Navarra Arena se transformó ayer en un plató de televisión gigante para acoger el concierto que protagonizó la última generación de los concursantes del programa Operación Triunfo. Casi 10.000 personas contemplaron un espectáculo atropellado en el que el efectismo primó en muchas ocasiones por encima de las canciones. Dio la sensación de que los recortes también habían llegado a la gira de OT, con un equipo exprimido al límite, facturando un sonido saturado que pretendía llevar las voces de los chicos y chicas hasta lugares que desconocían. Eso sí, con una banda de músicos exquisitamente profesional.

El escenario, iluminado por doquier (pero en el que a veces resultaba más fácil encontrar a Wally que a los protagonistas), contó con una gran pantalla central y una escalinata que... sorprendentemente, apenas dejaba espacio a los bailarines y cantantes, que también dispusieron de una pasarela, cómo no, al más puro estilo OT, flanqueada pobremente por una pirotecnia de tercera.

Los 16 intérpretes se presentaron en bloque para, entre el griterío ensordecedor, arrancar la velada con This is me (Pasek and Paul). Famous, Alba Reche, Natalia, Sabela, Julia, Miki, Marta, María, Marilia, Carlos Right, Noelia, Damion, Dave, Joan Garrido, África y Alfonso acabaron el tema brazo en alto, simbolizando un triunfo utópico que en muchos casos no llegará y, en otros, necesitará su tiempo.

En solitario, por parejas o en grupo ofrecieron una actuación que superó las dos horas y casi llega a las 40 canciones, lo que dejó más que satisfechos a los presentes, imbuidos todavía por sus filias y fobias desarrolladas durante la emisión de OT, que casi vibraban más con los besos, abrazos y roces pélvicos entre algunos de los participantes en el concierto que con las interpretaciones de las canciones.

Horas antes del comienzo del concierto, las fans más aguerridas (era abrumadora la mayoría femenina preadolescente) ya formaron las primeras colas, que a la hora de abrir puertas, las 19.30, se estiraban hasta más allá de El Sadar.

Natalia, por méritos propios La navarra Natalia Lacunza se sale por méritos propios del estereotipo de concursante de OT. Consciente de que estos conciertos son un “espejismo”, introdujo el concierto con palabras sencillas pero directas: “Estoy en mi casa. Muy emocionada. Va a ser un concierto especial”. Fue de las pocas ocasiones en las que, entre tema y tema, se pudo entender algo de lo que decían los protagonistas de la noche.

El desarrollo del concierto resultó un atracón de comida rápida, con los concursantes pasándose rápidamente el testigo entre unos y otros, regalando alguna que otra versión aceptable y dejando para el olvido otras tantas. Entre las que se destacaron en positivo, Alba, con She used to be mine (Sara Bareilles), y Marta, con One more try (George Michael)... si hubiera sido capaz de terminar la canción antes de que las lágrimas le comieran la voz.

Todo transcurrió bajo la misma dinámica hasta que Natalia se sentó al piano para dar vida a The Sciencist (Coldplay). Y no, no es ombliguismo. Fue la única que supo jugar vocalmente, la única que pareció darse cuenta de que para emocionar no hace falta gritar o intentar llevar tu voz a lo más alto en todo momento. Se mostró versátil, supo interpretar, modular y aprovechar las diferentes tesituras de su voz, y todo ello sobreponiéndose a los nervios que delataban sus temblorosos dedos al tocar el piano.

A partir de ese momento el concierto fue in crescendo, con Natalia enchufadísima en cada interpretación, especialmente en Seven nation army (The White Stripes).

El éxtasis popular llegó en los bises con la eurovisiva La venda, y Viva la vida (Coldplay), interpretada por todos y dando fin al concierto.