CONCIERTO DE OPERACIÓN TRIUNFO

Fecha: 03/05/2019 Lugar: Navarra Arena Incidencias: En torno a diez mil personas en el primer concierto de la gira de ‘Operación Triunfo’. Antes se habían presentado en el Winzik Zenter de Madrid. Público mayoritariamente infantil, acompañado por sus padres, y también adolescente. Todos disfrutaron con sus ídolos catódicos, especialmente con la local Natalia.

El viernes arrancó en Pamplona la gira de Operación Triunfo 2018, que mantendrá a sus concursantes en danza durante los próximos meses. Ante un espectáculo de este tipo, conviene dejar aparte las objeciones que cada uno pueda tener contra el hecho de que una cadena pública de televisión dedique horas y horas de máxima audiencia a una serie de aspirantes a artista en detrimento del resto. No entraremos a valorar la filosofía que transmite, que parece abogar más por el pelotazo rápido de entrar en la famosa academia en vez de por el esfuerzo que supone ensayar en locales inhóspitos y recorrer garitos semidesiertos. Tampoco cuestionaremos si un programa como este fomenta la creatividad y la libertad del artista o, muy al contrario, lo limita y lo encasilla en fórmulas estandarizadas, tópicas y manidas. De hecho, el mismo día en que el concierto se celebraba en Pamplona, Amaia Romero, ganadora de la edición anterior, estrenaba el single de adelanto de su próximo disco y, gustos aparte, es incuestionable que nada tiene que ver con el estilo que se le presupone a una concursante de Operación Triunfo, lo que demuestra que si el artista tiene personalidad, esta acaba manifestándose de una u otra forma. Así que valoramos el evento como lo que es: un espectáculo musical que arrastra a miles de personas. En el Arena brilló, nunca mejor dicho, la iluminación, muy espectacular. Había un gran escenario, con unas escaleras en su parte trasera y una larga plataforma en la delantera que penetraba varios metros en el público. Sin embargo, la parte central, la que tenía que albergar a los cantantes durante la mayor parte del tiempo, se quedaba algo escasa, no dejándoles demasiado espacio para moverse y quedando apiñados cuando todos coincidían sobre las tablas. La banda estaba colocada en los laterales para no robar protagonismo a los concursantes. Y ahí llegamos al gran lunar de la noche, que fue el sonido. Llama la atención que, en un recinto con tan buena acústica, fuesen prácticamente ininteligibles las voces de los ex alumnos, tanto cuando cantaban como cuando hablaban entre tema y tema. La música de la banda llegaba como una masa informe, sin ningún tipo de matiz. Daba la impresión de que el equipo que traían se quedaba muy corto para semejantes dimensiones. En cualquier caso, el público objetivo al que este espectáculo va dirigido, mayoritariamente niños y adolescentes, no reparó en estás deficiencias y disfrutó el concierto en toda su extensión, celebrando cada interpretación con alegría desaforada. Respecto a los intérpretes, lo hicieron bien, bailando y cantando con acierto (aunque, como se ha dicho, el sonido no fue el adecuado y sus voces no llegaban con nitidez a la audiencia, hasta el punto de que era difícil comprender no ya qué estaban cantando, sino adivinar siquiera si lo estaban haciendo en español o en inglés). Sin haber visto nunca el programa, resultaba complicado distinguir a unos de otros, ya que todos se movieron en coordenadas estilísticas similares (ritmos latinos, conatos de músicas urbanas, baladas...). Los momentos más destacados llegaron con las canciones más desnudas, como Damion en Give me love o Marta en One more try. También funcionó muy bien el último tramo, con canciones más animadas, como la eurovisiva La venda, de Miki, que puso a toda la grada en pie (no era la primera vez que sucedía). Por encima de todos destacó Natalia, no se sabe si porque jugaba en casa o por el carisma innato que transmite. Ella coronó el pico más alto de la velada, The scientist, tocando el piano y derrochando voz. Al final, la juvenil parroquia quedó satisfecha, que es de lo que se trataba. Bien por ellos.