pamplona - Hay veces en las que parece que si no ha ocurrido nada asombroso y fuera de lo normal no hay una buena historia que contar. Pero nada más lejos de la realidad. En ocasiones, los mejores relatos se construyen a base de detalles, quizás sin importancia en una primera apariencia, pero que precisamente por ser momentos puntuales y no alejados de la realidad nos permiten construir el mejor de los relatos.

Muestra de ello es Viaje por Xuberoa y la Baja Navarra, el nuevo libro de Satur Napal Lecumberri que cuenta con ilustraciones de María Urmeneta y en el que se narra el viaje de tres amigos por estas zonas de Navarra. “Un libro sencillo que lo que pretende no va más allá de contar lo que vimos, las personas con las que estuvimos o lo que comimos durante ese viaje de cuatro días”, subrayó ayer, durante su presentación, el autor navarro, quien subrayó: “No nos pasaron grandes cosas pero tampoco las buscábamos, sino que lo que queríamos era transmitir un viaje a pie y hacer un retrato de todo lo que es esa zona”.

El escritor, médico de profesión, viaja siempre con unos amigos por diferentes puntos del Estado y en estos viajes toma apunte de todo lo que le parece interesante. “Es muy importante dejar serenar las ideas y escribirlas al tiempo, porque al tenerlas en adobo, se suelen captar detalles que quizás en el viaje no habías captado”, dijo Napal, que relata en esta nueva entrega aspectos tan cotidianos como hablar con un hombre mayor por el camino, los mareos propios de las curvas en el puerto de Erro, la buena acogida que les dio un hombre en su hostal o los momentos de descanso mirando caballos y con una buena cerveza en la mano. “Lo que me interesa de los viajes son los detalles, las minucias, y eso es lo que intento reflejar en el libro”, añadió.

acuarelas de maría urmeneta Las acuarelas de María Urmeneta, quien expone actualmente en el Nuevo Casino, impregnan las páginas del libro de Napal. Según destacó la artista, “ilustrar un libro por primera vez ha sido una experiencia muy bonita”, aunque admitió que en un primer momento le dio “algo de respeto. Mi idea era realizar unos dibujillos que ilustraran el relato, pero Satur quería unas acuarelas muy concretas y ha sido constante en sus peticiones”, apuntó entre risas, y añadió: “A mí me encanta toda esa zona y me resulta muy familiar por lo que fue muy gratificante poder pasear por allí y recordar muchas sensaciones a la vez que pintaba algunas acuarelas, que me encantan por el reto que suponen, ya que los fallos son incorregibles -subrayó-. Qué más gustoso que ilustrar un libro con lo que más me gusta hacer”. - A.R.O.