madrid - Una estrella planetaria que nunca dejó de ser el hijo de un panadero de Módena, un tenor que llenó estadios, un hombre apasionado, con luces y algunas sombras que sedujo al mundo con su voz única. Así era Pavarotti según el documental de Ron Howard que ayer presentó en Madrid su viuda, Nicoletta Mantovani, y que llegará a las salas el 10 de enero.
Su sello discográfico, Decca Records, quería rendirle un homenaje en el décimo aniversario de su muerte y fichó al oscarizado director de Una mente maravillosa o Apolo 13, que venía de explorar la carrera de los Beatles (Beatles: Eight days a week, 2016) y de Jay-Z (Made in America, 2013) en sendos documentales. “Nos pareció que Howard era la persona apropiada, porque su manera de narrar y su espíritu amable están muy cerca del de Luciano”, dijo Mantovani, segunda esposa del tenor cuyo romance acaparó portadas en sus comienzos, dada la diferencia de edad -tenía 34 años menos-. “El inicio fue digamos fuerte, pero Luciano lo hacía todo más sencillo, con una actitud de distancia para despegar la rabia y las emociones negativas”, afirmó.
Además de su testimonio y de facilitar el acceso a otras figuras de la lírica como Plácido Domingo y José Carreras, con quienes Pavarotti protagonizó uno de los momentos cumbre de su carrera, Mantovani ha aportado al documental una serie de vídeos caseros que ofrecen una visión más íntima del cantante. “¿Cómo te gustaría ser recordado profesionalmente?”, le pregunta una voz en uno de esos vídeos. “Como un hombre que transmitió la ópera a la gente”, responde el tenor en el arranque del documental. La siguiente pregunta es “¿Y como hombre?”, y la respuesta se va dando a lo largo de la película.
Howard retrata a Pavarotti como un hombre lleno de vitalidad, con una generosidad y calidez que se transmitían en su voz, un hombre dispuesto a exprimir la vida al máximo tras una infancia marcada por la guerra -tenía 10 años cuando estalló la Segunda Guerra Mundial- y por una enfermedad, el tétanos, que le puso al borde de la muerte.