ahora que está tan de moda la interdisciplinariedad artística, es decir, la mezcla de lenguajes y géneros, y que la música independiente lo ocupa todo o casi todo, ellos celebran 20 años de fusión de músicas, poesías y danzas y de proyectos guisados a su manera, con sus medios y sus tiempos. Ellos son Zorongo, grupo navarro de raíz flamenca que esta tarde ofrecerá “una fiesta” para celebrar sus veinte años sobre los escenarios. A su lado, “amigos y colaboradores” como Jorge Pardo, entre otros muchos, con los que recordarán los distintos hitos de su carrera, desplegando, así, lo que ha sido su proceso de maduración y evolución creativa y personal. La cita tendrá lugar en el Teatro Gayarre de Pamplona a las 20.00 horas y las entradas cuestan 16, 12 y 8 euros.
En el concierto especial de aniversario sonarán desde temas del primer espectáculo de Zorongo, de título homónimo y estrenado en Villava en 1998, hasta del último, Experientia, que se apoya en melodías medievales. “También habrá alguna sorpresa y canciones reformadas para la ocasión”, apunta Urko Ocaña, que entró en el grupo con 15 años y desde entonces es uno de los cinco pilares fijos de la formación junto a su hermano, Ekhi Ocaña, y a María Echeverría, Edurne Aizpún y José Luis Koki Gómez. En los últimos tiempos, dos músicos más se han sumado al proyecto, Antonio Garde y Iñaki Vázquez Lero. Los siete serán la presencia constante hoy en el escenario, a veces todos a la vez, a veces uno o dos, y habrá momentos en los que sobre las tablas se juntarán las 65 personas que participarán en la fiesta, con una mención especial hacia Jorge Pardo, “un referente para nosotros desde el principio”, afirma Ekhi. “Será un espectáculo muy variado, con cambios constantes”, agrega Koki. Así, sonará desde flamenco a jazz pasando por sonidos próximos al tango, música celta, medieval, de las tres culturas, temas más intimistas e incluso incursiones en el repertorio sinfónico coral gracias a la participación del Coro Universidad de Navarra y Zura Quartet. “Por ejemplo, Juan Carlos Aizpún es conocido por ser el batería de Koma, pero aquí le vamos a hacer tocar por bulerías”, indica Ekhi, compositor del grupo además de intérprete de flauta y piano. También tocarán los exzorongos Iñigo Porto y Diego Belzunegui.
El baile, asimismo, estará presente con Tamara Hurteza, “una promesa navarra de la danza española”, y de las coreografías preparadas por profesoras de la Escuela de Danza de Navarra, que ya estuvo en Zorongo, aquel primer montaje dirigido por Paco Ocaña, que, en palabras de Urko, “fue el impulsor del grupo y un poco padre de todos”. “Se preocupó mucho, se encargó de empujarnos con ideas, esfuerzo y trabajo y con sus textos”, comenta Urko. Y esta vez se encargará, de nuevo, del recitado poético.
Siempre Lorca
En verso y espíritu
Con Zorongo, su primer proyecto, la formación, entonces más grande, fue invitada a participar en las Jornadas lorquianas celebradas en el Gayarre en 1999, “así que, de alguna manera, lo de hoy es como cerrar el círculo”. El poeta granadino es una presencia constante en su trayectoria, tanto en espíritu, “porque lo suyo era aunar la tradición con la vanguardia y la modernidad, y nosotros compartimos esa idea”, dice Ekhi, y porque “para nosotros la poesía es un lenguaje más de nuestro trabajo, lo completa y le da una cara más humana”. Además, “como decía Federico, todas las artes son capaces de duende, pero donde mejor se expresa es en la música, en la danza y en la poesía hablada”, los tres ingredientes básicos con los que cocina esta banda. Y aquí, el músico introduce a otro poeta: “Ezra Pound afirmó que la música se pudre cuando se aleja en demasía de la danza y que la poesía se atrofia cuando se aleja en demasía de la música”. Estas tres artes “son la misma expresión” y los ingredientes principales de las propuestas de Zorongo, a los que Edurne Aizpún incorpora la iluminación, siempre “muy cuidada en todos nuestros espectáculos”.
Inicios y evolución
Cuando Navarra no era flamenca
Hace 20 años, “el flamenco no tenía ni la presencia ni la aceptación social que tiene ahora, y por eso nos sentimos satisfechos de haber mantenido la bandera del flamenco durante todo este tiempo”, destaca Ekhi. Y Urko añade que, lo que priori podría haber sido un hándicap, al final se convirtió en ventaja, “ya que si hubiéramos estado en otro sitio, como Madrid o Andalucía, por ejemplo, quizá no habríamos hecho la música que hemos hecho”, tal vez porque en esos lugares con más tradición flamenca las críticas o la supervisión de los puristas habrían coartado su libertad creativa y “a nosotros nos gusta estar abiertos a otro tipo de influencias”. Eso sí, casi todas las composiciones “son siempre nuestras”, salvo unas pocas versiones de temas de Paco de Lucía o de Mikel Laboa, “porque lo que nos interesa es mostrar qué podemos contar nosotros”.
