la presidencia de la SGAE se retiraron por su mala praxis y el otro día me enteré de que se había elegido como presidente a Hevia. Me da la sensación de que él y su junta directiva forman bastante parte de ese aparato reprobable que es todo lo relacionado con la rueda; por lo tanto, mucho no han cambiado las cosas. Yo estoy en contacto con varios compañeros a los que quiero y en los que confío mucho, que están tomando decisiones, y estoy a expensas de ellos porque son gente que sí está implicada y se ha puesto las pilas a muerte. En este sentido, no hay agradecimiento suficiente porque creo que muchos están en la misma situación que yo, que te llega una comunicación de la SGAE, la tiras al cajón y dices: “Ya la leeré”. Hablo de Kiko Veneno, Iván Ferreiro, Patacho, Noni de Lori Meyers, J de Los Planetas... Todos están ahí apretando y estamos a la espera. Ellos retiraron su candidatura y el próximo paso que van a dar lo tienen que comunicar ellos; yo, por prudencia no debo decir nada, eso sí, seguiré sus consejos.

Vivimos tiempos duros, y su zasca a Vox todavía resuena en las cuatro esquinas de la península, no sé qué da más miedo desde la posición de un artista, ¿el avance de la ultraderecha, el hecho de que parezca algo normal y legítimo cantar el cara al sol y realizar el saludo fascista o la sensación de que algo se ha hecho muy mal cuando no existe conciencia general nítida de que el franquismo fue una dictadura asesina?

-Una cosa forma parte de la otra. No lo sé... yo confío. Creo que, de momento, esto es anecdótico, y aquí, en España, no se nos ha ido la cabeza como en Brasil donde realmente la ultraderecha ha llegado al poder. Las encuestas todavía sitúan a partidos de la ultraderecha como Vox en lugar anecdótico. Pero bueno, hay que estar muy al loro, atentos, y creo que hay que ejercer el derecho a darles toques, que es lo que yo hice el otro día con sentido del humor e ironía; se trata de darle un toque a una gente que propone unas cosas que no son de recibo a día de hoy...

Sin embargo, ellos se defendieron atacando con la letra de una canción de tu época de Los Ronaldos, por boca de su líder.

-Creo absoluta y ciegamente, y hasta sus últimas consecuencias, en la libertad de expresión. Y mucho más si la aplicamos al arte, a la expresión artística. No podemos aplicar las leyes penales, morales, legales o éticas que utilizamos en nuestra vida diaria y civil al mundo de la fantasía, porque es un despropósito; y si empezamos, no terminamos. Creo que es un despropósito y creo en la libertad de expresión plenamente; es imposible definir una especie de protector moral en el arte y en las canciones, porque el arte en sí mismo es metafórico. Es imposible juzgar eso y me parece absurdo toda polémica sobre cualquier canción u obra artística que plantee censurarla o prohibirla; eso me parece una aberración. A partir de ahí está dicho todo.