madrid - Josefina Molina (Córdoba, 1936) fue distinguida este viernes con el Premio Nacional de Cinematografía 2019, un galardón que, por primera vez, recibe una directora de cine en los casi cuarenta años que han pasado desde que se concede el premio y que el jurado asume como deber para “subsanar una deuda histórica”.

No es casualidad. También fue la primera en obtener el título de directora-realizadora en la Escuela Oficial de Cinematografía, en 1969, y una de las primeras en pensar que las mujeres cineastas necesitaban organizarse, como demostró al fundar en 2006 la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Ayer, un jurado de expertos la reconoció por ser “referente de varias generaciones de cineastas presentes y futuras subsanando una deuda histórica con su carrera. Su mirada libre y sin prejuicio ha sido esencial para comprender la situación de la mujer en los años de la Transición y la consolidación de la democracia”.

“Pertenezco a una generación que vivió en un panorama político muy singular (una dictadura) y el hecho de que una mujer se dedicara a dirigir cine era una novedad, aunque hubo precedentes en la República y estaba Ana Mariscal. Éramos excepciones -dijo ayer Molina-, y hasta tuvimos suerte porque como tales, hasta fuimos utilizadas”. “El régimen -se explicó la octogenaria- podía fardar con nosotras de que en España también había directoras. Tuvimos la suerte de que éramos muy pocas, Cecilia Bartolomé, Pilar Miró, Mercé Vilaré en Cataluña y yo, pero seguíamos siendo excepciones, rara avis”.

Recibirá el premio concedido de manos del máximo responsable del Ministerio de Cultura el próximo mes de septiembre en el marco del Festival de Cine de San Sebastián. El hoy ministro en funciones, José Guirao, consideró que Molina “fue fundamental para que la voz de las mujeres se manifestara con libertad en el cine español”. Y subrayó tener en su haber películas como Función de noche (1981), “muy adelantadas a su época”, en este caso como ejemplo de autoficción, “que ahora está muy de moda, pero que no se hacía en ese momento”. Para Guirao, el galardón “no es solo un reconocimiento a toda su trayectoria como pionera en la democracia española, sino también de que la voz de las mujeres haya sido y siga siendo fundamental en el cine”.

En ese sentido, el fallo también ensalza su labor como “empeño personal” porque haya “una mayor representación” femenina en la industria cinematográfica. “Me siento muy orgullosa de pertenecer a un grupo como CIMA porque es lo que marca la diferencia: antes, como digo, éramos casos aislados, pero sobre todo estábamos solas. Es más, se fomentaba nuestro aislamiento y cada una hacia lo que podía por su camino. Ahora hemos sustituido esa soledad por solidaridad”, enfatiza.