La inquietud y la curiosidad permanentes han sido la brújula del grupo, que hasta la fecha ha estrenado más de diez espectáculos y ha grabado cuatro discos. “En todos nuestros proyectos hay una búsqueda”. Y sigue: “Cuando empezábamos teníamos entre 15 y 20 años, nos estábamos formando y escuchábamos a Camaron, a Jorge Pardo, Mikel Oldfield, música celta, jazz... Y poco a poco hemos ido madurando como músicos y ampliando influencias”. “En el trayecto de maduración hemos ido encontrando recursos para encontrar nuestro sonido”, coincide María Echeverría.
En su evolución, el flamenco y el jazz siempre persisten, pero también entran otros sonidos como las melodías árabes, judías y cristianas que expusieron en el segundo álbum, El jardín de Yayyán (2006); la mixtura entre los ritmos desenfadados y las emociones íntimas del tercero, Bruma y sal (2010), y la herencia medieval y renacentista del cuarto, Experientia (2016), que jalona un hito en su recorrido, ya que nació del espectáculo homónimo que llevan a cabo en la Colegiata de Roncesvalles desde 2013 y con el que han experimentado una nueva relación con el público, al que trasladan por las distintas estancias aprovechando la acústica de los espacios, su historia y la sonoridad de los instrumentos antiguos. “En estos veinte años nos hemos ido conociendo como grupo, sabemos cuáles son nuestras virtudes y nuestros defectos y cómo sacarles partido; supongo que eso determina un estilo, un modo de hacer”, indica Ekhi Ocaña.
Llaneros solitarios
Ahora, a por Sarasate
Los miembros de Zorongo tienen otras ocupaciones laborales y nunca han tratado de convertir al grupo en su medio de vida. Seguramente “eso ha provocado que no se valore lo suficiente la calidad del proyecto y nos ha restado credibilidad ante determinada gente”, pero al mismo tiempo “nos ha proporcionado una gran libertad creativa”. “Nos han venido a ver managers y representantes, pero cuando veíamos lo que querían hacer, cómo pretendían marcarnos el paso, dijimos que no”, cuenta Ekhi. “Cuando nos interesa un período o un tema, nos lanzamos a investigar, esa es nuestra manera de trabajar; es la libertad que te da ser una especie de llanero solitario”, continúa. Y sus compañeros lo comparten. Eso sí, aunque Zorongo oficialmente sea un grupo amateur, “nosotros no lo somos, nuestra formación es totalmente profesional”, y con estudios musicales superiores, apunta Edurne Aizpún. En definitiva, “siempre hemos querido hacer lo que nos da la gana”, incide Urko.
Y por eso Zorongo seguirá en la brecha, “sobre todo porque hay ganas”, interviene María. Tanto es así que, dentro de un mes, concretamente el 15 de diciembre, culminará la celebración de vigésimo aniversario con el estreno, en la sala de Cámara de Baluarte, de una nueva obra, titulada Sarasate. Capricho flamenco.
Hora y lugar. Hoy, a las 20.00 horas, en el Teatro Gayarre.
Zorongo. María Echeverría (voz), Ekhi Ocaña (flauta y piano), José Luis Gómez Koki (saxos soprano y tenor), Urko Ocaña (guitarra flamenca, eléctrica y oud árabe), Edurne Aizpún (arpa y piano), Antonio Garde (bajo eléctrico) y Iñaki Vázquez Lero (cajón y percusión). Arreglos corales y de cuerda, Ekhi Ocaña; composición y dirección musical, Ekhi y Urko Ocaña.
Invitado especial. Jorge Pardo.
Invitados. Paco Ocaña (recitado), Iñigo Porto (bandoneón), Diego Belzunegui (piano), Juan Carlos Aizpún (batería), Tamara Ayllón y Maritere Acosta (coros y palmas), Unai Otegi (flauta irlandesa), Marta Huarte, Itxaso Moriones y María Etxamendi (sopranos) y Tamara Hurteza (danza española).
Colaboradores. Escuela de Danza de Navarra, con coreografías de Alba Aranzana, Cristina Álvarez y Blanca Carabantes; Coro Universidad de Navarra, dirigido por Ekhi Ocaña, y Zura Quartet, con Leire Fernández (violín), Amaia Razkin (violín II), Daniel Sádaba (viola) e Igor Sáenz (violoncello).
Preguntados por cuáles son sus discos, hitos o momentos preferidos de la historia del grupo, los cinco miembros históricos de Zorongo señalaron:
Ekhi Ocaña. “Me quedo con el primer disco (Zorongo, 2001); fue el despertar que nos introdujo en esta aventura loca que todavía continúa”
Edurne Aizpún. “Experientia ha supuesto muchas cosas para mí. Por el lugar, que está ligado a mi familia, y desde el punto de vista musical porque me ha permitido pasar del piano al arpa, que es un instrumento mucho más antiguo”.
Urko Ocaña. De espectáculos destaca Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (2003). “Se estrenó en Villava con un coro de doce voces blancas, un cuarteto, grupo flamenco y danza; eso no se había visto nunca en España”. Y también apunta el disco Bruma y sal, “por las diferentes posibilidades que abre; cada tema es diferente al anterior”.
María Echeverría. La cantante señala El jardín de Yayyán (2006), “por el enorme trabajo conceptual anterior que implicó y porque tiene un sonido muy elaborado”.
José Luis Gómez ‘Koki’. El saxofonista se queda con las experiencias vividas durante las grabaciones de los discos. “Cambiamos mucho las cosas a lo largo de las distintas sesiones; experimentamos sobre la marcha”, comenta.