el gran circo electoral se ha puesto en marcha para dos citas con las urnas, 28-A y de 26-M. Como dice la popular sentencia si no quieres taza, toma taza y media y este empacho electoral lo sentirá el ciudadano sobre todo en los medios de comunicación. El principio de teoría mediática que dice que la batalla política se dirime día a día en los medios se convierte en una explosiva realidad a partir del pistoletazo de salida de la barriobajera pelea por el poder que es el tiempo de campaña electoral. Las redes sociales y su poderosa potencia comunicativa se han incorporado a esta pelea, que se dirime en prensa, radio y tele, y que forma parte de nuestra azacaneada vida de vez en cuando. Los medios conformarán un poderoso ring donde los actores meterán los codos para ganarse espacio y consideración de la opinión pública y el consiguiente voto de la ciudadanía, y sacudir estopa a troche y moche. Se ha iniciado la carrera electoral y nuestras vidas se regirán por el sístole y diástole de las acciones mediáticas de candidatos y equipos electorales, prestos a marcar territorio y arrinconar a contrincantes de la pelea democrática. Con machacona insistencia nos llenarán de eslóganes repetitivos, de imágenes estereotipadas, de sonrisas forzadas de candidatos/as que se juegan el cocido con los resultados de la confrontación electoral. Es la liturgia de las elecciones que convoca a los pesos pesados de los partidos al ágora mediática de las campañas electorales, supuestamente regidas por la ley, que pocos cumplen y todos tratan de burlar para sus interese partidistas. Promesas para no cumplir, advertencias apocalípticas contra los contrarios, que se convierten en muñecos del pim pam pum, en un ejercicio que hastía y aburre al ciudadano, que mira la campaña como las vacas al tren, sin interés ni pasión alguna, como un mero trámite para el día final de las votaciones. Tiempo de turbulencias mediáticas.