madrid - El director de cine argentino Juan José Campanella estrena mañana en los cines españoles El cuento de las comadrejas, una comedia negra que rinde homenaje al cine con un reparto protagonizado por Óscar Martínez, Graciela Borges, Luis Brandoni, Marcos Mundstock (Les Luthiers) y la española Clara Lago.

“El humor y la comedia está basado en la transgresión, en reírse de las vacas sagradas, y cada día y nos van dejando muy poquito. Dentro de poco solo nos vamos a poder reír de alguien que se cae pisando una banana”, lamenta el cineasta.

En opinión del director de El secreto de sus ojos y El hijo de la novia, la respuesta que ha tenido hasta ahora El cuento de la comadreja, que termina “con aplausos”, se debe a que se ríe de lo que el cine no se suele reír, algo por lo que Campanella cree que “hay que luchar un poquito”.

En esta cinta, una adaptación de la película Los muchachos de antes no usaban arsénico, de José Martínez Suárez y Augusto Giustuzzi, el cineasta argentino sube a escena a un grupo de amigos veteranos que viven juntos desde hace años en una mansión: una gran dama de la época dorada del cine, un actor en el ocaso de su vida, un guionista cinematográfico frustrado y un viejo director. Su paz se ve perturbada por dos jóvenes que llegan con ganas de cambiar su bienestar.

La cinta está trufada de principio a fin de diálogos ingeniosos y comentarios mordaces, algo que Campanella echa “muchísimo” de menos en el cine y a lo que rinde homenaje. “Los diálogos ingeniosos empezaron a desaparecer a finales de los 80 y principios de los 90. Eso es lo que más caracteriza al cine de antes, en las que uno iba a reírse del diálogo, no necesariamente de actuaciones”, dice.

un juego de gatos y ratones Campanella define esta película como un “juego de gatos y ratones”, un “juego de ingenio” o un “partido de ajedrez” con “varias lecturas”, entre las que se encuentran un claro “homenaje al cine”, la lucha entre el “pragmatismo” y el “romanticismo”, las “nuevas definiciones del poder”, la pregunta acerca de “si la experiencia vale más que la energía” o “hasta cuándo uno puede reinventarse y redefinir su vida”. No obstante, por encima de todo, “lo principal es pasarlo bien”, apostilla.

Y además, para la actriz Clara Lago supone su segunda película con acento argentino, tras Al final del túnel, de Rodrigo Grande. Según ha señalado, es una “dificultad añadida” a la interpretación, porque los matices para conseguir ser creíble es “difícil de diferenciar”. - Efe