Resulta inquietante todo lo que se puede decir con unos pocos elementos. Un reflejo, algunas ramas, las raíces de un árbol o el agua, que desaparece en el horizonte, dejan de serlo para convertirse en tranquilidad, nostalgia, ensueño, armonía, reflejo o silencio. Y el pantano de Yesa deja de ser solo un embalse para transformarse en este sinfín de emociones y, a su vez, en un retrato íntimo y personal de Elena Moreno (Jaca, 1965). Ella es la autora de Hasta donde llega el agua, una muestra que se expone ahora y hasta el 10 de marzo en el Polvorín de la Ciudadela y en la que la fotografía se convierte en poesía, confusión y misterio al mismo tiempo.

Para poder ver esta exposición en toda su esencia, es necesario conocer la relación de la autora de la muestra con el embalse de Yesa. La misma Elena Moreno, diseñadora gráfica de profesión, cuenta cómo durante años el pantano no significó nada más que curvas, mareos y más curvas en las que su única distracción era calcular hasta qué nivel se encontraba el agua, con una portería de fútbol junto a Esca como referencia. Una mañana de enero de 2014, camino de Jaca, decidió pararse con su cámara. "El pantano me atrapó", dice. Desde aquel día, comenzó a bajar regularmente; iba por las mañanas, por las tardes o pasaba días enteros, sin tener definido hacia dónde le llevaba todo aquello. Entonces, en 2016, lo tuvo claro. "Sabía que quería contar todo lo que aquel paisaje y sus alrededores me transmitía, todo lo que veía y sentía, esa intimidad y esa fragilidad, el ir y venir del agua, el pantano en su abundancia y su escasez... Además de rastro, piedra, lodo y agua, había confusión, desasosiego, tranquilidad, orden, nostalgia...", cuenta. Por eso, decidió acudir a Yesa cada mañana de un año entero, entre febrero de 2016 y el mismo mes de 2017 y retratar todas esas emociones en fotografías que "son más que un paisaje, son una mirada personal".

Las imágenes permiten, según su autora, descubrir "un pantano muy íntimo" que en un primer momento nadie relacionaría con Yesa o con ningún paisaje en particular. "Es un pantano para descubrir como yo lo he descubierto", sostiene Moreno, quien invita a todos los visitantes a "detenerse en lugares cotidianos, a mirar y a través de esa mirada también mirarse a uno mismo". De hecho, ella misma admite que estas fotos le interpelan mucho y espera que "otras personas sientan lo mismo". También apunta que las fotografías son, a su juicio, "un único retrato". "Todas conforman lo que es el pantano de Yesa, todo el año, con todo lo que lleva; es un lugar misterioso y mágico que no había visto hasta que no me paré a mirar de otra manera", añade. Una opinión que bien se refleja en el prólogo del catálogo, donde Javier Errea escribe: "Suceden estos prodigios cuando uno se atreve a mirarse al espejo y zambullirse muerto de miedo en él".

Autorretrato

"No sé si hablo yo del pantano o sus fotografías hablan de mí"

Aunque le cueste admitirlo, lo cierto es que el pantano refleja todas las sensaciones que Moreno sintió durante aquel año y que, en cierta manera, le conforman, lo que convierte esta exposición en una especie de autorretrato. "Cuando uno empieza a hacer un proyecto de estos, se convierte en algo muy personal en el que me veo reflejada; es quizás por eso por lo que tiene tanto sentido para mí señala. Mirarse y encontrarse es importante, tanto en la soledad como en el desasosiego, en la alegría o en la tranquilidad, en todo ello estamos nosotros y eso es muy bello". Por eso, se pregunta si es ella quien habla del pantano a través de su trabajo o son las fotografías del mismo quienes hablan de ella.

Las fotografías tienen ese aire frío y muestran una luz y unos colores singulares por el hecho de haber sido tomadas, todas, a primera hora de la mañana. "Era el momento idóneo", dice Moreno, y añade: "Cuando se acerca el mediodía y el sol ya está levantado, se van la magia y el misterio". "Supongo que si escogí la mañana y estas luces más frías fue por los procesos personales por lo que estaba pasando", apunta la fotógrafa, para quien el trabajo de cualquier artista "no deja de ser un reflejo de quién es".

Hasta donde llega el agua es la tercera exposición fotográfica de Elena Moreno, tras Norte de Ettopía (2013) y Orillas (2016), ambas en Zaragoza. Ha expuesto, además, grabados en otras muestras colectivas en Pamplona. La muestra que alberga ahora el Polvorín de la Ciudadela permanecerá abierta al público hasta el 10 de marzo en horario de martes a viernes de 18.00 a 20.30 horas; sábados de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 20.30 horas y domingos y festivos de 12.00 a 14.00 horas.