Mikel ‘Rock’n’Roll’ Erentxun
CONCIERTO GUSSY & MIKEL ERENTXUN Fecha: 22/11/2019. Lugar: Indara. Incidencias: Muy buena entrada, sala prácticamente llena. Gussy (guitarra acústica y armónica) se presentó junto a Carlos Colina (teclados y coros). A Mikel Erentxun (guitarra eléctrica, acústica) le acompañaron Fernando Macaya (bajo) y Karlos Arancegui (batería).
Gussy es un habitual de esta sección, nunca para y siempre es un placer ver cómo defiende su propuesta en todo tipo de formato y situación. La crónica de su concierto del viernes comenzó a escribirse a comienzos de los noventa, cuando en mi colegio me hablaron de un chaval un año menor que yo cuyos grupos favoritos eran Héroes del Silencio, Duncan Dhu y La Dama se Esconde. Fue entonces cuando le vi por primera vez sobre un escenario, en unas fiestas colegiales, precisamente haciendo una versión electrificada de Jardín de rosas. Después no ha dejado de crecer como artista y se ha labrado una carrera propia y bien diferenciada de la de sus primeros ídolos, pero quién iba a decirle a aquel jovenzuelo con los ojos manchados de canciones que, aproximadamente veinticinco años más tarde, abriría un concierto de Mikel Erentxun. Y qué bien lo hizo, acompañado por el inmenso Carlos Colina en los teclados, ganándose entre los dos la atención y el aplauso del público.
Tras un breve receso salió Mikel Erentxun y los dos músicos que le acompañaron esa noche. Faltó Marina Iniesta, joven guitarrista cántabra que lleva ya dos giras en la banda, acompañando al donostiarra a las seis cuerdas y encargándose también de los coros. Con un músico menos el sonido fue más crudo, además de decididamente eléctrico. Abrieron con Muchacha de ojos tristes, corte extraído de su último y muy recomendable disco, El último vuelo del hombre bala (uno de los mejores de toda su carrera). Como sucede en el álbum, en el que no grabaron ni una sola guitarra acústica, el acabado sonoro remitía a esa suciedad que la Velvet Underground patentó en temas como I’m waiting for the man. Siguieron con Déjalo así y Si te vas, en cuyo estruendoso final se emplearon a fondo.
A diferencia de otros compañeros suyos de generación que se quedaron encallados en décadas pasadas, Erentxun tiene sus pies bien anclados en el presente; por eso, la mayor parte de las canciones que tocó pertenecieron a sus últimos trabajos. Esa es una excelente noticia para cualquier espectador que tenga un mínimo de curiosidad musical, pues ha sido en los últimos años cuando el cantante ha alcanzado su plenitud artística, y así lo certificaron composiciones tan logradas como Tiempo de descuento, Animales heridos o Veneno (esta última, con letra de su amigo Rafa Berrio). Por supuesto, su firme reivindicación como artista de plena actualidad no está reñida con su gigantesco legado, del cual echó mano en contadas ocasiones. En Indara dosificó los himnos, repartiéndolos sabiamente entre su cancionero más reciente. El primero en caer, Mañana, pertenecía a su etapa en solitario; un poco más tarde llegó A tientas, de sus años en Duncan Dhu.
El formato de guitarra, bajo y batería recordaba mucho a los primeros tiempos de su banda madre, sensación que se hacía todavía más patente cuando Mikel se colgaba la acústica y el trío le atizaba fuerte al rockabilly. Así alcanzaron algunos de los momentos más vibrantes de la velada, como el vivido durante la desenfrenada Corazones, con unos músicos totalmente desbocados. Macaya, a quien ya conocíamos como guitarrista de Los Deltonos, demostró ser también un más que solvente bajista, mientras que Arancegui se confirmó como uno de los mejores baterías del país, combinando sutileza con pegada.
El presente le siguió ganando la partida al pasado en el último tramo, en el que Cicatrices o La vereda brillaron con la misma intensidad que Cartas de amor, brutal en directo, o la mítica En algún lugar, con la que se despidieron entre los aplausos del público hacia un artista que sigue empeñado en seguir creciendo: Mikel Rock’n’Roll Erentxun.