El festival Fonrock lleva más de diez años animando la vida cultural de la Pamplona más alternativa. Sin apartarse ni un milímetro del camino de excelencia por el que siempre ha transitado, este año ha dado un decidido paso hacia adelante. La presente edición se ha celebrado en la sala Zentral con cuatro bandas de mucha envergadura: Gravelites, The Renegados (este grupo sustituyó a los vitorianos de The Soulbreaker Company, que tuvieron que cancelar su actuación por problemas de salud), Atom Rhumba y Sex Museum. En total, casi seis horas de música (los conciertos se desarrollaron entre las seis de la tarde y las doce de la noche), aunque antes y después también hubo fiestas en Discos Barracuda (por la mañana) y en el Nébula (por la noche).

Llegamos justo al final de Gravelites y únicamente pudimos degustar los últimos acordes de su vigoroso sonido. Esperamos que en poco tiempo tengamos otra oportunidad para verlos. Tras ellos actuaron The Renegados. Esta banda, surgida en Bilbao de las cenizas de otros grupos como Highlights o Landslide, supone un viaje estético y sonoro al hard rock de los setenta. La primera referencia que a uno le viene a la cabeza en cuanto los ve sobre las tablas es, inevitablemente, la de Lemmy Kilmister y sus Motörhead, fundamentalmente por el aspecto de su cantante (Miguel Moral). El cuarteto no se anda con chiquitas y da rienda suelta a los riffs de sus guitarras, que tienen momentos más cercanos al blues y otros en los que se zambullen en el rock duro. Una amplia paleta de colores que manejan con destreza en canciones como Running out of time, Girls from Vulcanus o Train to downfall. Después actuó Atom Rhumba, que se presentó con una formación diferente a la de la última vez que nos visitaron. En esta ocasión, dos guitarras, bajo, teclados y batería, y sin Joseba Irazoki en la guitarra (en realidad, solo repetían Rober y Cabezafuego, que el sábado tocó los teclados). La música de Atom Rhumba también destaca por sus riffs, aunque en su caso son mucho más experimentales y anárquicos, una auténtica fiesta de psicodelia y otros estilos inclasificables, mezclados con el dadaísmo de sus discursos. Cada canción fue recibida con alegría por el público, que no paró de bailar con New kind of virus (tremendo el duelo de guitarras) o Pompas de sangre y miel. En Funky town colocaron el micro entre las primeras filas y una espontánea cantó como los mismísimos ángeles. Poco después el concierto terminó con la guitarra de Rober y el teclado de Cabezafuego en volandas sobre el público.

El cierre de la noche corrió a cargo de Sex Museum, histórica banda de la música independiente de nuestro país. Actualmente están presentando su último disco, Musseexum, y dieron su habitual lección de garage, fuzz, distorsión y psicodelia. Two sisters, Red ones o Unidos, de Parálisis Permanente, hicieron las delicias de los asistentes. Poderoso final para un festival organizado por amantes de la música para amantes de la música.