pamplona - Sería un tópico decir que anoche la Marea arrasó Pamplona pero, en realidad, hoy día el grupo de Berriozar va incluso más allá del tsunami de rock and roll que sacudió ayer la Ciudadela. Los miles de asistentes que no fallaron a la convocatoria pueden dar buena cuenta de ello: subió El azogue, último retoño discográfico del grupo, y no faltaron, claro, esos temas que ya no son sólo clásicos del repertorio de Marea, sino que forman parte importante de la banda sonora personal de unos cuantos. Y visto el respaldo y apoyo que recibieron los de Berriozar ayer, son más que muchos.

Siete años después de su último concierto en Iruñerria, los Marea tocaron de nuevo en casa y lo hicieron junto a tres teloneros de lujo como son El Desván, Vuelo 505 y Bocanada.

Al filo de las 19.30, El Desván saltó al escenario y reunió a varios adeptos en las primeras filas, que desafiaron al sol que casi hasta castigaba. Podría decirse que el apoyo era por jugar en casa, pero lo cierto es que al nivel que suena y funciona la banda, lo suyo es que congreguen seguidores aquí pero también allá. Temas como El vagamundo, Es verdad o La taberna del infierno fueron el recibimiento a aquellos que iban uniéndose a lo que, a la postre, fue un gran día de rock. Día, sí, porque aunque Gabri Gainza, cantante y guitarrista de El Desván, saludase con un “buenas noches” -el subconsciente, se disculpó-, lo cierto es que cuando Vuelo 505 tomó el testigo, el sol aún se dejaba ver.

El quinteto riojano desgranó ante el público navarro su último disco, No hay historias sin fracaso (2018), que reúne temas como Con el viento a favor. Dosis de rock and roll guitarrero al mando, con temas como Una vida de película, que dio paso a Bocanada. La banda capitaneada por un inmenso Martín Romero abrió con Como los ratones para dar paso a un directo de puro rock and roll y actitud, en el que no faltaron temas como Río y Campo a través.

Los asistentes lidiaron con ciertos problemas de organización en cuanto a venta de tickets y bebidas pero, paciencia de por medio, pasadas las 22.30 horas, finalmente implosionó la Ciudadela: Marea salió a escena. Y de qué manera. Respaldados por unos teloneros que lucían esa calavera que es ya sello de la banda, dispararon el primer tema de la noche, En las encías. El que fue el primer adelanto de El azogue se convirtió anoche en el mejor pistoletazo de salida para un encuentro de cuerpo a cuerpo, el de la banda y su público, en el que el rock marcó el pulso y ritmo. El quinteto, a una, hizo suyos a los asistentes desde el primer momento, que a la petición de Kutxi Romero de “vamos a ver cómo ruge El temblor”, rugió. Y esa sería la tónica de la noche. Mientras, El Piñas, Kolibrí, César y Alén disparaban a la par un muro musical sin lugar para grietas y que, desde luego, nunca tembló.

Once años habían pasado desde el último concierto de Marea en la ciudad de Pamplona, según recordó Kutxi antes de dar paso a una colaboración de renombre, la de Iñaki Uoho Antón. El guitarrista de Extremoduro e Inconscientes se lanzó a la guitarra para acompañar a los de Berriozar en La noche de Viernes Santo, ante un público que había despegado ya.

“Mira cómo se toca rock and roll de puta madre”, dijo Kutxi antes de atacar Mierda y cuchara. Razón no le faltaba y así se lo hizo saber el público, coreando el tema de principio a fin.

De nuevo subió El azogue, ésta vez de la mano de Muchas lanzas, para dar paso a la jaleada Manuela canta saetas. Y claro, los miles de asistentes cantaron también.

Al cierre de esta edición, quedaba noche y temas por delante, con un público entregado y una banda que implosionó la Ciudadela. Y que nunca baje la Marea.