trabajar una mirada sobre sí mismos que trascienda lo estético y lo físico”. Es la idea central de Personal Project, el montaje con el que se despedirá la primera generación de bailarines de diversos países formada en La Faktoria Choreographic Center que Laida Aldaz, Marta Coronado y Carmen Larraz pusieron en marcha este año en Noáin con el objetivo de ofrecer una formación intensiva en danza contemporánea de la mano de referentes en las distintas vertientes de esta disciplina. Como Roberto Magro, procedente del teatro, el circo y la danza y enemigo declarado de las fronteras entre las artes que dirige el espectáculo que se estrenará el viernes en la casa de cultura de Villava y que se ha articulado a través de un verbo: jugar.

“A Roberto ya lo conocíamos, él está enfocado más hacia la dirección artística y como durante estos seis meses los estudiantes han trabajado más con profesionales de la danza contemporánea, nos parecía interesante que terminaran con alguien centrado en la creación escénica”, apunta Carmen Larraz. Para la coreógrafa, profesora y bailarina, contar con Magro también “permitía generar una propuesta cercana al público, ya que maneja ese lenguaje del circo que abre mucho la idea que la gente puede tener en la cabeza de lo que es un espectáculo de danza contemporánea”.

Precisamente, si algo tiene claro el italiano es que las claves de Personal Project han sido “jugar mucho” y “romper con algunos estereotipos” que existen en torno a la coreografía, “dejando espacio absoluto al juego, al absurdo y al caos”. Por supuesto, el movimiento “tiene un papel principal”, pero en las cinco semanas que ha trabajado en La Faktoria ha tratado de que los 23 bailarines lo transformen “a partir de vectores como el tiempo, las dimensiones o las texturas”. Y “siempre he trabajado desde sus ideas, yo solo he sido un orquestador silencioso, la persona que está detrás y junta los hilos sin que ellos se den cuenta”, comenta. Eso sí, primero les pidió que hicieran las coreografías de sus compañeros, “para desarrollar una mirada sobre sí mismos” y para acabar con las ideas preconcebidas sobre tal o cual arte. “Para mí no hay fronteras. Aquí solo hay movimiento, gesto, da igual si es teatro, danza, circo... No me gustan las etiquetas”, insiste el director, que, del mismo modo, les sugirió que se apoyaran en la risa “como partitura elemental de lo que generan”. “Que aprendieran a reírse de sí mismos, de los demás”, para crear la propuesta del viernes, que funcionará como “un auténtico carnaval”, una “última cena”. “Los espectadores están convidados a la despedida de estos chicos que hace seis meses no se conocían y ahora se conocen tan bien que les cuesta decirse adiós”, indica Magro, que en La Faktoría se ha encontrado “con un material humano y físico increíble”. Humano porque “Marta, Carmen y Laida consiguen, ya desde las audiciones, que los bailarines se sientan como en casa, y así las personas son capaces de desnudarse y compartir, sin filtros”. Y físico porque la formación y la capacidad del alumnado es “excelente”.

El resultado final de su trabajo conjunto se verá en Villava, donde más que una pieza colectiva, “he tratado de que cada bailarín tenga su protagonismo”. Así, en solitario, en pareja o en grupos, propondrán temas que atañen a su generación, a su entorno o a su oficio, pero también asuntos que nos apelan a todas/os.

creación de comunidad A modo de conclusión de este primer curso intensivo de La Faktoria Choreographic Center, Carmen Larraz apunta que el balance es “muy positivo”. “La implicación de los profesores y de los estudiantes del curso internacional ha sido muy buena. Tenemos muchas anotaciones para profundizar en la filosofía pedagógica, pero nos hemos reafirmado en que el formato que planteamos está funcionando”, dice. Y su compañera Laida Aldaz coincide en que el programa profesional internacional “ha ido muy bien y hemos comprobado lo mucho que los bailarines han evolucionado en seis meses”, y añade que, además de ese apartado, la satisfacción viene del hecho de que “estamos creando comunidad”. Y no solo porque “varios de los profesionales que se han formado en La Faktoria han decidido quedarse en Navarra para crear proyectos desde aquí”, sino también “viene cada vez más alumnado a las clases de las tardes”. “Tenemos vocación internacional, pero no descuidamos lo local, con formación específica en danza contemporánea para gente de Navarra; ambos aspectos pueden ser complementarios”, incide Aldaz. En esa misma línea de generar comunidad, el centro está creando lazos con instituciones y entidades como la casa de cultura de Villava, “que nos ha abierto sus puertas de manera muy generosa”; el Teatro Gayarre o el Centro Huarte. Asimismo, ha recibido una ayuda del programa Innova Cultural de la Caixa y Fundación Caja Navarra que le permitirá poner en marcha un programa de residencias durante el próximo curso. Una de ellas será de mediación con personas de la Comunidad Foral.