madrid - Casi cinco años ha tardado la galería madrileña Guillermo de Osma en reunir el excepcional conjunto de obras del escultor vasco Eduardo Chillida que desde ayer exhibe en su galería, procedentes de diferentes colecciones privadas estatales e internacionales.

Así, el espacio exhibe 30 obras, entre esculturas (en hierro, acero, mármol y tierras cocidas), además de gravitaciones (piezas colgantes en papel recortado y pintado), collages y dibujos que comprenden todos los periodos de la trayectoria de uno de los artistas españoles más internacionales de la segunda mitad siglo XX. Incluye también la muestra dos piezas escultóricas Lurras (tierras, en euskera), que se exhiben gracias al préstamo de La Sucesión de Eduardo Chillida y Hauser& Wirth, según fuentes de la galería. La escultura más temprana del escultor vasco que se muestra en la Guillermo de Osma es Tres I, una extraordinaria pieza de hierro de 1952 que el artista vasco presentó en el Pabellón Español en la Trienal de Milán de 1954 y que representa un juego de hoces, concretamente tres, un número que tendrá a lo largo de la carrera de Chillida, un especial significado por sus connotaciones espirituales, matemáticas y filosóficas. La muestra en total incluye 9 esculturas en hierro, acero, terracota y mármol, y el resto son obras de papel.

También se puede ver una serie de estudios de manos, el más temprano de 1949, que dan paso a las tintas de los años 50 y que anuncian también una escultura de mármol con incrustaciones de plomo del año 1963. De los años 80 son Topos, Estela VII y Gure Aitaren Etxea VII, que fue realizada un año antes, y que pertenece a una serie relacionada con El Guernica. El acero, la piedra, el yeso, el alabastro, el hormigón, madera, mármol, terracota o papel, son los materiales que utilizó este artista marcado por los verbos buscar, dudar y preguntar, y para quien los soportes son en sí mismos obras con plena entidad.

“sin el vacío no hay nada” Chillida, un vasco universal y reconocido en todo el mundo, primero abandonó el fútbol y después la arquitectura para dedicarse, desde 1942, a desafiar al espacio con sus esculturas. Fallecido a los 78 años, para Chillida el concepto de vacío era fundamental. “Sin el vacío no hay nada. Es el gran pozo del cual se pueden sacar ayudas para todo”, decía días antes de que el Museo Reina Sofía le dedicase una gran exposición antológica en 1988, tiempos en los que el artista luchaba contra una fuerza pesada y oscura llamada depresión.

Con motivo de la exposición, Guillermo de Osma ha editado un cuidado catálogo bilingüe (inglés y español). La exposición se realiza en colaboración con la Fundación Eduardo Chillida Pilar Belzunce y con la Galería Carreras Múgica de Bilbao, lugar adonde viajará después de Madrid.