barcelona - Jorge Herralde, considerado como el último mohicano de la edición independiente, hace balance en Un día en la vida de un editor de sus 50 años de oficio, en los que, como dijo ayer, ha apostado por “la política de autor” y por América Latina.

En una concurrida rueda de prensa, Herralde definió este libro como “un viaje por el mundo de la edición, de los autores, de los libros, de la lectura”. A sus futuros discípulos les deja un consejo: “Si se sienten editores de verdad, les pediría que se lanzaran, que desoyeran todas las voces contrarias y se prepararan para la maratón”. En el libro no todo es literatura; también aparece la política, como cuando, explica, “la censura franquista hizo que Anagrama fuera la editorial más represaliada o la época del siniestro Aznar, que intentó abolir el precio fijo, que hizo que tanto en Barcelona como en Madrid se levantara todo el sector y lograra tumbar un proyecto que habría sido letal”. “Despertar y compartir entusiasmos es una de las tareas del editor”, subraya Herralde, para quien el gran reto de su oficio consiste en que el lector confíe en el catálogo, que “cuesta muchos años de hacer, pero es muy fácil de destruir”.

No faltan los conflictos entre las editoriales independientes y los grandes grupos y Herralde tiene clara la diferencia: “El editor independiente busca la excelencia, como también pasa con Acantilado o Siruela, y en el otro lado están los grandes grupos, cuya naturaleza intrínseca es publicar según la moda, un poco como Ciudadanos, que actúa según las encuestas”. Preguntado por aquel autor al que le habría gustado publicar, Herralde, “sin ánimo de plañidera”, confiesa que le habría gustado editar a Jorge Luis Borges, a quien persiguió. Pero añade: “Borges no estaba esperando a que Anagrama comenzara a editar. He podido sobrevivir al trauma”. Y en este punto surgen nombres de los “traidores, por sus formas” que le abandonaron, como Martínez de Pisón, Vila Matas o Paul Auster, a los que se refiere “sin rencor, casi”. “En estos tiempos de mercado desatado es casi milagroso que haya pasado tan poco”.

En ese repaso, no olvida a los cinco autores y amigos que ya no están, Bolaño, Piglia, Martín Gaite, Chirbes y Pitol, que “condensan lo que significa la política de autor, construir una carrera desde los inicios difíciles hasta el triunfo y el momento de gloria”, o al “british dream team” con Ian McEwan, Julian Barnes, Ishiguro o Martin Amis, que “tardaron diez años en ir bien en las ventas”. - J. Oliva