barcelona - Apenas ha dormido cuatro horas y media en dos días, tiene el teléfono en permanente vibración y dice desconocer quién es Manuel Valls. Sin embargo, el dramaturgo y narrador Marc Artigau sí tiene claro que el domingo ganó el 51º Premio Josep Pla de prosa en catalán con La vigília.

En una entrevista, rememora que empezó a darle vueltas a esta historia hace tres años, pero durante este periodo la idea inicial ha ido variando y ha ido enriqueciéndose con otras reflexiones hasta acabar dando forma a un relato en el que los principales protagonistas son Raimon, un escritor de cuentos para la radio, y una mujer mayor, Cèlia, que un día le encarga una biografía. Este encargo, por el que Raimon, en la cuarentena y con un hermano con disminución psíquica, recibirá 100.000 euros, parece que es “algo inocente, pero esconde una cosa que lo es mucho menos”. Artigau defiende que la literatura “consiste en explicarnos a nosotros mismos a través de historias y lo que Raimon no sabe es que escribiendo la biografía de esta señora igual está escribiendo un poco la suya”. A su juicio, todas las personas, “constantemente lo que estamos haciendo es rehacer nuestros recuerdos, incluso de forma inconsciente, para que lo que recordemos sea un poco mejor de lo que realmente fue, lo que hasta cierto punto me parece bien”. “Yo creo que la verdad está sobrevalorada, lo digo a nivel personal, no hablo a nivel político, y pienso que la empatía está por encima de la verdad. Me espanta cuando la teoría está por encima del individuo”, apostilla. Para el novelista, “la tarea de la literatura, de la cultura, es poner acentos en estas contradicciones, es enseñarnos a mirar desde otro lugar, desde otros puntos de vista, incluso con los que no me siento cómodo o representado, pero hay que escucharlos, tenerlos en cuenta”.

En este punto, recuerda cómo le marcó El túnel de Ernesto Sabato: “Me hizo empatizar con un asesino, pero la novela no dice que seamos empáticos con los torturadores, te lleva a pensar que incluso hay una miga de humanidad en aquello que crees más deshumanizado”. Asimismo, es de los que invita a leer a autores con los que no se está de acuerdo, y pone de ejemplo que no comparte los últimos artículos publicados por Javier Marías o que no coincide con muchas de las ideas de Javier Cercas, pero siente por ambos admiración. “No entiendo esta idea de que como tú no piensas como yo, no te leeré, al contrario, yo te leeré porque no piensas como yo. Me aburro si no”, precisa.

la importancia de escuchar Artigau señaló, asimismo, que las palabras que pronunció en las que aludió a los políticos catalanes presos y a los que se encuentran en el extranjero surgieron desde la “más absoluta naturalidad” y se preguntó quién es Manuel Valls. “Me pillas en un momento en el que no sé quien es Manuel Valls. ¿Es el fichaje en el mercado de invierno del PSG? Me sabe mal, pero me cogéis en un momento en el que no sé quién es. ¿Es político? ¿Por qué partido va?”, dijo. Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, afirmó ayer sentir “tristeza, rabia y vergüenza” por “la demagogia” del discurso de Artigau y, en su cuenta de Twitter, aseveró: “Pobre Josep Pla... ¡basta!”. Ante las críticas que provocó su discurso en algunos sectores, Artigau subrayó que “la cultura y los espacios de cultura consisten en que nos escuchemos”. - I. Dalmases