en la noche del pasado jueves, Telecinco ofreció media hora de televisión en estado puro, cuando retransmitió el encuentro del alto voltaje entre Kiko y Sofía Suescun, dos pesos pesados del reality que había preparado Paolo Vasile y cía, y que se suponía iba a hacer saltar los plomos de la casa de Guadalix de la Sierra, en un ejercicio televisivo para una historia llena de serotonina y adrenalina pura y dura. Testosterona a raudales en un montaje mediático millonario que encandiló a la audiencia. Entre sugerencias veladas y traiciones calentorras fue transcurriendo la noche, hasta que llegó el encuentro expectante de la niña traicionada y el macho cabrío, ligón de variadas traiciones, cuernos a tutiplén; dos muñecos intentando sobrevivir en una tormenta mediática convenientemente azuzada por el ínclito Jorge Javier, chamán del pico y pala en busca de inocentes víctimas nocturnas en Gran Hermano VIP.

El guion exigía carnaza, violencia verbal y desencuentros, y a los gestores de Telecinco les salió el tiro por la culata, ya que pasado el primer momento de tensión, la navarra sucumbió a los arrumacos y cariños del galán, que se llevó el gato al agua en un ejercicio de pura tele con dos actores en situación casi límite, embobando al personal, al ritmo de tensar/distendir la caliente situación con acusadores vídeos que aparecían con acertada oportunidad.

Ejercicio televisivo eficaz y divertido con toneladas de morbo en el ambiente, que definen un producto de televisión que agradecemos y consumimos. Pasiones desatadas, enfrentamientos prometedores y bellos muñecos desnudándose ante las frías cámaras receptoras de la vida machacada de estos personajes de mentira, que cobran de verdad.