pamplona - Ariadna Relea y Mariona Guiu son las directoras de Single (out), título que juega con la palabra inglesa que significa soltero/a y que junto con la preposición pasa a ser señalado/a. Porque señaladas es como se sienten muchas mujeres de 30 y 40 años que no tienen pareja y no han formado una familia convencional. En China, además, existe un término aun más duro, shengnu, que quiere decir sobrante. De Shanghai son, precisamente, Yang y Shu, dos de las protagonistas de este documental, que también nos cuenta cómo afrontan este prejuicio Manu, de Barcelona; Jules, de Melbourne (Australia), y Melek, de Estambul (Turquía). Relea visitó ayer la 33ª Muestra Internacional de Cine y Mujeres que organizan la Fundación IPES y cines Golem.

¿Cómo surgió la idea de hacer una película sobre este asunto?

-Comenzó hace unos seis años, cuando Mariona, que vivía -y vive- en Australia, quería entender por qué habiendo cumplido su sueño de irse a trabajar al otro lado del mundo sentía ese malestar o esa presión social en torno a la pareja. Además, en ese momento yo vivía en China y veía lo que les pasaba a las chicas en la treintena. Y también surgió porque algunas amigas, no tanto amigos, que tenían su carrera profesional comentaban que no había manera de encontrar pareja. Y empezamos a indagar.

Y a hablar con expertos, como Albert Esteve, demógrafo, que da en la clave cuando dice que, en el mundo de hoy, las mujeres buscan hombres que todavía no existen y los hombres buscan mujeres que ya no existen.

-Sí, el desencuentro es total. Como dice Esteve, nosotras miramos hacia arriba y ellos miran hacia abajo. Llega una edad en la que si miras para arriba ya la mayoría de los hombres que te pueden interesar están pillados. Pero esa es la explicación profiláctica, digamos, y a nosotras lo que nos interesaba era ahondar en las razones de por qué este tema nos hace sentirnos así, de dónde viene ese malestar. Porque, quizá, lo importante es reconocer, cada una a sí misma, que si estás soltera seguramente será por un millón de pequeñas decisiones que te han llevado a estar así, que es como te sientes bien. Y la socióloga Eva Cox nos dio el golpe de salida, porque nos dijo que solo el hecho de que fuéramos a entrevistarla sobre ese tema denota cuán interiorizado está aun en la sociedad.

La producción del documental parece haber sido compleja porque se ha realizado en cuatro países y en distintos momentos.

-Ha sido una producción muy de guerrilla. Empezamos Mariona y yo con una ayuda de TV3. En Turquía queríamos contar una directora local por la dificultad que suponía encontrar a una mujer que quisiera hablar de esto, fíjate que le costó año y medio. Viajamos dos veces allí y en Australia estuvimos un año y medio siguiendo a Jules. Yo me trasladé allí. Antes de eso, habíamos empezamos a grabar a Manu en Barcelona y cuando yo me fui un equipo siguió trabajando con ella. Y en China estuvimos un mes con una productora local que nos encontró las historias y al cabo de un año contratamos a una cámara para un par de secuencias.

¿Era importante filmar la evolución de estas mujeres?

-Sí. En el caso de Manu, cuando su primera inseminación no salió adelante pensamos que ahí había acabado su historia. Lo pasó mal y no quiso saber mucho de nosotras, como es normal. Pero al cabo de un año se animó y nos llamó para seguir grabando, lo cual fue genial para mostrar su evolución. Y en la historia de Jules para nosotras era muy importante contar cómo se sentía después de un año de citas on line, a qué conclusiones había llegado. En cuanto a China y Turquía, más que evolución buscábamos reflejar las presiones directas que reciben a diario estas mujeres.

Han escogido a cinco mujeres empoderadas, educadas, que viven en ciudades.

-Así es. Fue una decisión deliberada buscar a mujeres con independencia económica y social para mostrar esa paradoja. De hecho, es curioso porque en China, por ejemplo, las presiones se dirigen fundamentalmente a esas mujeres formadas de clase media. Les interesa que sean ellas las que tengan y críen hijos inteligentes y educados. Y las machacan. Es que el desencuentro, tal y como explican los expertos, se produce cuando las mujeres formadas de hoy en día se dan cuenta de que pueden elegir, de que ya no está toda su vida decidida. Y ahí es donde surgen los problemas.

Y los hombres también están perdidos, porque llevan su propia mochila de educación.

-Claro. Es que todos tenemos esa mochila. Nosotras venimos de esa educación de princesita en la que nos decían que seríamos válidas si conseguíamos el amor del príncipe, pero es que ellos tenían que ser el príncipe y conseguir que la princesa se enamorara de él, darle el castillo, ser el protector, llevar el dinero a casa... Y, claro, estos hombres que se encuentran con mujeres que no quieren eso no saben cómo posicionarse, esa masculinidad pierde poder y genera muchos problemas.

El documental no desacredita la vida en pareja en absoluto; siempre que sea libremente elegida, claro.

-No es un alegato de la soltería, sino a favor del amor propio, a una misma, y de defender que hay que construir desde ahí lo que se quiera: vida en pareja, en trío, en comunidad... Lo importante es quitarse la narrativa del amor romántico de encima. De esa idea que se ha manejado durante demasiado tiempo de que si no tienes a alguien que te quiera es que algo te pasa. Ese concepto tiene que morir porque hace muchísimo daño. Vivimos en una sociedad que corre, que va rápido, líquida, nómada, y el amor tiene que adaptarse a ella. El amor romántico deja de lado a la persona, que parece que tiene que ser rescatada por alguien. ¿De quién te tienen que rescatar? ¿De ti misma? No. Nunca.

Y, sin embargo, qué presente sigue esa idea de que sin pareja la vida es tediosa, como si depositáramos nuestra felicidad en otra persona.

-Claro, parece que la vida solo puede ser divertida si se tiene pareja, sea hombre o mujer. Es que hay gente que deposita toda su idea de la felicidad en una persona. Solo en una. Imagínate qué presión. Lo importante es que la felicidad esté en una misma, porque si se rompe esa dependencia es cuando se puede alcanzar un espacio de libertad donde seguro que muchos problemas que se dan hoy en día podrían evitarse.

Muchas veces creemos que las mujeres occidentales están libres de ese estigma. La película demuestra lo contrario.

-Así es. Aquí muchas veces creemos que en otras sociedades la mujer está mucho más castrada, y lo está a nivel de derechos fundamentales, pero no vemos que en la nuestra esos estigmas existen también, solo que como son más sutiles, son más difíciles de romper. Ahí es donde cuesta más cambiar la narrativa. Incluso mujeres feministas e independientes siguen dándole vueltas al tema de la pareja. Le pasa a Jules en Australia, hasta que al cabo de un año llega a su propia conclusión. Tenemos que entender que somos bombardeadas constantemente con esa narrativa que nos dice que para triunfar debes lograr el amor de alguien.

Creo que en Turquía tuvieron problemas para mostrar la película.

-Turquía fue el país más difícil para grabar. Melek no lo pasó bien, sobre todo porque en el tráiler salía ella en una manifestación feminista y tuvo algún problema. Y la versión que estrenamos allí fue censurada, tuvimos que quitar el discurso de Erdogan en el que califica de incompleta a la mujer soltera o a la que no quiere ser ama de casa y tener hijos. En Australia fue muy bien, Jules estaba muy contenta, y en España también. A China aun no la hemos llevado, hemos intentado ir a festivales y entrar en la televisión, pero es un país que no le gusta que hablen mal de él y menos extranjeros... Quizá hagamos algo en el Instituto Cervantes para que ellas la vean.