barcelona - La literatura debe ser “una exploración inteligente de la realidad y no un juicio de la actualidad”. Es lo que opina Manuel Vilas, que con sus libros intenta comprender lo que tiene delante y hacer que el lector ponga la última piedra del edificio. “A veces me dicen que mi literatura es ambigua desde el punto de vista político, pero es que la vida es ambigua”, explica Vilas tras proclamarse finalista del Premio Planeta 2019 con Alegría, un libro que es una continuación de Ordesa, que es igualmente autobiográfico y que contiene mucha política aunque sea una historia personal.

Habla Vilas en la sede del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), donde se celebró el martes la entrega del Planeta, en lo alto del Parque de Montjuic, a cuyos pies está una Barcelona envuelta en unos días de violentas protestas tras la sentencia del procés. Lo que ocurre en Barcelona, en su opinión, es un reflejo “de un problema secular español de convivencia”. “He venido a Barcelona al fallo del Planeta y me encuentro con que no puedo salir a la calle”, lamenta Vilas (Barbastro, Huesca, 1952), para quien es un “mal presagio” y un ejemplo de que cómo está el mundo y no solo España.

Cita los problemas en Francia, donde el movimiento de los chalecos amarillos ya no se sabe ni por qué es, o de Ecuador, pero cree que en el caso español se une la complejidad de un pasado marcado por las guerras. Y es esa ruptura de la convivencia lo que ve más peligroso. “Me parece subdesarrollo”, asegura. Porque lo que amenaza es la supervivencia de las clases medias, algo que le preocupa mucho. La crisis económica primero y ahora estos enfrentamientos sociales desestabilizan la clase media, que es el sistema sociológico, económico y cultural que se debería mantener porque es lo que ha impulsado el progreso.

“La gente que veníamos de las familias más pobres, de repente hemos tenido acceso a la educación. Mi padre vio esa transformación social de España, le quitaron de estudiar a los 12 años y me vio entrar a la universidad”. Eso es lo que contaba en Ordesa y continúa en Alegría, un libro “sobre la búsqueda de sentimientos puros en un tiempo de desesperación colectiva”. Una novela sobre la familia, sobre los afectos y contra la desesperanza, que le ha valido un premio que ha sido toda una sorpresa. “Estoy muy contento pero también un poco asustado por que sé lo que se me viene. Aún no he terminado la promoción de mi anterior novela, Ordesa, y ahora empiezo con esta”. “Es un estrés laboral”, reconoce con una media sonrisa.

Resalta orgulloso que Ordesa se ha convertido ahora en un boom en Italia y en Francia y asegura que su vida “se complica para bien”. Aunque reconoce que esa complicación puede ser para bien o para mal y es de esos misterios de la vida de los que habla en Alegría, un tema que le obsesiona.