pamplona - Mabel Lozano presentó ayer por la mañana su documental ante cerca de 300 personas en la Universidad Pública de Navarra y por la tarde visitó la casa de cultura de Burlada. La película cuenta la historia de Miguel El Músico, un proxeneta que explotó a 1.700 mujeres, siendo condenado a 27 años, de los que solo cumplió tres, es decir, apenas medio día por víctima. Su testimonio en primera persona es estremecedor, muy difícil de digerir, pero absolutamente necesario para conocer a los lobos que se hacen ricos a costa de mujeres en situación de gran vulnerabilidad. Conocida durante años por su trabajo como modelo, actriz y presentadora, Mabel Lozano dio “un giro radical” a su vida cuando cursó estudios de cine. Desde entonces no ha vuelto a colocarse ante una cámara, sino detrás, denunciando situaciones que siguen “la lógica capitalista de usar y tirar” a seres humanos.

Cuando hablamos con motivo de su segundo largo, Chicas nuevas 24 horas

-Ya no te desvinculas nunca. Por eso digo que no solo soy una cineasta, soy una activista. Cuando escribí y dirigí Chicas nuevas 24 horas pensaba y decía en las entrevistas que ya lo había contado todo sobre este tema. Había abordado la explotación sexual desde las chicas en Voces; poniendo la corresponsabilidad en el cliente en Escúchame -cortometraje-; había hecho campañas para la Policía, para fundaciones; en Chicas nuevas contábamos lo lucrativo que es este negocio... Y ahora me digo que la ignorancia es muy atrevida. ¡Cómo podía pensar eso si no había hablado del victimario! De esos a los que no conocemos, los que trabajan con esa impunidad que da el anonimato y de los que no se habla porque dan miedo.

Miguel El Músico

-Sí, a través de José Nieto Barroso, un inspector en activo de la UCRIF (Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales). Es una de las personas que más sabe de trata y más se ha implicado en este tema. Él metió en la cárcel a El Músico y consiguió que colaborara con ellos para desarticular sobre todo redes del Este. Y a él el proxeneta le dijo que quería hablar conmigo. De ese contacto de dos años y medio nació el libro y a la vez escribí el guión del documental con su testimonio real. Después de 12 años trabajando en torno a la trata y pensando que lo sabía todo, cuando le conocí me di cuenta de que no sabía nada.

Apenas la punta del iceberg.

-Nada de nada. Solo conocía el testimonio de las mujeres, que muchas veces intentan olvidarse de muchas cosas porque tienen que seguir viviendo. Incluso hay algunas que no se sienten víctimas porque vienen de entornos en los que han sufrido violencia física y sexual desde que eran pequeñas y porque en muchos casos han consentido ejercer la prostitución.

Claro, ¿pero qué hay detrás de ese consentimiento?

-Precariedad, pobreza, falta de herramientas, de oportunidades... No se sienten víctimas, y cuando hablas con ellas y les cuentas qué es una víctima de trata, se dan cuenta. Cuando empecé a hacer películas, pensaba que era un asunto incipiente, y él me cuenta que en absoluto, que ya en 1992, año de las Olimpiadas, de la Expo, de la bonanza económica, de la burbuja inmobiliaria, ya estaba aquí. Los proxenetas ya estaban captando mujeres y nadie sabía nada. Ni las fuerzas de seguridad ni la judicatura estaban formadas en torno a este delito, que no fue tipificado como tal hasta 2010. Imagínate la cantidad de años en que han trabajado desde la más absoluta impunidad y anonimato.

¿Qué ha significado estar en contacto con este hombre que ha hecho cosas horribles?

-Pues yo tenía emociones encontradas. Por un lado, iba a reunirme con un hombre que había causado todo el dolor y las cosas terribles que las mujeres me habían contado. Con el culpable de todo eso. Y por otro lado, sentía mucha curiosidad por saber cómo es una persona capaz de hacer eso. Es decir, tenía que ser alguien que no sintiera empatía, de una frialdad brutal, que fuera capaz de pegarte un tiro en la cabeza y tomarse un café al lado de tu cuerpo, que se dedicara a captar a mujeres y explotarlas como, y cito sus palabras, “máquinas expendedoras de dinero”. La segunda frase que me dijo cuando me conoció fue “para nosotros, las mujeres eran basura”.

Seguro que sintió náuseas.

-Cuando yo recuerdo aquella frase, me dan ganas de borrar su teléfono, su nombre, olvidarme de él... Me hace daño. Luego es verdad que me encontré a un ser humano muy arrepentido y muy dolido que se ha arriesgado por contarme lo que hacen en ese negocio. Y no me refiero a lo que les hacen a las mujeres, no; más bien a cómo usan a indigentes como testaferros, cómo blanquean, quiénes son sus cómplices... Notarios, abogados, médicos. Él dice ‘nosotros vivimos del coño de una mujer, pero otros con traje y corbata también viven del coño de una mujer’. También cuenta cómo la prensa no da sus nombres porque ponen toneladas de dinero en publicidad... Ha desvelado cómo es el entramado financiero de este delito y por eso se ha jugado la vida.

