Lejos parece quedar el momento en que Berri Txarrak, hace cuestión de casi un año, anunció un parón indefinido. Se intuye lejano, quizá, porque los últimos meses han sido intensos y la banda ha afrontado una gira que, bajo el título de Ikusi Arte Tour 2019, le ha llevado a recorrer buena parte de la geografía europea, asiática y americana. Ha hecho historia y congregó el 14 de julio a más de 20.000 personas en el recinto de Kobetamendi -el concierto más multitudinario de una banda euskalduna hecho hasta la fecha-, pero también ha sido un tour con el que han vuelto a casa, a esas salas de pequeño aforo y a esos gaztetxes que han visto crecer al grupo desde que se formase, hace ya 25 años. Y aunque también parecía lejano, y así lo sentían muchos de sus seguidores, lo cierto es que ha terminado por llegar la despedida y tanto hoy como mañana el Navarra Arena acogerá los dos últimos conciertos de Berri Txarrak.

Será la primera banda en llenar dos noches consecutivas el pabellón navarro, en un nuevo hito histórico para el fenómeno BTX: un grupo que ofreció su primer concierto en el gaztetxe de Lekunberri, en 1994, y que sopló las velas de los 1.000 directos, hace dos años, en Auckland (Nueva Zelanda). De Navarra a las antípodas del mundo. Y en euskera. ¿Quién dijo que no era posible?

Porque entonces tampoco hubiese sido posible creer que contra viento y marea, peleando con la censura política que asfixió la cultura hace no tanto tiempo, una banda euskalduna iba a escalar en Madrid, garito a garito, hasta terminar por colgar el cartel de todo vendido en la sala Riviera en 2017. Y que repetirían la hazaña sólo un año después. Y además, que a modo despedida, se iban a atrever con todo un WiZink Center. Pero lo hicieron: el pasado 16 de noviembre reunieron allí a 7.000 personas. "La pasión es el mínimo exigible", recordó Gorka. Unas palabras que bien podrían definir el compromiso y la pasión que ha defendido el grupo durante todos estos años, sin miedo a la constante evolución.

METER JAIO Y CAMBIOS DE ESTILOS

Quizá esa sea la razón por la que tocan en citas como el Resurrection Fest y sólo unas semanas después lo hacen en el Sonorama. Del metal al indie, dirían algunos. Berri Txarrak. Así son también los habituales medleys que realizan desde hace tiempo en sus conciertos, haciendo hueco a pequeñas versiones de artistas como Foals, Bob Marley, El Columpio Asesino o MGMT.

Una diversidad y curiosidad musical que recoge su legado -hasta el momento-, donde reúnen nueve discos de estudio, un DVD documental y un recopilatorio. Desde que la banda grabó su primer compacto, de título homónimo, en 1997 junto a Javi San Martín en los estudios Sonido XXI, el cambio en la producción musical ha sido prácticamente una constante, en busca de una vuelta de tuerca de sonido. Incluso experimentando al otro lado del charco.

Tal vez el mejor ejemplo de ello sea el triple disco Denbora da poligrafo bakarra (2014), con el que buscaron una producción diferente para cada compacto, poniéndose a las manos de Ross Robinson, Ricky Falkner y Bill Stevenson. Este último, que también produjo Infrasoinuak (2018), es asimismo el baterista de Descendents, una de las bandas internacionales con las que Berri Txarrak ha tocado en Sudamérica. No es la única, ya que también han compartido escenario con Rise Against, actuando en Brasil y Argentina.

Incursiones sudamericanas a un lado, su experiencia internacional es dilatada y el trío también ha tocado en México, Estados Unidos, Australia, Tailandia, Australia, Japón... De hecho, este año afrontaron su cuarta gira nipona, para después viajar a Alemania, donde realizaron un tour junto a The Baboon Show.

Todo un mapa geográfico al que han acercado sus canciones, siempre con la misma actitud, sin importar si es ante miles de personas o ante una sola -ese fan de Nantes se tuvo que frotar las manos-. ¿Y que su público se moja y aguanta el chaparrón en una noche de verano en Donosti? También ellos, botellas de agua de por medio -véase el videoclip de Lemak, aingurak-.

En el Navarra Arena también se espera una tormenta, pero musical y emocional. Será la última descarga antes de que BTX entre en modo pause y se abra una ventana con vistas a otro mar. Amaia da hasiera. El final es el comienzo. Así que Ikusi arte eta eskerrik asko.