‘personal project’ de la faktoria international choreographic center

Dirección del centro: Laida Aldaz, Marta Coronado, Carmen Larraz. Dirección del montaje fin de curso: Roberto Magro. Programa: Personal Project. Programación: ciclo Otras danzas de la casa de cultura de Villava. Lugar: Teatro de la casa de cultura. Fecha: 28 de junio de 2019. Público: media entrada (3 euros).

Un excelente, y muy bien preparado, potencial para la danza contemporánea puede ser el resumen escueto de la primera comparecencia pública de La Faktoria. Ya en alguna sesión de puertas abiertas, en la escuela, auguraba el éxito. Viendo el resultado, todo se ha cumplido con creces; y con más de una sorpresa de madurez y calidad, por ejemplo -e incidiremos en ello- el estupendo trabajo de brazos, muchas veces descuidados en la danza contemporánea a favor de la acrobacia, que tanto se lleva. Las tres profesoras implicadas en este proyecto han hecho un gran trabajo, porque han dotado, además, a sus alumnos de muchos de esos resortes que hoy requiere la danza, fronteriza del teatro, el circo o la música; y así, se canta, se grita, se ríe, se actúa, en un alarde de eclecticismo que, en algunos solistas, descubren un gran sentido del humor, además de las facultades propias de la danza. Energía a raudales, facultades físicas, disciplina ante la simetría, giros, elevaciones, suelo -mucho suelo-, citas de otras disciplinas, apuntes de clásico, de flamenco, bellísimas versiones de coreografías consagradas, otras -más o menos acertadas- de los propios bailarines, predominantes pasajes de bravura, algún remanso más lírico, hermosísimos pasos a dos o en grupettos, donde surge la individualidad, el aporte personal y estilo propio; es lo que nos va inundando -y a veces, sorprendiendo- de este espectáculo. Espectáculo que, ciertamente, resulta un tanto largo de metraje, y, a veces, un tanto repetitivo en algunas coreografías individuales; pero que debemos mirar, más bien, como una exhibición del alumnado, como una audición -es la trama que trata de hilvanarlo todo- por la que tienen que pasar todos. No se facilitan nombres de intérpretes ni coreógrafos, pero algunos tramos son sublimes: comienza la función fuera del teatro, en el parque, con un tableau vivant de toda la compañía en una última cena (Buñuel, Leonardo, Caravaggio?) quizás un poco dilatada; para continuar con un alarde de alegre simetría en una danza country, a lo Siete novias para siete hermanos. Del esplendor exhibido en la hierba, pasamos al teatro, al que se accede como a una cueva -estética muy furera-.

Magnífica parodia de las audiciones -verdadera pesadilla para el bailarín-, con gran sentido del humor. Surgen los primeros solos y dúos, con elevaciones comprometidas. Las intervenciones de todos, a modo de cuerpo de baile, reflejan que las coreografías están bien concretadas, los brazos y manos, marcan los trazos milimétricamente. Se juega con sonidos que crean muecas, también muy bien preparadas. Un tramo más lírico, se adorna con el teatro de sombras. La coreografía del dedo, el piano mozartiano y la silla, es genial: bien realizada, humorística. El suelo es protagonista de muchos solos -quizás se abuse un poco-; pero se lucha con él, se le abraza, se domina. En la verticalidad, hay elevaciones poderosas, mucho baile y un dúo amoroso-anudado de una profunda hermosura. Y hay, también, su parte de drama: es angustiosa la risa ante la bailarina atada. La bailarina clásica borda los caprichos del coreógrafo cuando le pide que baile como una rana, etc.

Los pasos de flamenco -a partir de una saeta-, estupendos. La coreografía de bailarines-globo, muy original. Y toda la compañía -rítmica y roquera- espléndida. Dicho con todo el cariño, no entendí la trascendencia de la coreografía con música gregoriana y algún tramo se perdió entre el humo y la oscuridad. El final, con el público levantando globos: un tanto simplón, por mucha filosofía que se le eche. Pero, lo importante, es lo dicho: un gran avance académico en danza contemporánea.