Vemos esta película en un momento en el que en España se está debatiendo sobre la legalización de la prostitución con ese argumento que dice que hay mujeres que la ejercen libremente. Un porcentaje que se ha demostrado que es microscópico.

-Hay gente a la que no le importan nada ni la prostitución ni las prostitutas, pero se erige en paladín de los derechos civiles. Las que quieran hacerlo libremente que se den de alta, aunque el porcentaje es tan ínfimo... Lo que no pueden es tener un sindicato porque eso implica tener empleados y una patronal, que sería tanto como reconocer el proxenetismo. Hay que desmitificar el consentimiento o la voluntariedad porque está absolutamente viciado por la precariedad, la pobreza, la desigualdad, la violencia, la falta de recursos para salir de ahí. Es que ¿podemos entender que la prostitución es un trabajo?

Si la respuesta es positiva, ¿qué será lo siguiente?

-La venta de órganos. Si tú eres libre para vender tu cuerpo, por qué no vas a vender tu riñón para dar de comer a tus hijos. Pero ¿tengo yo derecho a comprarlo? No todo vale. Vivimos en una sociedad globalizada en la que nada vale nada, lo mismo el cuerpo que el vientre de una mujer. Y si te das cuenta, casi siempre se mercantiliza a la mujer. Y el mensaje que estamos dando a las niñas es que las más pobres de las más pobres siempre tienen una salida en la prostitución. Y por más pobre que sea un hombre, siempre tiene acceso a pagar por el cuerpo de una mujer. Si vivimos en un país que trabaja por la igualdad, debemos saber que no hay nada más desigual y antidemocrático que la trata. Y hay que conocer la cara de la prostitución en nuestro país, que son mujeres migrantes, cada vez más jóvenes...

Parece importante proyectar estos trabajos en el ámbito educativo.

-Para mí es prioritario. No vamos a acabar con este delito si no desaceleramos la demanda y eso solo se puede conseguir a través de la educación. Además, el proxeneta me contaba cómo ellos llevaban muchos años captando a los jóvenes, convirtiendo sus macroburdeles en discotecas los fines de semana. Y nosotros, y me incluyo, hemos hecho un trabajo muy endogámico en torno a la trata y no hemos llegado a los jóvenes. Por eso hay que estar en las universidades y en los institutos, y más a través del cine. Sería muy difícil ir a un aula y darles una charla de hora y media, pero si les pones una película y ven que las chicas víctimas de trata son como ellos, tienen la misma edad... Así pueden empatizar.

Además, el perfil del putero es cada vez más joven.

-Así es, pero no me gusta la palabra putero. No la utilizo. Llevo 14 años trabajando en torno a la explotación sexual y he entrevistado a cientos de mujeres prostituidas por hombres que son prostituyentes. El lenguaje es muy perverso y siempre estigmatiza a las mujeres, y cuando cambiamos los términos somos capaces de ver las cosas de otra manera.

No está a favor de la ilegalización.

-Estoy por la abolición. El prohibicionismo a quien perjudica es a las mujeres. Las políticas que se pongan en práctica nunca pueden ser punitivas con ellas, que son las más vulnerables. Las leyes nórdicas son las que mejor están funcionando porque penalizan a los proxenetas y a los prostituyentes, si no hay demanda no hay oferta, y a la mujer la viste de derechos. Y aquí también hay que hacer políticas de prevención y de reinserción. Es muy fácil decir a esas mujeres que salgan de ahí, pero cómo... La ley contra la trata que está redactando el Gobierno debe incluir políticas que den recursos a las víctimas. Las leyes nórdicas son el camino porque la regularización nos lleva a un mercado salvaje de la carne donde las mujeres siempre serán explotadas. En un mundo libre que trabaja por la igualdad no puede tener cabida la prostitución, que lleva implícita la trata.

Después de El Proxeneta

-Pues estoy escribiendo otro libro y preparando otro trabajo sobre este tema. Pensaba que ya había contado todo sobre la trata, pero es un pozo sin fondo. Siempre hay otras visiones y aristas que me sorprenden. No hay soluciones fáciles para un fenómeno tan complicado. En 2005 no creía que en 2019 iba a estar hablando de esto, pero la trata no solo ha descendido, sino porque ha aumentado mucho. Primero por la incorporación de los más jóvenes al sexo de pago debido al gran consumo de pornografía, y después porque a la trata le afecta todo: los grandes movimientos migratorios, la pobreza, la desigualdad, la guerra... En un mundo globalizado donde todo tiene precio, esto crece.

“Legalizar un sindicato de prostitutas implica reconocer que existe una patronal, es decir, a los proxenetas”

“El Músico cuenta cómo blanquean el dinero y quiénes son sus cómplices: banqueros, abogados, notarios...”

“Las leyes nórdicas penalizan a los prostituyentes; si no hay demanda, no hay oferta”