pamplona - A Edu Soto (Mataró, 1978) le conocemos más por sus papeles en televisión que por otra cosa, cuando la realidad es que hace mucho teatro y, eso sí, menos cine. En esta película, su personaje es un buscavidas con mala suerte y un extraño sentido de la moda que trata de sacar tajada de lo que puede. El actor viajó ayer por la tarde a Pamplona junto a su colega Miki Esparbé para compartir una proyección del filme de Paco Caballero con parte del equipo con el que rodaron en la capital navarra principios del año pasado.

Su personaje es nuevo en esta película, ¿cómo fue integrarse en la cuadrilla de cómicos que ya habían compartido historia en Perdiendo el Norte?

-Fue muy fácil. El guion estaba muy claro, la película es la secuela de otra que ya había funcionado, y el equipo humano es maravilloso. Para hacer comedia es básico que en el rodaje haya buen rollo y la gente esté contenta, y así fue. Yo ya conocía a varios miembros del equipo y el rodaje estuvo muy bien.

Siempre tendemos a pensar que los cómicos se lo pasan francamente bien rodando películas de este tipo.

-Sí, pero hay momentos para todo. A nadie le gusta levantarse a las seis de la mañana y rodar unos Sanfermines en Pamplona en el mes de marzo y con frío, tampoco. Pero hay toda clase de momentos, algunos son más sacrificados y otros maravillosos. Pero, en general, en una película hecha con actores de comedia se pasa bien, sí. Es un oficio bonito el nuestro.

¿Les pasa mucho eso de tener que aguantarse la risa durante o entre escenas?

-Sí. Piensa que entre una escena y otra, entre que colocan la cámara, cambian los objetivos, las baterías y retocan la iluminación pasan veinte minutos en los que no te puedes ir del sitio, así que te da por hacer el idiota y muchas veces empiezas la secuencia un poco descojonao y cuesta ponerse serio, pero lo hacemos, claro.

¿Qué recuerda de su trabajo en Pamplona?

-Estuvimos en la ciudad bastante tiempo y recuerdo perfectamente los pinchos. De hecho, hoy (por ayer) vamos a la proyección y nos volvemos en el día, pero ya le hemos dicho a la persona que nos lleva que no nos vamos a ir sin tomar algo en el Gaucho. Eso está claro.

Hablando de comida, ¿el reparto fue solidario con Julián López cuando le tocó comerse uno de esos insectos tan populares en la gastronomía asiática?

-En absoluto (ríe). Somos muy buena gente, nos lo hemos pasado muy bien, pero comer cucarachas como que no es lo mío (ríe).

Su personaje, Curro, no participa en la escena del encierro, ¿le hubiera gustado?

-No, y me hubiera encantado, pero, como no pudo ser, tendré que ir a un encierro real alguna vez.

Esta comedia llega en un momento en el que el país está muy crispado, ¿nos hace falta reírnos más?

-Pues no sé cuánto se ríe la gente, yo me río y me divierto mucho. Es algo que debemos hacer, reírnos, y creo que las comedias funcionan por eso, porque la gente está un poco harta ya de la crispación. Pongo el telediario y me espanto, parece que no hay una noticia buena. Nos tienen un poco machacados, hay una confabulación para que estemos jodidos, y la comedia nos ayuda a todos, y eso que esta comedia cuenta la historia de un personaje que tiene que irse de España porque no hay trabajo. Fíjate que parte de una verdad como un puño, que es la fuga de talentos. Mientras pasa eso, algunos siguen hablando de independentismos y de chorradas. La sanidad, las becas y las cosas relevantes parece que no importan.

¿Quién es Curro, su personaje?

-Curro no se ha ido de España porque no encuentra trabajo, sino porque ya no tiene a quién engañar (ríe). La cuota de vender motos ya se le ha terminado y se va a China, donde no le conoce nadie y donde lo primero que hace es montar una escuela de flamenco. ¡Y no ha bailado en su vida! (ríe) Pero es un tipo que tiene su mérito, le echa mucho valor a todo, y es un personaje muy cómico con una presentación deslumbrante. Estoy feliz con mi Currito, me ha dado muchas alegrías, lleva un vestuario espectacular y está muy bien construido.

En la película todos intentan sacar provecho, pero también se apoyan.

-Son un grupo de desalmados sin suerte y sin directrices, pero también son capaces de valorar la amistad. Siempre se ayudan los unos a los otros a sobrevivir.

Hasta la fecha apenas había hecho cine, habrá sido un gusto participar en una saga taquillera como esta.

-El año pasado me quejaba un poco de que la puerta del cine se me había cerrado y por fin se ha vuelto a abrir. Teatro me llega mucho, se me tiene muy en cuenta; este año voy a hacer cosas bonitas ahí, y estoy contento de que en cine todavía me queden muchas por hacer.