pamplona - ¿Qué supone para usted este premio Zinemira, otorgado por el Festival de San Sebastián y las asociaciones de productores EPE/APV e IBAIA?

-Bueno, generalmente a los productores les dan pocos premios... Entonces el hecho de que te den un reconocimiento y que además sean tus compañeros los que valoran el trabajo que has hecho durante tantos años... Es un motivo de alegría y de satisfacción.

Se trata del reconocimiento a una trayectoria, que en su caso comenzó ligada a la fotografía, cursando un grado en Berlín. ¿Qué le llevó finalmente a la producción?

-En el 86 conocí a Lourdes Bañuelos, que tenía un guion y decidimos presentarnos a las ayudas del Gobierno de Navarra, del Gobierno Vasco y al ICAA. Grabamos el corto No estamos y ahí empecé a producir, pero para darme la posibilidad de hacer la fotografía. Si he producido 40 cortos, 20 de ellos hacía la fotografía... Pero costaba hacer carrera dentro del mundo de la fotografía porque hay que tener muchos contactos. Conseguí al cabo de un par de años ser ayudante de cámara, en la película Ander eta Yul (1989), de Ana Díez y también participé muy activamente en la producción de El anónimo... ¡vaya papelón! (1990), de Alfonso Arianda... y dos años más tarde produje mi primera película, Los años oscuros, de Arantxa Lazkano. Desde entonces, entre pitos y flautas conseguí hacer una película o película y media al año.

Su filmografía está marcada por Justino, un asesino de la tercera edad (1994), que entre otros galardones se llevó dos premios Goya y usted mismo calificó de revulsivo. ¿Por qué cree que hizo ese click?

-Era una buena historia y estaba muy bien realizada. Ahí tenía a mi socio Flavio Martínez, estaba La Cuadrilla, había mucha ilusión... y había mucha cerveza que se bebió en Madrid (risas). No sé, la historia era diferente a las cosas que se hacían y se hicieron. También el hecho de hacerla en blanco y negro, en súper 16... Lo que sí fue importante es que muchos de nosotros éramos casi seminoveles y la mayoría de actores llevaban mucho tiempo, pero no habían tenido papeles protagonistas. La Cuadrilla -Santiago Aguilar y Luis Guiridi- se acordaron de muchos actores secundarios que estaban por ahí, esa es mi versión.

A lo largo de estos años habrá visto cómo ha ido cambiando la industria, ¿podemos decir que el cine vasco se ha asentado como industria?

-Sí que hay una industria, a raíz de que una serie de técnicos y actores decidieron quedarse en el País Vasco y no marcharse a Madrid a buscar el trabajo que no se les daba aquí. Se consiguió también porque había un dinero que venía de subvenciones del Gobierno Vasco y de Euskal Telebista y los productores presentaron proyectos. El conjunto de todo ha creado la industria. Luego también está el hecho de que no por ser vasco, madrileño o asturiano trabajas mejor o peor. El que trabaja en esto sabe que tiene que vivir de esas películas y cuanto mejor trabajes, el proyecto será mejor, tendrá más éxito y quizá te vuelvan a llamar porque has participado en esa película exitosa. Para mí es tan valioso el trabajo del auxiliar como el del jefe de equipo. Cuando yo empecé me llamaban el señor mayor, estaba con los auxiliares, que tendrían 22 años, y yo andaba con ellos con 37. Me sentía igual de explotado y decidimos que había que pelear el puesto de trabajo con esas productoras españolas que venían a Euskadi a conseguir ayudas -por entonces apenas había productoras vascas-. Lo que se intentó fue que los técnicos que estaban trabajando tres semanas en el País Vasco, fuesen a acabar la película a Madrid. Si me has contratado para auxiliar, lo soy para toda la película. Es la forma para que te vayan reconociendo, tener más experiencia... Y eso es lo que hoy día creo que no pasa en Navarra.

Donde tenemos el incentivo fiscal.

-Con ese incentivo se beneficia Navarra de que se gaste un dinero en la comunidad con la producción de películas, de que se vea a Navarra en las pantallas porque supuestamente esas películas se distribuyen por todo el mundo mundial... Pero poco a poco se irá consiguiendo que las productoras contraten a los técnicos para toda la película, son los técnicos los que lo tienen que pelear.