PAMPLONA. Ocho localidad navarras participan en Landarte, el programa de arte y ruralidad del Gobierno Foral, que llega a su tercera edición con una imagen renovada y bajo el hilo conductor de la memoria.

"La memoria encontrada" es el lema que conectará los proyectos que se van a llevar a cabo en ocho localidades del medio rural, todos ellos dirigidos y acompañados por artistas residentes de nuestro entorno geográfico, que desarrollarán las diferentes obras artísticas en colaboración con los vecinos de los pueblos participantes.

En Abárzuza / Abartzuza contará con el artista Ricardo Laspidea; en Ablitas, con el estudio de arquitectura Orekari; en Valle de Egüés / Eguesibar, con Josu Zapata; en Biurrun-Olcoz, con Marisa Serrano y la compañía Fueradeleje; en Auritz-Burguete, con Teresa Sabaté y Virginia Santos; en Cabanillas, con Irati Fernández y Nerea Aguado; y en Eslava, con Félix Zaratiegui y Natxo del Castillo.

Además, el Servicio de Museos, en colaboración con el programa de arte y ruralidad, organiza el proyecto de Sesma con la artista plástica Mari José Recalde.

La directora del Servicio de Acción Cultural, María del Carmen Oroz Iribarren, y el director de Servicio de Innovación y Conocimiento en sostenibilidad territorial y ambiental, Joaquín del Valle de Lersundi, han presentado Landarte 2019, en el que colaboran el Servicio de Museos, el Departamento de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local y la Fundación Jorge Oteiza.

En concreto, Medio Ambiente colabora en los proyectos del Vallé de Egüés, Auritz-Burguete y Sesma, con el objetivo de contribuir a un Landarte más sostenible a través de las obras propuestas por los y las artistas que versan sobre lo urbano y lo rural, el esparto o el patrimonio natural y arqueológico. Y la Fundación Jorge Oteiza prestará el espacio para celebrar los talleres en el Valle de Egüés.

Sesma, Abárzuza y Eslava repiten experiencia en este programa que, según señala el Ejecutivo, mantiene su objetivo de implicar a la población local del medio rural de Navarra en un proyecto cultural participativo que fusione actividades artísticas acompañadas por artistas residentes.

De esta forma se activa un proceso creativo e innovador que se desarrolla a través de talleres y que culmina en diversas puestas en escena.

Con ello se persigue que, a través de la implicación de sus protagonistas, los proyectos puedan evolucionar hacia proyectos de desarrollo económico. Y siempre poniendo en valor el auzolan o trabajo cooperativo-colectivo, el patrimonio de la localidad y contribuyendo a forjar la identidad local.

Entre las novedades de este año cita por un lado su imagen "más colorida y fresca" y , por otro, la inclusión de la perspectiva de género, tanto en los proyectos, como en el propio programa, mediante mensajes en torno a la igualdad entre hombres y mujeres, la selección de los artistas y la recogida de datos de participación desglosados por sexo.

En cuanto a la temática de las obras, las ocho localidades y sus proyectos artísticos, se conectan a través del hilo conductor de la memoria. Así las obras hablarán del recuerdo, de la huella, de la construcción y la reconstrucción de la identidad, del poder inmaterial del pasado y su recuperación.